12. ¿Propuestas de matrimonio por aquí?

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Mi corazón comienza a latir rápidamente. No parece importarle que hasta hace un momento estaba a punto de llorar, sino que ahora sólo parece importante el elogio que salió de sus labios. No fue un cumplido convencional, pero fue un cumplido al fin y al cabo.

No digo nada. No se que contestar a eso. Y él tampoco sabe qué decir. El silencio se vuelve bastante incómodo y el siguiente par de minutos los pasamos mirando al suelo, andando en silencio y con las manos en los bolsillos.

-Gracias... Por tratar de animarme digo.

-De nada, por intentarlo al menos. Y sí, tienes los ojos bonitos- dice como dejándolo caer. Como si no fuera nada importante. Aunque para mí, sí lo fue.

-Gracias- hago una pausa, antes de saber muy bien cómo continuar -los tuyos también son bonitos.

Parece el típico cumplido que uno dice por educación, el típico que dices cuando te hacen uno y no sabes que contestar. Pero no lo es. De verdad tiene los ojos bonitos. Son de un marrón clarito, con motitas doradas en ellos cuando le da el sol. Como ahora. Le hacen una mirada muy dulce. El tipo de mirada que no te cansarías de ver cada mañana.

¿Pero qué dices?

Creo que los cumplidos me afectan...

Y por fin, tras un par de minutos más en silencio, llegamos a nuestro destino: para mí, la casa de Samantha, para él, su casa. Es justo la de enfrente, como él dijo.

-Bueno... Entraré ya, adios...- me giro dándole la espalda y avanzo un par de pasos. Noto sus ojos clavados en mí, así que me giro -¿Necesitas algo? Como estás parado y mirándome fijamente...

-No... Bueno sí... ¿Podrías decirle a Samy que luego vendré a devolverle los apuntes que me prestó? Además tengo un par de dudas... -parece que se pone nervioso. Sonrío. Tal vez le gusta Samantha.

-Claro. Ah y- me acerco y le doy un pequeño y suave beso en la mejilla- eso por animarme.

Sube la mano hasta la mejilla y de ahí se la lleva hasta la nuca. Se rasca, algo incómodo.

-De nada- escucho mientras llego a la puerta.

Una vez he picado al timbre, me giro y veo a Jack alejándose. Llegando a su puerta y sacando las llaves de su mochila. No sé giro ni una vez, sino que entró y ya, sin última despedida ni nada.

"Has visto muchas películas de amor últimamente" mi inconsciente me llama la atención. No sé qué me está pasando. Mi cabeza está demasiado liada para pensar.

Toco el timbre de casa de Samy y espero.

-¡Hola cariño! Pasa, pasa- me dice Martha, una de las sus dos madres.

Martha es un amor. Es pintora y la madre que cualquiera desearía tener. Con su actitud cariñosa y sus pintas de artista estrafalaria, te recuerda más a la figura de una hermana mayor que a la de una madre. Samy y ella se llevan genial, y no tienen secretos.

Su otra madre, también es encantadora, pero algo más estricta. Se llama Karen y trabaja como entrenadora personal. Es algo más cuadriculada, y sabe cuando debe ponerse seria. Pero cuando la conoces, te das cuenta de que es más sensible de lo que puede parecer y quiere a Martha y a Samantha muchísimo.

Ambas son increíbles como madres, y Samy las quiere mucho.

Samantha, en cambio es adoptada. La adoptaron con cinco años asi que no recuerda apenas nada de antes. Ellas son su familia. Supongo que de vez en cuando, se pregunta qué será de sus padres biológicos, pero nunca se sintió fuera de lugar o perdida. Ha tenido suerte. Más que otros niños adoptados. Eso es lo que ella dice al menos.

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