2. Beer-Pong, verdad o reto y otros juegos estereotipados

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Una vez se decidió que iríamos a la fiesta, llegó el ineludible tema del vestuario. Y como toda chica con amigas "presumidas" (adjetivo mínimo para describirlas) sabe que éste es un tema delicado. Sobretodo si se trata de una fiesta.

Asi que ahora mismo tengo a tres chicas revoloteando por mi habitación, sacando toda prenda de ropa que creen poder usar para la fiesta y rebuscando en mi estuche de maquillaje pintalabios que puedan combinar con los posibles conjuntos.

Miro escandalizada como mis blusas, tops, pantalones y vestidos salen de mi armario para ir a parar, afortunadamente, a mi cama.

-¡Stop, stop, stop!- les digo cazando un top blanco con encaje que adoro que tiró Samy.-¿Queréis coger mi ropa? Adelante pero con un poco de más de orden, por dios, que luego tengo que recogerlo...

A partir de ahí, la preparación va mejor, y empiezan a tener más cuidado con mi ropa y mi maquillaje. Al final, yo acabo vestida con un croptop naranja, unos jeans oscuros y unas plataformas; Chloe me coge un vestido azul claro que hace resaltar aún más sus ondas poco marcadas y rubias; Tess acaba con una falda rosa que me pongo mas bien poco por la falta de tela que le veo; y Samy se viste con un top verde pastel con encaje que destaca sobre su piel dorada.

Antes de ir a la fiesta, convenzo a Will de que nos lleve a casa de Sam para que ésta y Tess puedan acabar su look con unos pantalones y un top respectivamente. Remuga un poco, pero como le pilla de camino y salimos al mismo tiempo, no puede más que decirnos que sí. Al llegar, saludamos a sus padres y subimos a su habitación.

La colección de pintalabios de Samy es un sueño (al menos para cualquiera que ame el maquillaje).

-¿Cuál me combina mejor? ¿Éste o éste?- les pregunto a mis amigas.

-Ese- me contesta Chloe señalándome un tercero tras unos segundos y como las otras dos la secundan, acabo optando por ese.

Para las nueve estamos listas, veinte minutos después de haber llegado. Salimos a la calle y nos acercamos al coche de Sam, mientras ella aprieta el botón del mando a distancia para encenderlo.

Ella es la más indicada para conducir, ya que no toma alcohol. Como se dedica casi profesionalmente a la danza, evita el alcohol, las drogas y el acostarse tarde de manera general (y aunque una buena fiesta no se la pierde, suele irse antes de las cuatro). Es una buena deportista y una mejor chófer (es broma, la quiero demasiado).

Cuando llegamos a casa de Nathan se puede ver el fiestón que ha montado desde fuera. Como no tiene vecinos cerca, todas las ventanas y las puertas están abiertas, y la música sale a través de ellas. Mucha gente parece haber llegado ya, así que nos toca aparcar algo más lejos, a unos cinco minutos a pie.

-¡Ey! Al fin llegaron mis chicas favoritas- dice Nathan al vernos entrar.- Sobretodo tu, Soph.

Y si, señores, como buen mujeriego calienta-bragas, me guiñó el ojo, a lo que yo respondí poniendo los ojos en blanco y riéndome. Lo hacía siempre y a mi tampoco es que me importase demasiado, simplemente no le daba bola. Y a él, ni siquiera le gustaba, sólo lo hacía por molestar y no parecía querer parar.

Nathan es un sobón hormonado que necesita un coño para sentirse completo. Bueno, uno no, más. Si te enredabas con Nathan sabías que duraría poco, y generalmente ese tiempo se reducía a una noche. Pero en el fondo era buen chaval, simpático e incluso gracioso cuando dejaba de pensar con su "cosita" de abajo.

Saludamos a unas cuantas personas mientras tratábamos de llegar a la cocina en busca de algo que tomar. Empecé con una lata de cerveza que decidimos compartir Tess y yo, mientras que Chloe prefirió empezar con algo más fuerte que apestaba a alcohol pero que no supe identificar. Samy en cambio cogió una Cocacola, aunque parecían estar ahí más para mezclas, que para gente "0% alcohol"

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