17. Claro... ¿Es para enamorar al de la taquilla?

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Uff, paso. Ni siquiera me ha pedido perdón o dado una explicación por haberme llamado anoche, borracho a las once de la noche. No se si es peor que me llamara borracho o que se emborrache un miercoles a las once. Osea, ¿quien hace un botellón a las diez para ir totalmente ebrio a las once? Sólo él, y bueno, la gente con la que iba.

—¿Soph?

Vuelvo a la realidad al ver que Chloe me llama.

—¿Eh?

—Estábamos diciendo que después del trabajo podríamos ir a dar una vuelta y tal vez cenar por ahí— dice Theresa.

—Exacto. Hace mil que no salimos las cuatro a cenar una pizza o una hamburguesa.

—Ah, pues, estaría guay, si. O incluso podriamos ir al cine y llenarnos a palomitas, chuches, chocolatinas y demás. ¿No queríais ver esa nueva peli de terror?

—Ay, sii— contesta Sam entusiasmada— dicen que es buenísima. Bueno, aunque eso de hincharnos a chuches... Mañana tengo ensayo y ya sabéis que la profesora es como un perro de caza: huele la comida basura a kilómetros.

—Ay, no seas aguafiestas, Samy, que por un dia... Vaaa— dice Chloe haciendo pucheros.

Tessa y yo nos unimos al coro

—Vaaaa...

—Vaaaa...

—Bueno, vale va, os dejo hincharme a comida basura— se rie y pone los ojos en blanco, casi como diciendo: "Menudas amigas tengo".— Bueno, yo me voy ya que sino no me da tiempo a hacer la práctica de economía. Nos vemos a las cinco.

Las demás contestamos un adiós, y al final cada una nos vamos por nuestro lado.

—Mamá, papá, Will, ¡ya llegué a casa!

Mi padre sale de la cocina, con un delantal y un olor a hamburguesas viene con él.

—Mamá tenía reunión con su jefe ¿recuerdas? Y Will está arriba, supongo que en su habitación. ¿Puedes subir y le llamas a comer? A esto no le falta nada.

—Claro papá, así dejo la mochila también.

Le doy un beso a la mejilla y subo las escaleras mientras el vuelve a la cocina.

Uno, dos, tres, cuatro... Ocho... Doce... Dieciséis. Dieciséis escalones. Siempre los cuento al subir. Es una especie de costumbre que tengo desde pequeña, no sé.

Entro a la habitación, hago la cama, de la cual había pasado esta mañana, me cambio los zapatos por unos mas cómodos y salgo para ir a la de Will.

Hace años que es sólo una puerta más, pero antes, tenía el típico cartel de película donde se leía "No entrar" o algo similar a lo que le había añadido un "Sophie, tu menos". Más majo era...

Ahora ya no lo tiene puesto, pero tampoco es que quiera entrar a cotillear...

—¿Will?— digo llamando a la puerta-papá ya ha hecho la comida, baja ya.

—Voy.

Escucho los muelles de la cama y diez segundos más tarde está saliendo de la habitación.

—¿Qué hay de comer?— pregunta mientras bajamos.

—Hamburguesas— contesta mi padre mientras camina con tres vasos en dirección al comedor— ¿Podéis sacar los platos y el agua? Ya está lo demás.

Mientras comemos le digo a mi padre que esta tarde iba a hacer un trabajo y luego saldría a cenar con mis amigas. No puso ninguna objeción, aunque me dijo que volviera a casa antes de las once y media. Bueno, ya pretendía hacerlo, osea que no, ninguna objeción.

A las cuatro subo a la habitación a cambiarme de ropa. Me pongo un top blanco sobre el que seguiré llevando la 'bomber', unos shorts negros y unas zapatillas negras. La combinación me gusta y me hace sentir guapa. Le añado un poco de gloss y un pequeño toque de eyeliner y me siento lista.

A ver, no me estoy poniendo guapa para Jack, ¿vale? Sino para ir a cenar o al cine. Vale, si, en el cine estaré a oscuras y será indiferente como me vea, pero que es por eso y no por mi amigo.

Claro... ¿Es para enamorar al de la taquilla?

¿Quien sabe? A lo mejor es mono.

Déjate de chicos, que ya tienes suficientes en la cabeza.

A menos veinte salgo de casa. Sólo me cuesta un cuarto de hora llegar a allí, pero quiero llegar con tiempo. Ya os conté de mi problema con la puntualidad...

Como a menos cinco estoy a dos puertas de su casa, decido pasarme por el kiosko que está al lado a por chicles. No me gusta llegar tarde, pero en este caso, llegar pronto tampoco me apetece.

Comiéndome uno de los chicles de fresa que compré, ando hacia su casa. Creo que entre el chicle y la ropa tengo un rollo aestethic que ni queriendo.

—Ey, ya estas aquí. No esperaba menos de la señorita puntualidad.

—Tonto— le digo mientras se rie y me hace pasar.

No veo mucho de la casa, ya que nada más entrar a la derecha esta el comedor. Está muy bien decorado, con muebles que parecen nuevos y como muy elegante. Es muy diferente a la casa de Samy aunque la distribución sea la misma. Aquí hay mucho blanco y gris, líneas claras y pequeños toques de color como en los coines o los cuadros.

—Hola, tu debes de ser Sophie, ¿no?— dice una chica joven que de repente se asoma por la puerta del comedor— Yo soy Elisabeth, la hermana de Jack, aunque puedes llamarme Beth.

Beth resulta ser una chica muy mona, castaña, delgada y muy extrovertida que habla muy rápido. Casi parece un pequeño colibrí, eso sí, muy simpático.

—Si, soy Sophie. Pero puedes llamarme Soph...— le digo sonriendo mientras se acerca a darme dos besos— Vine a hacer un trabajo de Historia.

—Eso me dijo Jack. De todas formas yo estaré arriba, y bueno, no os portéis demasiado mal.

No se si es que soy muy pervertida y pensé mal, aunque entre su guiño y Jack poniéndose algo rojo, no creo. ¿En serio insinuó que nos dejaba para que pudiéramos acostarnos? Mmm... Me quedo un poco en shock, hasta que Jack habla:

—No le hagas caso... Últimamente no duerme mucho y creo que le está afectando...

—Bueno, supongo que era una broma... No tiene importancia.

Sonrío algo tensa. "No tiene importancia, no tiene importancia" me repito a mi misma para encontrar las fuerzas de olvidarlo y poder mirar de nuevo a la cara de mi amigo.

—También quería hablarte de lo de ayer... No sé... No sé que pasó, pero no sé, tampoco hay que darle importancia... ¿No?

Mi corazón se estremece un poco, y creo que en verdad me sientan mal sus palabras... A ver, tampoco me gusta, ¿no? Pero saber que le gustas a alguien siempre sienta bien y ver que no... Pues no sé, pero debe ser eso.

—No, no— me apresuro a responderle— No tiene importancia, ninguno de los dos quería hacer tal cosa... Fue como un impulso, pero no algo racional...

—Exacto, un acto involuntario y para nada consciente.

Asiento, pero no digo nada más. Creo que en el fondo tenia la esperanza de que hubiera significado algo para él.

—Pues... Pues me alegro de haberlo hablado— me dice— no quería perderte como amiga, por una... Tontería.

Aparto la mirada y me quedo mirando el suelo, sin saber que decir, así que solo afirmo aunque apenas fue más que un susurro:

—Si, una tontería.

Mi respuesta no es más que un acto involuntario, inconsciente. Como el "casi beso"...

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