Y finalmente, un día más estaba por dar comienzo después de un plácido y largo descanso nocturno. Carlo por su lado se hayaba por completo desparramado enzima de la cama de Toni, cuando de poco en poco los rayos del sol comenzaban a darle de lleno en todo su rostro, este al sentir como dicha luz le golpeaba directamente en la cara, no pudo hacer nada más que quejarse fuertemente, a la par que se cubría como le era posible con las sábanas; una de las más grandes desventajas que tenía aquella habitación, era el gran ventanal sin cortinas que había frente de él, en verdad que lo odiaba tanto. Y su ceño fruncido no decía lo contrario.
Para lamento de él, hoy había trabajo que hacer y no tenía otra opción más que hacerlo.
Entonces, estiró una mano directamente al mueble de noche que había a un costado de la cama, para así observar la hora y así confirmándose lo que más temía y es que no eran ni las nueve de la mañana, bufa aún más irritado, dejando que su cabeza cayera nuevamente sobre la almohada, realmente le fastidiaba tener que levantarse temprano en la mañana.
Pero, ya sin tener más opciones, decide que es momento de levantarse de la cama, ya después tendría más tiempo para estar ahí tirado; así que como le es posible, se levanta del colchón con un solo salto, agarra una vez más su teléfono y lo desbloquea, busca entre la lista de mensajes guardada de su teléfono un número que no tiene registrado de ninguna manera y para cuanto lo encuentra, envía un rápido mensaje. Sin esperar ningún tipo de contestación por su parte ni mucho menos quedándose por más tiempo sentado en el colchón, se dirige directamente al pequeño cuarto que se encuentra a un lado, dispuesto para darse una rápida ducha.
Para después de algunos no tan cortos minutos dentro del baño y luego de haberse refrescado con una ducha tibia, Carlo sale con una toalla rodeando por su cintura y otra sobre sus hombros con la que se ayudaba a secar sus cortos cabellos cenizos. Al encontrarse dentro de la habitación de Toni, opta por andar semi desnudo por toda la casa para dirigirse directo a su propia habitación y buscar un poco de ropa. Sacando un bóxer negro, acompañado de una ropa más casual, eligiendo el conjunto de ropa que traía su primer día que llegó a Marbella.
Una vez, hubo terminado de cambiarse, sale de su recamara y va hacia la cocina, donde se topa con José desayunando.
─ Hoy te has levantado temprano ─ El moreno, se encontraba sentado frente de la mesa, con un plato de cereales delante, acompañado de una manzana. Es cuando, se acerca la cuchara con cereal a los labios ─. ¿A qué se debe tal milagro? ─ Concluye, para después comenzar a masticar el cereal que lleva a su boca, sonriéndole a su jefe de una manera burlona.
Carlo, solo chasquea la lengua disgustado.
─ Hm... ─ El italiano, continúa su camino hacia la cocina, dejando al moreno en el comedor, abre una de sus alacenas sacando un plato hondo, luego abre uno de sus cajones donde guarda los cubiertos y saca una cuchara de metal; tanto el cereal como la leche las tenía puestas sobre la mesa ─. Nada en especial, solamente que ya no pude dormir más.
Una vez que el joven Gambino ya tenía sus cosas servidas comienza a degustarlos en completa tranquilidad.
─ ¿Planeas acompañarme con Sardina? ─ Le cuestiona sin mostrar mucha importancia a cualquiera que sea la respuesta, el silencio que albergaba el ambiente resultaba un poco incómodo. Podría decirse que José ya estaba acostumbrado a la falta de habla por parte de Carlo, sin embargo eso no quiere decir que le guste como están las cosas ─. Ya que no tienes mucho que hacer hoy, podrías acompañarme.
─ No lo creo. Preferiría que no ─ De manera desinteresada, esa es la única respuesta que obtiene del ojiceleste. Por el contrario de sus mismas expresiones, que no hacen otra cosa más que demostrar completa furia solamente con la simple idea de recordar a aquel hombre.
Efectivamente, podría decirse que la relación que estaba entre el abogado de la ciudad con el mafioso italiano, no es que fuera de las mejores, mucho menos algo que se tenga que admirar, ambos tenían aquella tensión hacia el otro, que no hacía más que fraccionar el ambiente, fuere donde fuere. Por un lado, se encontraba Carlo, el cual, demostraba una desbordante desconfianza hacia el pelinegro, y no sólo eso, también parecía odiarlo, puesto que, ante cualquier cosa, le deseaba la muerte. Por parte de Raúl, las cosas no eran distintas, este odiaba fielmente al italiano debido a todas las cosas que le ha hecho desde el día en que se conocieron, mostrando desinterés cuando se encontraba en un pésimo momento o incluso sólo lo ignoraba.
Y todo fue en picada desde aquel día.
Día del cual, Carlo no quiere ni saber y prefiere ocultarlo muy dentro de sí. Mismo día, que Salinas opta por no guardar en su memoria.
─ Entonces, ¿Luego del intercambio planeas regresar? ─ De una manera, demasiado subjetiva, podría decirse que José estaba entrometiéndose demasiado en las acciones que pueda hacer el menor de los Gambino, empero, las cosas no resultan ser así.
Carlo, se había dado cuenta de ello, no es como si su empleado quisiera realmente meterse en sus asuntos, es más bien un poco de seguridad hacia su persona, él lo único que quería era saber si podría confiar en que se encontrará bien donde sea que se encuentre. Analizar aquello, le hace sonreír en su interior, pues con eso entendía que en verdad le preocupaba al gitano.
Mira su plato medio vacío, girando la cuchara dentro de la leche y así formando un pequeño remolino, los cereales le seguían el ritmo, no se veía del todo interesado en hacer nada más que permanecer ahí encerrado.
Así que simplemente encoge de hombros y toma otra cucharada para continuar alimentándose.
─ Creo que me pondré a vender algo... ─ El teléfono dentro del bolsillo en su pantalón le entretiene un poco, cuando desbloquea la pantalla y va donde los mensajes, arruga un poco el entrecejo ─. O solamente les dejaré la mercancía y regresaré a casa, dependerá de que tanto quiera estar fuera.
─ Esta bien... Entonces, me encargaré del asunto del lavado ─ Jose ve la afirmación dada por su jefe, al haber temido con el contenido de su propio plato, se sienta más hacia atrás en la silla y comenzando a morder de la manzana que se había guardado para el final ─. Solo te recuerdo que hay que ser precavidos, desde que las ventas de Pirulas han aumentado, la seguridad en el norte ha crecido mucho.
El italiano asiente, él ya conocía el nuevo tema sobre la seguridad en Marbella, ya que estuvo presente en la junta donde García les mencionó sobre ello. Tal parecía, el CNP se percató de que sus anteriores medidas para atrapar camellos no había funcionado y por el contrario la venta de drogas se había elevado considerablemente; llegaron al punto donde ya incluso tenían un par de unidades policiales vigilando la zona norte, todos acompañados por caninos y eso sin contar que había una patrulla más en cubierto. Eso sólo era hablando de aquella zona, había también por la playa, en la zona rica de la ciudad y en el casino.
─ Tendré cuidado ─ Por su parte el rubio cenizo, también termina con su desayuno, dejando los platos en el lavadero, limpiándose las manos con un poco de agua ─. Hoy llegaste en moto, ¿Verdad?
Heredia, asiente sin pensarlo mucho, vender con motocicleta se había convertido en su marca, era mucho mejor de llevar y si un patrulla los lograba ver solo constaba con realizar unas curvas y desviarlos para perderlos nuevamente.
Carlo suspiro.
─ Primero vayamos a un garaje, habrá que sacar mi propia moto también.
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Rᴇɪɴᴀ [Mᴀʀʙᴇʟʟᴀ Vɪᴄᴇ]
FanfictionAun cuando era cuestionable, siempre supe entender quien era el más fuerte entre los dos. El siempre fue, quien ante cualquier adversidad se encontraba dispuesto a recibirte y consolarte, en tus peores momentos. Él siempre fue el motivo por el cual...