Rᴇɪɴᴀ [Mᴀʀʙᴇʟʟᴀ Vɪᴄᴇ]

|| 11 ~ Uɴᴀ Pʀᴏᴍᴇsᴀ Pᴇʀᴅɪᴅᴀ ||

─ ¿Carlo? ─ El energético y apresurado llamado por parte de Toni es lo suficientemente audible para que su hermano lograse escucharlo, sin embargo este seguía sin obtener alguna respuesta válida que le satisfaga, ni positiva ni negativa ─. Carlo, por favor. No me vengas con que estas cabreado otra vez.

El menor de los hermano Gambino se encontraba caminando de una manera apresurada directamente a donde su vehículo, quería salir de aquel sitio lo antes posible e incluso de ser necesario, le importaría poco tener la oportunidad dejar a su mayor varado a mitad del lugar en el que ahora se encontraban. Se encontraba cegado y no parecía estar pensando correctamente.

Por parte del rubio, este camina a toda la velocidad que se podía permitir, intentando igualar los pasos de su menor, pese a que era el mayor de los dos, Carlo es quien le superaba en estatura. Hoy era uno de esos días donde odiaba a la Genética. Pero estaba dispuesto a realmente alcanzarlo, detener su andar y saber el por qué tanta rabia lo rodeaba de un momento para otro, entender su disconformidad.

─ ¡Carlo! Escúchame... ─ Con un pequeño impulso que logra tomar, estira su brazo lo mejor que le es posible para que su mano de alcance al hombro de su menor, así forzarlo a detener su andar, para que así tenga que dar media vuelta y le enfrente cara a cara. Justo antes de siquiera poder decirle o reclamarle algo al respecto con sus acciones, el rubio cenizo gira bruscamente para mirarlo con muy marcado ceño fruncido y una amenazante mirada gruñona.

Tampoco es como si fuera la primera vez que lo ve de esa manera, prácticamente habían crecido juntos; pero tampoco puede evitar no darla por alta. Él ya sabía que sí esa expresión feroz sale a la luz es que no se trataba de una buena noticia, precisamente.

─ ¡Si! ¡Estoy enojado, joder! ─ Con una cruel e inmedible brusquedad aparta la mano que le sostiene, dejando que caiga de una manera tortuosamente lenta ─. Ahora, me iré. Si quieres o no venir conmigo, esto ya será asunto tuyo.

Dando ya su única advertencia y no esperando ningún tipo de respuesta o interrupción más, Carlo emprende a continuar con su andar, dejando ahí parado a Toni que lo mira en completo desconcierto. Quería entender tanto como le fuera posible a su consanguíneo, empero sigue sin comprender el por que, ¿Que fue en todo lo que había ocurrido para que el detonante prendiera y todo terminado en una situación como esa? Voltea la mirada hacia atrás, donde tranquilamente se encontraban esperándole tanto José como Anya, ambos mirándole con la misma expresión de completa consternación que seguramente él ha detener ahora mismo.

Se quedan observándose por un par de segundos, donde su expresiones confusas se convierten en unas más seguras y optimistas, José asiente sin dudarlo y Anya le apoya con una tranquila sonrisa. Ellos ya verían como regresar a la ciudad, tampoco estaban demasiado lejos del norte y estaban seguros que conseguir un vehículo será el menor de sus problemas; así que, en completa confianza, le dejan la tarea a Toni de lograr tranquilizar a su menor, a fin de cuentas, era él quien más sabia como tratarlo en sus momentos más temperamentales.

Con sólo aquello, lo entiende. El Gambino mayor no se hace del rogar, así comenzando a correr nuevamente detrás por donde su hermano para alcanzarlo y subir al vehículo como copiloto.

En cuanto el motor es encendido, Carlo hace una pequeña maniobra para comenzar a conducir sobre las pequeñas montañas y más tarde encontrarse con la carretera, dejando atrás a José y Anya. El silencio que inundaba en el lugar es demasiado molesto e incomprensible para Toni. El cual, al ver donde hermano; observa sus nudillos casi blancos por andar presionando con toda la fuerza que tiene el volante, su expresión fría y desafiante no se ve en absoluto disminuida, por el contrario, entre mas segundos pasaban, podía jurar que, le lograba ver el ceño cada vez más fruncido, si es que eso era posible.