|| 12 ~ Uɴ Pᴏsɪʙʟᴇ Aᴛᴇɴᴛᴀᴅᴏ ||

192 24 0
                                    

Lo siento, Carlo. ”

Todos sus intranquilos pensamientos no le permiten hacer nada más que divagar en aquellas tan simples y comunes palabras, que al mismo tiempo para él resultaban una fuerte estaca clavada en el pecho. Entonces, con un pequeño choque de manos es que él regresa a la realidad, su nueva realidad, Carlo bufa con sorna y sonríe amargamente.

─ No planeabas caer sólo, eh ─ Suelta su pensamiento en voz alta, durante aquellos últimos días no se ha sentido especialmente bien consigo mismo.

─ Disculpe, ¿Ha dicho algo? ─ Delante suyo, se encontraba uno de sus más habituales clientes, aquel joven hombre ─al cual Carlo le calculaba alrededor de los veinticinco años─ se encontraba ofreciéndole una muy beneficiosa cantidad de efectivo a cambio de algunas cuantas de sus Pirulas, de las cuales tenía en mano.

Él, simplemente no se atreve a decir nada más que negar retinente.

El Gambino se aclara la garganta y decide dejar aquella pequeña confusión como una simple anécdota, entonces le extiende los estupefacientes al drogadicto en turno, luego de haber recibido la cantidad de dinero correspondiente. Se aleja del sitio y se sube a su moto a un lado de la acera, claramente, después de haber guardado el efectivo que se cargaba, dentro del maletero de su vehículo; se pone el casco y luego de haber acelerado, cambia a alguna otra calle.

En aquella mañana, rato más tarde, luego de que su intercambio con su proveedor se haya realizado con un rotundo éxito, Carlo se regresó con tranquilidad a donde el almacén del cual se había ido antes, guardando ahí mayor parte de su mercancía y quedándose con una mínima cantidad para que él comencé a venderlas; de igual manera, el dinero sobrante que había dejado en B, luego de haber vaciado el maletín de las Pirulas, es nuevamente llenado con aquel efectivo que rodeaba al millón, sin mayor preocupación y se dirige a donde su otro almacén, del cual solo él tenía conocimiento.

Aun tiene memoria sobre qué, alrededor de ese momento aún seguía siendo demasiado temprano como para que siquiera saliera a la calle a vender, así que, sin pensarlo más, optó por aprovechar aquel pequeño rato para poder asistir a alguno de sus locales, como lo es El KRule, para así permitirse checar como es que las cosas estaban marchando e incluso, pasar a comprar un par de cosas que sabe y siente que necesita. Por su puesto, no hace ni falta mencionar que una vez estando ahí dentro, tal como esperaba, se topo con uno de sus actuales dependientes trabajando detrás del mostrador ─este al verle no hizo más que sonreír eufórico y lleno de alegría al permitirse verlo después de quien sabe cuántos días─ y de paso, también se percató que Viktor se encontraba ahí, el cual en completa calma le había mencionado que estaba realizando el chequeo diario de los locales y que más tarde iría donde el BBTelo.

En el momento que salió de ese lugar, se sintió horriblemente abrumado.

Entonces, después de aquello, Carlo decide regresar a su casa para poder tomar el bocadillo de la tarde, agradecido en que esa misma mañana, Heredia había preparado un poco de pasta. Él no se veía especialmente preparado para realizar de comer por sí solo. Después de eso, volvió a salir, estando más que dispuesto en realizar un poco de actividad, Moviendo un poco de Pirulas por la zona norte de la ciudad. De sobra, ya sabía que el que se pudiera a vender o no, tampoco es como si afectara, en otras palabras ni falta hacía que se encargará de la compra venta de su propia mercancía; debido a que, desde hace unas cuantas semanas atrás, Volkov, Anya y José habían logrado conseguir que algunas personas trabajarán para ellos como camellos de los cuales, ahora mismo puede apoyarse sin necesidad de él mover un dedo, por lo que, el estar moviendo Pirulas por la ciudad únicamente le servía para despejar sus pensamientos y distraerse un poco de sí mismo.

Rᴇɪɴᴀ [Mᴀʀʙᴇʟʟᴀ Vɪᴄᴇ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora