|| 13 ~ Vᴇɴɪᴅᴇʀᴏ Dᴇ Pʀᴇɢᴜɴᴛᴀs ||

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─ Vamos, ¿Yo qué voy a saber sobre todo esto? ─ Espeta el Italiano.

La feroz mirada que el moreno estaba residiendo por parte de Carlo no era algo que le agrade ver. José, actualmente se encontraba conduciendo de regreso al establecimiento del KRule, donde esperaban tener una platica un poco más comprensiva sobre lo que recientemente a acontecido.

─ Ahora mismo, se lo mismo que ustedes. Nada.

Toda la situación había ocurrido de la manera más confusa y rápida posible. Pues aún recuerdan, que luego de que Carlo les diera el aviso, Heredia y Volkov se habían ido a la dirección marcada a toda la velocidad que les fue posible realizar en la carretera, pues no sabían que podría pasar si se tardaban más de lo necesario, incluso Igor se encontraba de camino al mismo lugar debido a la petición del italiano.

Carlo -en lo que esperaba-, había dejado sin ser visto, su motocicleta en el garaje del norte, pues al no saber cómo es que las cosas concluirán, antes quería asegurar los pocos beneficios que había conseguido en el día. Salió corriendo de ahí, en el momento que vio el vehículo que ya reconocía como propiedad de José, estaba dispuesto a no enfrentarlos y simplemente escapar lo antes posible, pues no tenían más alternativas al ser únicamente cuatro contra la cantidad que sea del bando opuesto, corrió lo más rápido que sus piernas le permitían, con el arma en una de sus manos y con la idea de subir al vehículo.

Es en ese momento que escucha, el motor de una moto rugir, ahí es cuando se percata que ha sido descubierto, enfoca su mirada hacia adelante y observa como sus dos trabajadores bajan sin pensarlo dos veces y comienzan a disparar al conductor de la motocicleta, mientras este realizaba un movimiento en zigzag para no salir afectado.

El alcanzar al Gambino, se volvía una difícil prueba, pues había que realizar varias maniobras para evitar las balas que le apuntaban le dieran con éxito, incluso tuvo que bajar la velocidad mientras veía como el italiano corría campanante a donde sus dos posibles compañeros de organización. El hombre de la motocicleta no lo piensa más, saca su propia arma, como le es posible decide continuar con la guerra de armas. Detrás de este, aparece una camioneta negra ─posiblemente blindada─, con claramente cuatro hombres más, de los cuales tres, también comenzaron a disparar a Heredia y Volkov. Afortunadamente, el sitio estaba en un muy buen punto de mira para lo alto de algunas montañas, lugar donde Igor, como francotirador aprovecho para intentar ponchar las llantas de aquellos vehículos.

Luego de un rato más, el rubio cenizo logró llegar al coche de José, dando media vuelta y comenzando él también a disparar. Es después de eso, cuando una de las tantas balas lanzadas por José o Carlo, finalmente logra darle a la llanta delantera de la motocicleta, que debido a la falta de equilibrio por parte del conductor, termino estrellándose con la camioneta que tenía detrás y así lograr hacer que provocarán un pequeño accidente entre ellos.

─ Ya esta hecho. Igor, nos vemos en el KRule ─ La información que le es dada al ruso por medio de la radio, es rápidamente recibida y aceptada por este, afirmando su presencia en dicho lugar y cortando por completo su comunicación.

Los tres hombres, abren las puertas del coche, subiendo en sus respectivos asientos y de inmediato deciden marcharse del lugar, pues ahora mismo tenían dos problemas: primero, era sobre la ya posible participación de la policía, por lo cual esté en camino a la ubicación de donde ha ocurrido todo esto, siendo lo que menos querían y; segundo, tenían que aprovechar que aquel grupo no se encontraba en las mejores condiciones para seguirles el paso y así escapar de estos. Empero, un leve y casi inaudible quejido por parte del ruso Viktor es escuchado, Carlo se acercó a checarle y se dio cuenta de que tenía una herida de bala en su brazo izquierdo, una de aquellas tantas balas lo había alcanzado, debido a la adrenalina y velocidad del momento apenas se habían percatado de ello.

─ Esto no tiene ningún sentido ─ Comienza a decir José, con un poco de amargura en sus palabras, suspirando cansado e intentando mantener la calma mientras aún seguía detrás del volante ─. Ese grupo, no sabemos nada de ellos y por lo que podemos ver, han ido detrás de Carlo sin siquiera pensarlo.

Con las pocas cosas que el Gambino pudo explicar, tanto José como Viktor había descubierto que esto no se trataba de una simple coincidencia. Aquellas personas, de las cuales actualmente desconocen su identidad e intenciones, parecían que en verdad tenían temas que resolver con los italianos, se trataba de eso o sólo había una inexplicable guerra de egos.

─ No lo dudo... ─ Continúa el aludido, hablando aún perdido entre sus pensamientos ─. Podrían fácilmente haberse confundido por casualidad y si me hubieran dejado de seguir en el momento que deje la motocicleta. Me había quitado la sudadera y la máscara, no podían solo sospechar que yo sea el mismo sujeto al que buscan, pudieron simplemente ignorarme, confundirme con un civil ─ Todo estaba dando vueltas dentro de su cabeza y en verdad que se sentía mareado con todo esto ─. Pero no lo hicieron, lo cual me hace creer fácilmente, que ellos saben quien soy y tiene un problema conmigo, o la organización en general.

─ Pero, ¿Quiénes eran ellos? Eso es lo único que nos convendría ahora saber, ¿No? ─ Intervino en esta ocasión el ruso.

La hemorragia de su herida había sido pocamente intervenida por un torniquete con un pedazo de tela, la cual Carlo sacó de alguna prenda que había tirada en el coche.

Pasaron unos minutos más de camino para llegar al lugar acordado, minutos donde cada uno de ellos se quedó sumido en sus pensamientos internos, pensando en que había provocado todo este escándalo. Si, era una organización, así como tantas otras que hay en la ciudad, igual que todas llegando con la intención de ganar dinero de manera sencilla, aún con ello, los Gambino lo que menos han hecho es meterse en temas de guerra contra algunas otras bandas debido a su poco interés de intervención; entonces, aún con todo ello, ¿Qué es lo que había causado aquel detonante? ¿Por qué otro grupo organizado estaba en su caza? ¿Qué era lo que provocó el hecho intentar ir en contra ellos cuando ni ellos mismos saben quien rayos son?

No tenían ni siquiera una mísera respuesta.

En cuanto menos lo habían esperado, ya se encontraban estacionados fuera del local, bajaron de una manera tranquila del vehículo y se adentraron al establecimiento. Una vez ahí, observaron a uno de sus dependientes atendiendo a una horda de comensales, ese era la hora en que suelen haber más ventas.

José les dijo que se quedaría ahí a ayudar, mientras Viktor y Carlo se adentraban a la zona exclusiva de empleados, lo que menos querían era que se percataran de la herida del ruso, de ahí, ambos se metieron al almacén del cual muy pocas personas tenían acceso. En lo que esperaban, Carlo de entre las cosas del fondo, saca un pequeño maletín de primeros auxilios; esta tenía uso exclusivo para cuando terminaban en una situación similar, ya que sentían que resultaba muy sospechoso que asistieran regularmente al hospital únicamente para curarse heridas de bala, Carlo había aprendido junto con Toni a sanar ese tipo de heridas y de hecho todos en la organización tenían un poco de conocimiento; incluso José había logrado saber un poco, Anya resulta que desde su adolescencia también tuvo la oportunidad de conocer lo básico y Volkov no era excepción, su antiguo trabajo como comisario le hizo aprender a curarse así mismo.

Ya después de pasar algunos minutos más, José entra al lugar siendo acompañado por nadie más que Igor, quien se abrió paso entre ellos.

─ Igor, ¿Tu sabias quienes son ellos, verdad? ─ El italiano se encontraba concentrado, mientras cocía meticulosamente la herida del otro ruso luego de haber sacado la bala.

Sin embargo, la áspera forma de decirlo le erizo la piel a José y aún cuando no lo expreso, dejó un poco nervioso a Viktor.

─ Si, Igor sabier quien sier esas persionas ─ Le responde sin pensarlo siquiera.

Tal contestación, ya era esperada por el resto. No había organización en toda la ciudad de la que tanto Hai como Fedor o Igor no tuviera conocimiento.

Al final, el Gambino asiente con un notable ceño fruncido.

Rᴇɪɴᴀ [Mᴀʀʙᴇʟʟᴀ Vɪᴄᴇ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora