─ ¿Segura de que puedes andar sola? ─ Volkov estaba parado delante de Anya, mirándole con una completa preocupación sobre su persona e intentando ser lo más atento posible.
Hoy, después de casi un mes dentro de una camilla de hospital, Anya finamente podría decir que será liberada.
Durante su último chequeo realizado por rutina y al ver que todo se encontraba en perfecto orden, los doctores recomendaron que ella ya podría terminar con su reposo dentro del hospital, su única ─y aún visible─ lesión era su pierna rota que continuaba enyesada, aún que esto sólo continuará por dos días más, cien por ciento curada no estaba. Actualmente, tenía que estar usando muletas para no lastimarse el pie, en lo que espera a que se recupere completamente y al final le quiten aquel yeso; Volkov había intentado persuadirla en que se quedara al menos una semana más en reposo dentro de casa, algo que la albina no aceptó y por el contrario los convenció, tanto al ruso como a José, en que le permitieran seguir en el negocio, ya sea dentro de la organización o dependiente en alguno de los locales.
Lastimosamente, para que algo como ello tuviera lugar, tenían que proponérselo a Carlo. Él era el actual dueño de todo, si había algo que quisieran hacer, todo le tenía que ser comentado sin ningún tipo de queja ni objeción.
Y Carlo, en la actualidad tenía un gran odio hacia Anya.
Decir que ahora se encontraba en un estado de felicidad por cómo es que todo estaba pasando actualmente en su vida, se resumiría en una vil patraña. Ella no estaba para nada satisfecha, en ninguno de los sentidos actuales, para nada.
─ Si, estoy segura ─ La rusa, ya vestida con su clásico conjunto oscuro, se encontraba sentada sobre su camilla, mirando al suelo y observando, para nada feliz el yeso puesto sobre su pierna izquierda, arruga la nariz, a mala gana, sostiene sus muletas.
Podría considerarse que Anya estaba en un estado de negación absoluta, llenando sus pensamientos de miles y miles de preguntas, y ningún tipo de respuesta.
No sólo estaba triste, no sólo estaba ensimismada en sus últimos errores, no sólo esta intentando superar sus pesadillas internas; ella también se encontraba analizando sobre la verdad y la falsedad, pensando en aquellos pensamientos que el Gambino le había dicho aquella última vez que se vieron, intentando entenderse a sí misma y comprender que quizás, solo quizás, todo esto no había sido a causa suya, no como Carlo se lo había hecho creer semanas antes.
─ Bien, ya entendí ─ Viktor suelta un profundo suspiro de insatisfacción, observando a su amiga levantarse con apenas las suficientes fuerzas, quiso acercársele un poco ─pese a la negatividad─ para ayudarle; sin embargo, fue rápidamente detenido con una simple mirada.
Fue a causa de la misma insistencia de Anya, que tanto Heredia como Volkov decidieron ir directamente en su encuentro con el italiano y convencerlo de mínimamente permitirle seguir con ellos. Situación que, inevitablemente, estuvo llena de gritos, negatividades y peleas, pues Carlo, con cada insinuación que le querían dar a reflejar, continuó recio a sus propios pensamientos.
Ellos lo sabían, intentar hablarlo no sería tarea fácil ni mucho menos algo sencillo de lograr alcanzar de la noche a la mañana. Conocían el rudo y para nada amigable carácter del Gambino menor, más de lo que les hubiera gustado, y conseguir una mínima afirmación a su intento de razonamiento hacia él, constaría de una misión complicadas.
Para sorpresa de todos, Carlo terminó por aceptarlo aquella misma noche.
Cosa que, pese a ser lo que de primera mano querían como resultado, les terminó llenando de incertidumbres y dudas. ¿Por qué si decía tener un exuberante odio hacia la albina la terminó aceptando nuevamente dentro de su organización? ¿Por qué si Carlo antes demostraba desprecio con su simple presencia terminó por permitirle estar nuevamente a lado suyo? ¿Por qué ahora parecía demostrar su parte más razonable?
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Rᴇɪɴᴀ [Mᴀʀʙᴇʟʟᴀ Vɪᴄᴇ]
Hayran KurguAun cuando era cuestionable, siempre supe entender quien era el más fuerte entre los dos. El siempre fue, quien ante cualquier adversidad se encontraba dispuesto a recibirte y consolarte, en tus peores momentos. Él siempre fue el motivo por el cual...