Niall cerró los ojos y saboreó el olor del cuerpo de ___ bajo el suyo; la sensación de sus brazos envolviéndolo. Era suya. Podía sentirla temblar y latir alrededor de su mano, mientras su cuerpo se retorcía bajo sus caricias.
En cualquier momento llegaría al clímax.
Con ese pensamiento ocupando su mente por completo, le quitó la camisola e inclinó la cabeza hasta atrapar un duro pezón y succionar suavemente toda la areola, deleitándose en la sensación de la rugosa piel bajo su lengua.
No recordaba que una mujer supiese tan bien como aquélla.
Su sabor se le quedaría grabado a fuego en la mente, jamás podría olvidarlo.
Y estaba completamente preparada para recibirlo: ardiente, húmeda y muy estrecha; exactamente como a él le gustaba una mujer.
Rasgó de un tirón la pequeña prenda que se ceñía a las caderas de ____, y que le impedía un acceso total a aquel lugar que se moría por explorar completamente.
Y en toda su profundidad.
Ella escuchó cómo rompía las braguitas, pero no fue capaz de detenerlo. Su voluntad ya no le pertenecía; había sido engullida por unas sensaciones tan intensas, que lo único que quería era encontrar alivio.
¡Tenía que conseguirlo!
Alzando los brazos, enterró las manos en el pelo de Niall, incapaz de permitir que se alejara, aunque sólo fuese por un segundo.
Niall se quitó los pantalones a tirones y le separó los muslos.
Con el cuerpo envuelto en puro fuego, _____ aguantó la respiración mientras él colocaba su largo y duro cuerpo entre sus piernas.
La punta de su miembro presionaba justo sobre el centro de su feminidad. Arqueó las caderas acercándose aún más, aferrándose a sus amplios hombros. Deseaba sentirlo dentro con una desesperación tal, que desafiaba a todo entendimiento.
Y de repente, sonó el teléfono.
____ dio un respingo al escucharlo, y su mente recobró repentinamente el control
- ¿Qué es ese ruido? — gruñó Niall.
Agradecida por la interrupción, ____ salió como pudo de debajo de Niall; le temblaban las piernas y le ardía todo el cuerpo.
- Es un teléfono — dijo, antes de inclinarse hacia la mesita de noche y coger el auricular.
La mano no dejaba de temblarle mientras se lo acercaba a la oreja.
Lanzando una maldición, Niall se puso de lado.
- Selena, gracias a Dios que eres tú —dijo ____, tan pronto como escuchó su voz. ¡En ese momento agradecía muchísimo la habilidad que tenía Selena de saber el momento preciso en que llamar!
- ¿Qué pasa? — preguntó su amiga.
- Deja de hacer eso — le espetó a Niall que, en ese instante, se dedicaba a lamerle las nalgas en un movimiento descendente...
- Pero si no estoy haciendo nada — le dijo Selena.
- Tú no, Lanie.
El silencio cayó sobre el otro extremo de la línea.
- Escucha — le dijo ____ a Selena con una dura advertencia en la voz —. Necesito que busques entre la ropa de Chris y traigas unas cuantas cosas. Ahora.
- ¡Funcionó! — el agudo chillido estuvo a punto de perforarle el tímpano —. ¡Ay, Dios mío! ¡Funcionó!, ¡no puedo creerlo! ¡Voy para allá!
____ colgó el teléfono justo cuando la lengua de Niall bajaba desde sus nalgas hacia...
- ¡Para ya!
Él se echó hacia atrás y la miró con el ceño fruncido, estupefacto.
- ¿No te gusta que te haga eso?
- Yo no he dicho eso — contestó antes de poder detenerse.
Niall se acercó de nuevo a ella.
_____ bajó de un salto de la cama.
- Tengo que irme a trabajar.
Niall se apoyó en un brazo, tendido sobre un costado, y la observó mientras recogía los pantalones del pijama y se los arrojaba. Los agarró con una mano mientras sus ojos se movían, perezosamente, sobre el cuerpo de ____.
- ¿Por qué no llamas para decir que estás enferma?
- ¿ Que estoy enferma? — repitió —. ¿Y tú cómo conoces ese truco?
Él se encogió de hombros.
- Ya te lo he dicho. Puedo escuchar mientras estoy encerrado en el libro. Por eso puedo aprender idiomas y entender los cambios en la sintaxis.
Con la misma elegancia de una pantera que se endereza tras estar agazapada, Niall apartó el edredón y salió lentamente de la cama. No llevaba los pantalones. Y su miembro estaba totalmente erecto.
Hipnotizada, _____ fue incapaz de moverse.
- No hemos acabado — dijo él con la voz ronca, mientras se acercaba a ella.
- ¡Pues claro que sí! — le contestó _____, y huyó al cuarto de baño, encerrándose allí tras echar el pestillo a la puerta.
Con los dientes apretados, Niall tuvo la repentina necesidad de golpearse la cabeza contra la pared de tan frustrado como se sentía. ¿Por qué tenía que ser tan testaruda?
Se miró el miembro rígido y soltó un juramento.
- ¿Y tú no puedes comportarte durante cinco minutos al menos?
_____ se dio una larga ducha fría. ¿Qué tenía Niall que hacía que su sangre literalmente hirviera? Incluso ahora podía sentir el calor de su cuerpo sobre ella.
Sus labios sobre...
- ¡Para, para, para!
No era una ninfómana sin control sobre sí misma. Era una licenciada en Filosofía, con un cerebro; y sin hormonas.
Pero aun así, sería extremadamente fácil olvidarse de todo y pasar todo el mes en la cama con Niall. - Muy bien — se dijo a sí misma —. Supongamos que te metes en la cama con él un mes. Y luego, ¿qué? — Se enjabonó el cuerpo mientras la irritación desvanecía los últimos rescoldos de su deseo —. Yo te diré qué pasará después. Él se irá y tú, colega, te quedarás sola otra vez. » ¿Te acuerdas de lo que ocurrió cuando Paul se marchó? ¿Te acuerdas de cómo te sentías cuando te paseabas por la habitación, con el estómago revuelto porque habías permitido que te utilizara? ¿Te acuerdas de la humillación que sentías? Pero aún peor que esos recuerdos, era la imagen de Paul mofándose de ella a carcajadas con sus amigos, mientras recogía el dinero de la apuesta. Cómo deseaba haber sido un hombre en ese momento, para poder abrir la puerta de su apartamento de una patada y golpearlo hasta hacerlo pedazos. No, no dejaría que nadie más la utilizara. Le había costado años superar la crueldad de Paul, y no tenía ningún deseo de arruinar lo que había conseguido por un capricho. ¡Aunque fuese un fabuloso capricho! No, no y no. La próxima vez que se entregara a un hombre, sería con uno que estuviese unido a ella. Alguien que la cuidara. Alguien que no dejase a un lado su dolor y continuase usando su cuerpo buscando su propio placer, como si ella no importara nada — pensaba, mientras los recuerdos reprimidos regresaban a la superficie. Paul se había comportado como si ella no hubiese estado presente. Como si no hubiese sido más que una muñeca sin emociones, diseñada sólo para proporcionarle placer. Y no estaba dispuesta a dejar que la volviesen a tratar así, especialmente si se trataba de Niall. Jamás. Niall bajó las escaleras, maravillado por la brillante luz del sol que entraba por las ventanas. Le resultaba divertido el hecho de que la gente diese por sentado esos pequeños detalles. Recordaba la época en la que no se fijaba en algo tan simple como una mañana soleada. Y ahora, cada una de ellas era un verdadero regalo de los dioses. Un regalo que tenía toda la intención de degustar durante el mes que tenía por delante, hasta que estuviese obligado a regresar a la oscuridad. Con el corazón agobiado, se dirigió a la cocina, hacia el armario donde ____ guardaba la comida. Al abrir la puerta le sorprendió la frialdad. Alargó la mano y dejó que el aire frío le acariciara la piel. Increíble. Sacó varios recipientes, pero no pudo leer las etiquetas. - No comas nada que no puedas identificar — se recordó a sí mismo, mientras pensaba en algunas de las asquerosidades que había visto a la gente comer a lo largo de los siglos. Se inclinó hacia delante y rebuscó hasta encontrar un melón en uno de los cajones inferiores. Lo llevó a la encimera del centro de la cocina, cogió un cuchillo largo del soporte, donde ____ tenía al menos una docena de ellos, y lo partió por la mitad. Cortó un trozo y se lo introdujo en la boca. Cuando el delicioso jugo inundó sus papilas gustativas, gruñó de satisfacción. La dulce pulpa hizo que su estómago rugiera con una feroz exigencia. La garganta le pedía, con una sensación cercana al dolor, que le proporcionara un poco más de aquel relajante dulzor. Era tan estupendo volver a tener comida... Tener algo con lo que apagar la sed y el hambre. Antes de poder detenerse, dejó el cuchillo a un lado y comenzó a partir el melón con las manos, llevándose los trozos a la boca tan rápido como podía. ¡Por los dioses!, estaba tan hambriento... Tenía tanta sed... No fue consciente de lo que hacía hasta que se descubrió desgarrando la cáscara. Se quedó paralizado al ver sus manos cubiertas con el jugo del melón, y los dedos curvados como las garras de cualquier animal.
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El dios del sexo (Niall Horan y tu) Hot
FanfictionUna Antigua Leyenda Griega. Poseedor de una fuerza suprema y de un valor sin parangón, fue bendecido por los dioses, amado por los mortales y deseado por todas las mujeres que posaban los ojos en él. No conocía la ley, y no acataba ninguna. Su habil...