Capítulo 30

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Ella saltó y chilló al escuchar la voz de Niall a su espalda.
Él la observaba con curiosidad, con una expresión que muy bien podría haber encontrado divertida si no hubiese estado tan aterrorizada.
- ¿Estás bien? — le preguntó él.
- Sí, lo siento — dijo, colgando el teléfono —. Era ese paciente del que te hablé. Rodney Carmichael. Me saca de quicio.
- ¿Qué?
- Que me pone muy nerviosa — por primera vez, agradecía muchísimo la presencia de Niall. De no estar él, se habría ido a casa de Selena y Chris, en busca de su hospitalidad durante el fin de semana —. Venga — le dijo mientras apagaba la luz de la cocina —. ¿Nos vamos arriba y empiezo a enseñarte a leer?
Niall negó con la cabeza.
- No abandonas, ¿verdad?
- No.
- Muy bien — le respondió, siguiéndola escaleras arriba —. Acepto que me des clases si te pones la negligé roj...
- No, no y no — dijo ella, deteniéndose en mitad de la escalera y girándose para mirarlo —. Me temo que eso no va a ser posible.
Él se acercó y acarició el pelo que le caía sobre el hombro.
- ¿No sabes que necesito una musa que me anime a aprender? ¿Y qué mejor musa que tú vestida con...?
___ le colocó los dedos sobre los labios para impedir que siguiera hablando.
- Si me pongo eso, dudo mucho que vayas a aprender algo que no sepas ya.
Él le mordisqueó los dedos.
- Prometo comportarme bien.
Sabiendo que era una idea pésima, dejó que la convenciera.
- Será mejor que te comportes — le advirtió, mirándole por encima del hombro mientras acababa de subir los escalones.
____ entró en el enorme vestidor que su padre había convertido en biblioteca años atrás, y rebuscó en los estantes hasta encontrar su viejo cuento de Peter Pan.
Niall rebuscó en sus cajones hasta encontrar el deplorable atuendo.
Intercambiaron objetos en el centro de la habitación. ___ corrió hacia el cuarto de baño y se cambió de ropa pero, tan pronto como se contempló en el espejo, con la diáfana prenda roja, fue incapaz de moverse. ¡Puaj! Si Niall la veía con esas pintas saldría dando alaridos de la habitación.
Incapaz de soportar la humillación de verlo decepcionado por su cuerpo, se quitó la negligé y se puso su sencilla camisola rosa. Se envolvió en su grueso albornoz antes de regresar a la habitación.
Niall meneó la cabeza.
- ¿Por qué te has puesto eso?
- Mira, no soy idiota. No tengo el tipo de cuerpo que hace que los hombres babeen.
- ¿Qué estás intentando decirme?, ¿ que eres un hombre?
Ella frunció el ceño ante su lógica.
- No.
- ¿Entonces cómo sabes que tu cuerpo no despierta el deseo de un hombre?
- Porque no soy ciega. ¿Vale? Los hombres no babean por mí del mismo modo que las mujeres hacen contigo. ¡Maldita sea!, me considero afortunada cuando se dan cuenta de que soy una mujer.
- ___ — masculló, levantándose. Se puso en pie y se detuvo a los pies de la cama —. Ven aquí — le ordenó.
Ella obedeció.
Niall la colocó exactamente enfrente del espejo de cuerpo entero.
- ¿Qué ves? — le preguntó.
- A ti.
Él le sonrió.
Inclinándose, apoyó la barbilla sobre el hombro de ___.
- ¿Qué ves cuando te miras?
- Veo a alguien que necesita perder de seis a nueve kilos y comprarse un cargamento de crema antimanchas para hacer desaparecer las pecas.
A él no pareció hacerle gracia.
Le pasó las manos por la cintura, hasta la parte delantera del albornoz, donde descansaba el nudo del cinturón.
- Déjame que te diga lo que yo veo — ronroneó justo sobre su oreja, mientras colocaba las manos sobre el cinturón, sin abrirlo —. Veo un hermoso cabello, oscuro como la noche. Suave y abundante. Tienes el cabello ideal para que caiga en cascada sobre el vientre desnudo de un hombre, para enterrar la cara en él y aspirar su aroma.
___ empezó a temblar.
- Tienes un rostro con forma de corazón, semejante al de un pequeño diablillo, con labios llenos y sensuales que piden a gritos ser besados. Y con respecto a tus pecas, son fascinantes. Añaden un toque juvenil a tu encanto que te hace única e irresistible.
No sonaba tan mal dicho por él.
Le desabrochó el albornoz e hizo una mueca ante la visión de la camisola rosa. Abriéndolo del todo, siguió hablando.
- ¿Qué tenemos aquí? — masculló, devorándola con los ojos.
Antes de poder pensar siquiera en protestar, Niall le bajó el albornoz por los brazos y lo dejó caer al suelo, a sus pies. Volvió a apoyar la barbilla en su hombro mientras sus ojos la contemplaban a través del espejo.
Le alzó la camisola.
- Niall — dijo ella, cogiéndole la mano.
Sus miradas se encontraron en el espejo. ___ no pudo moverse, ya que la pasión y la ternura que se reflejaban en los ojos de Niall la sumieron en un estado de trance.
- Quiero verte, ___ — le dijo en un tono que dejaba a las claras que no admitiría un no por respuesta.
Antes de poder volver a pensar con claridad, él le quitó la camisola y pasó sus manos sobre la piel desnuda de su estómago.
- Tus pechos no son pequeños — susurró, incorporándose tras ella —. Tienen el tamaño perfecto para la mano de un hombre — y para demostrar su afirmación, acercó las manos y los cubrió con ellas. - Niall — balbució ___ con un gemido y el cuerpo abrasado —. Recuerda tu promesa. - Me estoy comportando bien — respondió él con voz ronca. Apoyándose sobre sus duros pectorales, ___ observó sin aliento en el espejo cómo Niall dejaba sus pechos y le acariciaba las costillas, descendiendo hasta las caderas y una vez allí, metía las manos bajo el elástico de sus braguitas. - Tienes un cuerpo hermoso, ___ — le dijo mientras le acariciaba el pubis. Por primera vez en toda su vida, lo creyó. Niall le mordisqueó el cuello mientras sus manos jugueteaban con los rizos oscuros de su entrepierna. - Niall — lloriqueó, sabiendo que si no lo detenía ahora no sería capaz de hacerlo más tarde. - ¡Shh! — le dijo al oído —. Ya te tengo. Y, entonces, separó los tiernos pliegues de su cuerpo y acarició su sexo. ___ gimió, consumida por la pasión. Niall capturó sus labios y la besó plena y profundamente. De forma instintiva, se dio la vuelta entre sus brazos para saborearlo mejor. La levantó del suelo, sin abandonar sus labios, mientras la llevaba hasta la cama. De algún modo, se las arregló para acomodarla sobre el colchón y tumbarse sobre ella sin dejar de besarla. Ciertamente tenía un gran talento. Y ¡uf!, ___ se sentía arder con sus caricias. Con su aroma escandalosamente sensual. Con la sensación de su cuerpo tendido junto a ella. Comenzó a temblar de pies a cabeza mientras él le separaba los muslos con las rodillas y se colocaba, aún vestido, sobre ella. Sentir su peso era algo maravilloso. Su cuerpo duro y viril, mientras restregaba sus esbeltas caderas contra ella. Aun a través de los vaqueros, podía sentir su erección presionando sobre su entrepierna. Como si estuviesen atraídas por un imán, sus caderas se alzaron acompasándose al movimiento de Niall. - Eso es, ___ — murmuró sobre sus labios, mientras seguía rozando su miembro hinchado contra ella, de un modo tan magistral que ___ supo que ya habría llegado al clímax si estuviese dentro de ella —. Siente mis caricias. Siente mi deseo por ti, sólo por ti. No luches contra él. ___ volvió a gemir cuando Niall abandonó sus labios y dejó un abrasador reguero de besos por su garganta, hasta llegar a sus pechos, que comenzó a succionar con suavidad. ___ deliraba de placer mientras enterraba las manos en el cabello de Niall. Él atormentó implacablemente sus pechos con la lengua. Todo su cuerpo temblaba por el tremendo esfuerzo que le suponía mantenerse vestido. Quería introducirse en ella con tanta desesperación que su cordura se desvanecía poco a poco. Con cada envite de sus caderas contra las de ___, le daban ganas de gritar por la agonía del deseo insatisfecho. Era la tortura más deliciosa que jamás había experimentado. Y todo empeoró al sentir a ___ deslizar las manos por su espalda, e introducirlas en sus bolsillos traseros para acercarlo aún más, apretándolo con fuerza. Niall se estremeció ante la sensación. - ¡Sí, oh, sí! — jadeaba ___ cuando él aumentó el ritmo de sus embestidas. Niall sintió que todo le daba vueltas. Tenía que hundirse en ella. Y si no podía hacerlo de una manera, por todos los templos de Atenas que lo haría de otra. Se apartó de ella y se movió hacia abajo, pasando los labios por su estómago y besándole las caderas mientras le quitaba las braguitas. ___ temblaba de pies a cabeza al sentir el poder que él ostentaba en ese momento.

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Hola esta es una nota de la autora,me gustaría saber si esta historia les gusta,para saber eso comenten,voten y hagan todo lo quieran con la historia :)

El dios del sexo (Niall Horan y tu) HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora