- ___, sabes que es así. Supongamos que rompemos la maldición; ¿de qué me va a servir? ¿Qué se supone que voy a hacer aquí? No puedo leer tu idioma, no sé conducir y no tengo posibilidades de trabajar. Hay demasiadas cosas que no entiendo. Me siento perdido...
Ella se estremeció ante la evidente angustia que Niall intentaba ocultar con todas sus fuerzas.
- Sólo estás un poco agobiado. Pero lo haremos pasito a pasito. Te enseñaré a conducir y a leer. Y con respecto al trabajo... sé que eres capaz de hacer muchas cosas.
- ¿ Como qué?
- No lo sé. Además de ser un soldado, ¿a qué otra cosa te dedicabas en Macedonia?
- Era un general, ___. Lo único que sé hacer es dirigir a un antiguo ejército en una batalla. Nada más.
___ tomó su cara entre las manos y lo miró con dureza.
- No te atrevas a abandonar ahora. Me has dicho que no tenías miedo a luchar, ¿ cómo puedes asustarte por esto?
- No lo sé, pero me asusta.
Algo extraño ocurrió entonces; ___ percibió que Niall le había permitido acercarse. No de forma muy íntima, pero por la expresión de su rostro se daba cuenta de que estaba admitiendo su vulnerabilidad ante ella. Y, en el fondo, sabía que no era el tipo de hombre que admite fácilmente ese hecho.
- Yo te ayudaré.
La duda que reflejaban los ojos marrones hizo que se le revolviera el estómago.
- ¿Por qué?
- Porque somos amigos — le respondió con ternura, mientras le acariciaba la mejilla con el pulgar —. ¿No fue eso lo que le dijiste a Cupido?
- Ya escuchaste su respuesta. No tengo amigos.
- Ahora sí.
Él se inclinó y la besó en la frente, atrayéndola hacia su cuerpo para darle un fuerte abrazo. El cálido aroma del sándalo la inundó mientras escuchaba cómo el corazón de Niall latía frenéticamente bajo su mejilla rodeada por sus bíceps tostados por el sol. Fue un gesto tan tierno que a ___ le llegó al alma.
- De acuerdo, ___ — le dijo en voz baja —. Lo intentaremos. Pero prométeme que no dejarás que te haga daño.
Ella lo miró ceñuda.
- Estoy hablando en serio. Una vez que me pongas los grilletes, no me sueltes bajo ninguna circunstancia. Júralo.
- Pero...
- ¡Júralo! — insistió él con brusquedad.
- Muy bien. Si no puedes controlarte, no te liberaré. Pero yo también quiero que me prometas una cosa.
Él se apartó un poco y la miró con escepticismo. No obstante, siguió abrazándola.
- ¿Qué?
___ apoyó las manos sobre sus fuertes bíceps y sintió cómo la piel de Niall se erizaba bajo su contacto. Él bajó la mirada hacia sus manos, con una de las expresiones más tiernas que ella había visto nunca.
- Prométeme que no vas a desistir — le dijo —, que vas a intentar acabar con la maldición.
La miró con una sonrisa extraña.
- Está bien. Lo intentaré.
- Y lo lograrás.
Niall sonrió al escuchar su comentario.
- Tienes el optimismo de una niña.
___ le devolvió la sonrisa.
- Como Peter Pan.
- ¿Peter qué?
Ella se alejó de sus brazos de mala gana. Tomándolo de la mano, lo llevó hasta la puerta del dormitorio.
- Acompáñame, esclavo macedonio mío, y te contaré quiénes son Peter Pan y los Niños Perdidos.- Entonces, ¿ese chico nunca se hizo mayor? — preguntó Niall mientras preparaban la cena.
____ estaba muy sorprendida, ya que él no se había quejado cuando le pidió que se encargara de la ensalada. Parecía bastante acostumbrado a usar cuchillos para cortar comida.
Sin muchas ganas de investigar aquella pequeña peculiaridad, se concentró en la salsa para los tallarines.
- No. Regresó a la isla con Campanilla.
- Interesante.
___ metió una cuchara en la salsa y, poniendo una mano debajo para que no goteara, se la acercó a Niall para que la probase, después de haberla enfriado.
- Dime qué te parece.
Él se inclinó, abrió la boca y dejó que ___ le diera a probar la salsa.
Ella observó cómo la saboreaba.
- Está deliciosa.
- ¿Demasiada sal quizás?
- No, está perfecta.
Ella sonrió alegremente.
- Ten — le dijo él, ofreciéndole un trozo de queso.
___ abrió la boca, pero él no se lo dio; aprovechándose de las circunstancias, se adueñó de sus labios para besarla a conciencia.
¡Cielo santo! Una lengua con tal capacidad de movimiento debería ser inmortalizada con un monumento, o encontrar el modo de conservarla para la posteridad. Semejante tesoro no podía desaparecer. Y esos labios...
Mmm, ___ no quería pararse a pensar en esos deliciosos labios y en lo que eran capaces de hacer.
Niall la sujetó por la cintura apretándola contra sus caderas, justo sobre el lugar donde su miembro se tensaba bajo los vaqueros. ¡Por amor de Dios!, este hombre estaba maravillosamente dotado y ____ comenzó a temblar ante la idea de que desplegara todos sus encantos sexuales para ella.
¿Sería capaz de sobrevivir a algo así?
Sentía cómo Niall se tensaba y cómo su respiración comenzaba a alterarse. Estaba dejándose arrastrar por la pasión, y ___ empezaba a temer que, si no lo detenía en ese momento, ninguno de los dos iba a ser capaz de parar después.
Aunque no le apetecía nada separarse de él, dio un paso atrás, deshaciendo el tórrido abrazo. - Niall, compórtate. Jadeando, observó la lucha que sostenía consigo mismo mientras la devoraba con los ojos. - Sería mucho más sencillo comportarse si no fueses tan jodidamente deseable. El comentario fue tan inesperado que ella se rio con ganas. - Lo siento — le dijo, captando el gesto irritado de Niall —. Al contrario de lo que te ocurre a ti, yo no estoy acostumbrada a que me digan cosas como ésa. El mayor cumplido que me han hecho nunca, fue el de un chico llamado Rick Glysdale. El día de la graduación, vino a recogerme a casa, me miró de arriba abajo y dijo: « ¡Joder!, te has arreglado más de lo que esperaba». Niall resopló. - Me preocupan los hombres de esta época, ___. Todos parecen ser unos completos imbéciles. Riéndose de nuevo, ella le dio un ligero beso en la mejilla y se acercó a la olla para sacar la pasta del agua antes de que se pasara. Mientras echaba los tallarines en el escurridor, se acordó del pan. - ¿Puedes echarle un vistazo a las baguettes? Niall se acercó al horno y se inclinó, ofreciéndole a ___ una suculenta visión de su parte trasera. Ella se mordió el labio inferior, mientras se esforzaba por no acercarse y pasar la mano por ese firme y prieto trasero. - Están a punto de quemarse. - ¡Ay, mierda! ¿Puedes sacarlas? — le preguntó, intentando no derramar el agua que estaba hirviendo. - Claro — Niall cogió el trapo de la encimera, y comenzó a sacar el pan. De repente, soltó un juramento que llamó la atención de ___. Ella se giró y vio que el trapo estaba ardiendo. - ¡Allí! — exclamó, quitándose de en medio —. Échalo al fregadero. Él lo hizo, pero al pasar por su lado, le rozó la mano con el trapo y ____ siseó de dolor. - ¿Te he quemado? — le preguntó. - Un poco. Niall hizo una mueca al cogerle la mano para examinarle la quemadura. - Lo siento — le dijo, un momento antes de llevarse el dedo de ___ a la boca. Atónita, no fue capaz de moverse mientras Niall pasaba la lengua por la sensibilizada piel de su dedo. A pesar de la quemazón de la herida, la sensación era muy agradable. Muy, muy agradable. - Eso no le viene bien a la quemadura — susurró. Con el dedo aún en la boca, Niall le dedicó una sonrisa traviesa y alargó el brazo para abrir el grifo, que estaba a su espalda. Hizo un círculo completo con la lengua alrededor del dedo una vez más antes de abrir la boca y colocarlo bajo el chorro de agua fría. Sosteniéndole el brazo para que el agua aliviara el escozor de la quemadura, se acercó a la planta de aloe, que estaba en alféizar de la ventana, y cortó un trozo. - ¿Conoces las propiedades del aloe? — le preguntó ella. - Sus propiedades curativas se conocían mucho antes de que yo naciera — respondió él. Cuando frotó el dedo con la viscosa savia de la planta, ____ sintió que un escalofrío le recorría la espalda y se le hacía un nudo en el estómago. - ¿Te sientes mejor? Ella asintió con la cabeza. Con la ternura y el deseo reflejados en los ojos, Niall contempló sus labios como si aún pudiese percibir su sabor. - Creo que, a partir de ahora, dejaré que seas tú la que se encargue del horno — le dijo. - Probablemente sea lo mejor. ___ se apartó de él y sacó las baguettes, que aún eran comestibles. Sirvió los platos y precedió a Niall hasta la sala de estar, donde se sentaron a comer en el suelo, delante del sofá, mientras veían Matrix. - Me encanta esta película — dijo ella cuando empezaba la película.
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El dios del sexo (Niall Horan y tu) Hot
Fiksi PenggemarUna Antigua Leyenda Griega. Poseedor de una fuerza suprema y de un valor sin parangón, fue bendecido por los dioses, amado por los mortales y deseado por todas las mujeres que posaban los ojos en él. No conocía la ley, y no acataba ninguna. Su habil...