Niall colocó el plato sobre la mesita de café y se acercó a ____.
- ¿Siempre comes en el suelo? — le preguntó antes de llevarse un trozo de pan a la boca.
Fascinada por la armonía de sus movimientos, ___ observó atentamente cómo la mandíbula de Niall se tensaba al masticar.
¿No había ninguna parte de su cuerpo por la que no se le hiciese la boca agua? Comenzaba a entender por qué el resto de sus invocadoras lo habían utilizado.
La idea de mantenerlo encerrado en una habitación durante un mes estaba empezando a resultarle muy tentadora.
Y además tenían aquellos grilletes...
- Bueno — dijo alejando su mente de aquella maravillosa y bronceada piel, y de lo bien que se vería si Niall estuviese totalmente desnudo y desparramado sobre su colchón —, está la mesa del comedor, pero puesto que la mayoría de las noches estoy sola, prefiero tomarme un tazón de sopa en el sofá.
Niall giró de forma magistral el tenedor sobre la cuchara, hasta que los tallarines estuvieron perfectamente enrollados.
- Necesitas a alguien que cuide de ti — le dijo antes de llevarse el tenedor a la boca.
____ se encogió de hombros.
- Yo me cuido sola.
- No es lo mismo.
____ lo miró ceñuda. Había algo en su voz que le indicaba que no lo decía desde el punto de vista machista. Niall hablaba desde el corazón y basándose en su propia experiencia.
- Supongo que todos necesitamos alguien que nos cuide, ¿verdad? — susurró ella.
Él giró la cabeza para ver la televisión, pero no antes de que ____ captara el destello del deseo en sus ojos. Ella lo observó mientras permanecía unos minutos atento a la película. Aun distraído, comía de forma impecable. ___ estaba toda cubierta de manchas de salsa, y él ni siquiera había dejado caer una sola gota.
- Enséñame cómo haces eso — le dijo.
Niall la miró con curiosidad.
- ¿El qué?
- Lo que haces con la cuchara. Me estás poniendo de los nervios. No consigo que mis tallarines acaben enrollados en el tenedor; se quedan todos sueltos y me pongo perdida.
- Claro, y no queremos que nos rodeen un montón de tallarines gigantes que lo dejen todo hecho un asco, ¿verdad?
____ se rio porque sabía que no hablaba precisamente de los tallarines.
- A ver, ¿ cómo lo haces?
Niall tomó un sorbo de vino y dejó la copa a un lado.
- Veamos, así me resultará más fácil enseñártelo.
Y se deslizó entre el sofá y ___.
- Niall... — le advirtió ella.
- Sólo voy a enseñarte lo que quieres.
- Hum... — exclamó dubitativa. De todos modos, no podía evitar sentir su proximidad le calara hasta los huesos, hasta el alma. La calidez del pecho de Niall se extendió por su espalda cuando la rodeó con sus maravillosos brazos.
Al sentarse tras ella, él dobló las rodillas, de modo que quedaron a cada lado de su cuerpo y cuando se inclinó hacia delante, ___ notó su erección presionándole en la cadera. Esta vez no se sorprendió. Curiosamente, estaba empezando a acostumbrase.
Sentía el poder y la fuerza de Niall mientras su cuerpo fibroso y esbelto se acomodaba tras ella, dejándola sin aliento y muy insegura.
Unos sentimientos extraños e intensos comenzaron a extenderse en su interior, jamás le había ocurrido algo así. ¿Qué tenía Niall que le hacía sentirse tan protegida y feliz?
Si se trataba de la maldición, deberían cambiarle el nombre, porque no había nada malévolo en las sensaciones que la embargaban.
- Muy bien — le dijo Niall, y su aliento le rozó la oreja haciendo que una descarga eléctrica la traspasara. Al instante, le cogió las manos y los dos juntos sostuvieron los cubiertos.
Cerró los ojos, mientras aspiraba el dulce aroma a flores que desprendía el cabello de ___. Estaba empleando toda su fuerza de voluntad para concentrarse en la tarea de enseñarle a comer tallarines, y olvidarse de lo mucho que deseaba hacerle el amor.
Ella deslizó provocativamente los dedos entre los suyos, intensificando de ese modo las sensaciones que su piel cálida y suave producían en Niall. Un nuevo tipo de desesperación se adueñó de él. Una que no era capaz de nombrar. Sabía lo que quería de ella, y no se trataba sólo de su cuerpo.
Pero no se atrevía a pensar en eso.
No se atrevía a tener esperanzas.
___ no estaba a su alcance. Su corazón se lo decía, y su alma. Ni todo el anhelo del mundo podría cambiar un hecho esencial: no se merecía una mujer como ella.
Jamás lo había merecido...
Abrió los ojos y le mostró el modo de usar la cuchara para ayudarse a enrollar los tallarines en el tenedor.
- ¿Ves? — murmuró, acercándole el tenedor a los labios —. Es sencillo.
Ella abrió la boca y Niall introdujo con cuidado el tenedor. Mientras lo sacaba, deslizándolo entre sus labios, sintió que experimentaba una nueva forma de tortura.
El corazón le latía a un ritmo frenético y salvaje, y su sentido común le decía que se alejara de ella.
Pero no podía. Llevaba tanto tiempo sin compañía. Tanto tiempo sin tener un amigo...
No podía dejarla ahora. No sabía cómo hacerlo.
Así que siguió dándole de comer.
___ se reclinó entre sus brazos. Apartó las manos de las suyas y dejó que él tomara el control. Mientras masticaba los tallarines, cogió un trozo de pan y se lo ofreció a Niall. Él le mordisqueó los dedos al ponérselo en la boca. ___ sonrió y le acarició el mentón mientras masticaba. ¡Uf! La forma en que se tensaba ese músculo bajo su mano... le encantaba cómo se movía su cuerpo, cómo se relajaban y se contraían sus músculos, por muy pequeño que fuese el esfuerzo. Una mujer jamás podría cansarse de mirarlo. Tomó un sorbo de vino y, mientras tanto, Niall le robó unos cuantos tallarines. - ¡Oye, tú! — le dijo bromeando —. Eso es mío. Sus celestiales ojos resplandecieron al sonreír, y le ofreció de nuevo el tenedor para que siguiera comiendo. Mientras masticaba, ___ le acercó la copa de vino a los labios. Desafortunadamente, no calculó bien y la alejó demasiado pronto, con lo que el vino se derramó por su barbilla y cayó sobre la camisa. - ¡Lo siento! — exclamó, limpiándole la barbilla con los dedos. Su incipiente barba le raspaba la piel —. ¡Jesús! ¡La que he formado! A él no pareció molestarle en absoluto. Le cogió la mano y se dedicó a lamer el vino que caía por sus dedos. ____ dejó escapar un gemido. Niall le lamía los dedos y los mordisqueaba con mucha suavidad, y ella se estremecía de la cabeza a los pies. Uno a uno, los fue limpiando meticulosamente. Y cuando acabó, le alzó la barbilla y capturó sus labios. Pero no fue el beso exigente y fiero al que ella estaba acostumbrada. El que utilizaba para seducirla y devorarla. Éste fue suave y tranquilo. Tierno. Los labios de Niall eran delicados pero exigentes. Entonces se alejó. - ¿Aún tienes hambre? — le preguntó. - Sí — balbució ___, sin referirse a la comida, sino a los apetitos que su cuerpo estaba experimentando junto a él. Niall le ofreció más tallarines. Cuando ella le acercó la copa nuevamente para calmar su sed, Niall le cubrió la mano con la suya mientras la observaba con ojos risueños. Así siguieron, dándose de comer y deleitándose en su mutua compañía, hasta el final de la película. Niall pareció muy interesado en las luchas finales. - Sus armas son fascinantes — comentó. - Supongo que para un general deben serlo. Él la miró de reojo y siguió atento a la película. - ¿Qué es lo que más te gusta de Matrix? - Las alegorías. Él asintió. - Tiene influencias de Platón. - ¿Conoces a Platón? — le preguntó sorprendida. - Lo estudié cuando era joven. - ¿En serio? No pareció divertido por la conversación. - Se las arreglaban para enseñarnos unas cuantas cosas entre paliza y paliza. - No estás hablando en serio, Niall. - Ya. Una vez acabó la película, la ayudó a recoger la cocina. Cuando ella cargaba el lavavajillas, sonó el teléfono. - No tardaré nada — le dijo mientras corría hacia la salita para contestar. - ___, ¿eres tú? Se quedó helada al escuchar la voz de Rodnay Carmichael. - Hola, señor Carmichael — lo saludó fríamente. En ese momento, habría matado a Luanne por marcharse de la ciudad. Tan sólo había tenido una sesión con Rodney, el miércoles, pero había sido suficiente para hacer que deseara contratar a un detective privado que buscase a Luanne y la trajera de vuelta. El tipo le daba escalofríos. - ¿Dónde estuviste hoy, ___? No estarás enferma, ¿verdad? Podría llevarte... - ¿No le cambió Lisa su cita? - Sí, pero estaba pensando que podíam... - Mire, señor Carmichael, no atiendo a mis pacientes en casa. Le veré a la hora de su sesión. ¿De acuerdo? La línea se quedó en silencio. - ¿___?
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El dios del sexo (Niall Horan y tu) Hot
FanfictionUna Antigua Leyenda Griega. Poseedor de una fuerza suprema y de un valor sin parangón, fue bendecido por los dioses, amado por los mortales y deseado por todas las mujeres que posaban los ojos en él. No conocía la ley, y no acataba ninguna. Su habil...