Capítulo 57

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Negando con la cabeza, él se alejó de su mano.
- ¡No! — exclamó, mesándose el cabello —. No sé a dónde pertenezco. No lo entiendes.
- Entonces, explícamelo — le suplicó _____.
- ¿Cómo voy a explicarte lo que es caminar entre dos mundos y ser despreciado por ambos? No soy humano, ni tampoco un dios; soy un híbrido abominable. No tienes idea de cómo crecí: mi madre me entregó a mi padre, que me entregó a su esposa, que me entregaba a cualquiera que estuviese cerca para alejarme de su vista. Y durante los últimos veinte siglos no he sido más que una moneda de cambio, algo que se podía comprar y vender. He pasado toda mi vida buscando un lugar al que poder llamar hogar. Buscando a alguien que me quisiera por lo que soy, no por mi rostro ni por mi cuerpo. — El tormento que reflejaban sus ojos hería a _____ como una quemadura.
- Yo te quiero, Niall.
- No, no es cierto. ¿Cómo ibas a quererme?
Ella se quedó boquiabierta ante su pregunta.
- Mejor di que cómo no iba a hacerlo. Dios mío, jamás en mi vida he deseado estar junto a alguien como ahora deseo estar contigo.
- Es lujuria, nada más.
Eso sí consiguió enfadarla. ¡Cómo se atrevía a despreciar sus sentimientos como si fuesen algo trivial! Lo que sentía hacia él era mucho más profundo que la mera lujuria, era algo que le llegaba hasta el alma.
- No me digas lo que siento o lo que no. No soy una niña.
Niall meneó la cabeza, incapaz de creer sus palabras. Se trataba de la maldición. Tenía que ser eso. Nadie podía amarlo. Nadie lo había hecho nunca, desde el día en que nació.
Pero que _____ lo amara...
Sería un milagro. Sería...
La gloria. Y él no había nacido para saborearla.
«Sufrirás como ningún otro hombre lo ha hecho.»
Sólo se trataba de otra estratagema de los dioses. Otro cruel engaño concebido para castigarlo.
Y ya estaba cansado. Exhausto y agotado por la lucha. Sólo quería escapar al sufrimiento. Buscaba un puerto donde refugiarse de aquellos aterradores sentimientos que lo asaltaban cada vez que la miraba.
____ apretó los dientes al ver la negativa en los ojos de Niall. Pero, ¿ quién podía culparlo?
Lo habían herido en incontables ocasiones. Pero de algún modo, de alguna forma, lograría probarle lo mucho que significaba para ella.
Tenía que hacerlo. Porque perderlo significaría la muerte para ella.

Niall mantuvo la distancia entre ellos lo que quedaba del fin de semana. Por mucho que _____ intentaba derribar la barrera que lo rodeaba, él la apartaba sin dudarlo.
Ni siquiera quería que le leyera.
Totalmente descorazonada, se fue al trabajo el lunes por la mañana, pero ni siquiera debería haberse molestado en acudir a la consulta. No podía concentrarse en otra cosa que no fuesen sus celestiales ojos cafés, cargados de confusión.
- ¿_____ Klein?
_____ alzó la mirada del escritorio y vio a una mujer rubia, increíblemente hermosa, de poco más de veinte años que estaba parada en el hueco de la puerta. Parecía que acababa de salir de un desfile de modas en Europa, con aquel traje de seda roja de Armani y las medias y los zapatos a juego.
- Lo siento — le dijo ____ —. Mi hora de visitas ha acabado. Si quiere volver mañana...
- ¿Tengo aspecto de necesitar a una sexóloga?
A primera vista, no. Pero claro, _____ había aprendido hacía ya mucho tiempo a no hacer juicios apresurados sobre los problemas de la gente.
Sin que la invitara, la mujer entró tranquilamente a su consulta con un andar presuntuoso y elegante que le resultaba extrañamente familiar. Caminó hacia la pared donde estaban colgados los títulos y certificados de ______.
- Impresionante — le dijo. Pero su tono expresaba todo lo contrario.
Se volvió para observar concienzudamente a ______ y, por la mueca burlona en su rostro, ésta supo que la mujer la encontraba seriamente deficiente.
- No eres lo bastante hermosa para él, ¿sabes? demasiado baja y demasiado rechoncha. ¿Y dónde has encontrado ese vestido?
Completamente ofendida, _____ adoptó una postura rígida.
- ¿Cómo dice?
La mujer ignoró su pregunta.
- Dime, ¿no te molesta estar cerca de un hombre como Niall, sabiendo que si tuviese oportunidad, jamás querría estar contigo? Tiene un cuerpo tan bien formado, es tan elegante... Tan fuerte y cruel... Sé que nunca antes has tenido detrás de ti a un hombre como él, y jamás volverás a tenerlo.
Atónita, _____ no era capaz de hablar.
Y tampoco tuvo que hacerlo; la mujer siguió sin detenerse.
- Su padre era como él. Imagínate a Niall con el pelo oscuro, un poco más bajo y de apariencia más vulgar, no tan refinado. Pero aún así, ese hombre tenía unas manos que... Mmm... — Sonrió pensativamente, con la mirada perdida —. Por supuesto Diocles tenía todo el cuerpo marcado por horribles cicatrices de las batallas; tenía una espantosa que le atravesaba la mejilla izquierda. — Entrecerró los ojos con ira —. Jamás olvidaré el día que intentó marcar a Niall con una daga, para hacerle esa misma cicatriz.
-
- Por supuesto que lo hice — espetó la diosa —. Le envié a Eros con mis regalos. Me los devolvió, con un mensaje que un hijo no debería decirle a su madre jamás. - Estaba herido.- Y yo también — gritó Afrodita. Todo su cuerpo temblaba de furia. Desconfiada y bastante asustada por lo que una diosa enfadada pudiera hacer con ella, _____ observó cómo Afrodita cerraba los ojos y respiraba hondo para calmarse. Cuando volvió a hablar, lo hizo con voz dura y el cuerpo tenso.- Aún así, envié de nuevo a Eros con más regalos para Niall. Los rechazó todos. Me vi a obligada a presenciar cómo juraba lealtad y servicio a Atenea en venganza. — Masculló el nombre de la diosa como si la despreciara. » Fue en su nombre que conquistó ciudades con los dones que yo le otorgué cuando nació: la fuerza de Ares, la templanza de Apolo y las bendiciones de las Musas y las Gracias. Incluso lo sumergí en el río Estigio para asegurarme de que ningún arma humana pudiera matarlo o dejarlo marcado y, a diferencia de lo que hizo Tetis con Aquiles, sumergí también sus tobillos para que no tuviese ni un solo punto vulnerable. — Meneó la cabeza como si aún no pudiese creer lo que Niall hizo.» Hice todo lo que estuvo en mis manos por ese chico, y él no me demostró la más mínima gratitud. Ni el respeto que merecía. Finalmente, dejé de intentarlo. Puesto que rechazaba mi amor, me aseguré de que nadie lo amara jamás. El corazón de ____ se detuvo al escuchar el egoísmo de la diosa.
Afrodita alzó la barbilla, altanera, como una reina orgullosa de sus frías y sangrientas hazañas.- Le maldije del mismo modo que él lo hizo conmigo. Me aseguré de que ninguna mujer humana pudiese mirarlo sin desear su cuerpo, y de que todo hombre que estuviese a su alrededor lo envidiara profundamente. ____ no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Cómo podía una madre ser tan cruel? Y tan pronto como ese pensamiento se alejó de su mente, la asaltó otro aún más horrible:- Tú fuiste la culpable de que Penélope muriera, ¿verdad?- No, eso fue obra de Niall. Por supuesto que yo estaba enfurecida cuando Eros me contó lo que había hecho por su hermano, y también porque Niall había acudido a él y no a mí.» Puesto que no podía deshacer lo que la flecha de Eros había conseguido, decidí mermar sus efectos. Lo que Niall tuvo con Penélope fue algo insípido, y él lo sabe. — Afrodita se acercó hasta la ventana y contempló la ciudad. 

El dios del sexo (Niall Horan y tu) HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora