Capítulo 34

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- Le había guardado las espaldas más veces de las que podía recordar. Me habían herido en batalla en incontables ocasiones por protegerlo, incluyendo una vez en la que una lanza me atravesó el costado. Y allí estaba él, burlándose de mí. No pude soportar la injusticia. Había creído que éramos hermanos. Y supongo que, al final, lo fuimos, ya que me trató del mismo modo que el resto de mi familia. Yo siempre había sido un hijastro bastardo. Solo y repudiado. No entendía por qué él tenía tantas personas que lo querían y yo no tenía a nadie. Herido y enfadado por sus palabras, hice lo que jamás debería haber hecho: invocar a Eros.
____ podía imaginarse fácilmente lo que había ocurrido.
- Hizo que Penélope se enamorara de ti.
Él asintió.
- Disparó a Demian con una flecha de plomo que mató su amor por Penélope, y a ella le disparó con una de oro para que se enamorara de mí. Se suponía que todo debía acabar ahí pero...
Meciéndolo con suavidad entre sus brazos, _____ aguardó a que encontrase las palabras exactas.
- Tardé dos años en convencer a su padre para que le permitiera casarse con un bastardo desheredado, sin influencias familiares. Para entonces, mi leyenda había aumentado y había sido ascendido. Finalmente logré acumular riquezas suficientes para hacer que Penélope viviese como una reina. Y, en lo que se refería a ella, no reparé en gastos. Teníamos jardines, esclavos y todo lo que se le antojaba. Le di libertad e independencia, como jamás tuvo ninguna otra mujer de la época.
- ¿Pero no era suficiente?.
Él negó con la cabeza.
- Yo necesitaba algo más y sabía que le ocurría algo. Aun antes de que Eros interviniese, siempre fue excesivamente vehemente. Dependía de Demian de un modo prohibido para las espartanas y, en una ocasión en que fue herido, se afeitó totalmente la cabeza como muestra de su dolor. Más tarde, una vez Eros disparó sus flechas, Penélope pasaba por largos periodos de depresión, o de furia. Yo hacía todo lo que podía por ella, e intentaba que fuese feliz.
____ le acarició el pelo mientras lo escuchaba.
- Decía que me quería, pero yo percibía que no se interesaba por mí del mismo modo que lo había hecho por Demian. Me entregaba su cuerpo de forma generosa, pero no había verdadera pasión en sus caricias. Lo supe desde la primera vez que la besé. Intenté engañarme a mí mismo, diciéndome que no importaba. Muy pocos hombres, en aquel entonces, hallaban el amor en el matrimonio. Además, me ausentaba durante meses, a veces, incluso años, mientras dirigía mi ejército. Pero al final, supongo que me parezco demasiado a mi madre, porque siempre anhelé más.
____ sufría enormemente por él.
- Y entonces llegó el día en que Eros también me traicionó.
- ¿Te traicionó?, ¿cómo? — preguntó ansiosa, sabiendo que ése era el origen de la maldición.
- Él y Príapo estuvieron bebiendo la noche posterior a que yo matara a Livio. Eros, borracho, le contó lo que había hecho por mí. Tan pronto como Príapo escuchó la historia, supo cómo vengarse.
Fue al Inframundo y cogió agua de la Laguna de la Memoria para ofrecérsela a Demian. Y en cuanto tocó sus labios, recordó su amor por Penélope. Príapo le contó lo que yo había hecho y le entregó más agua para que se la diera a beber a ella.
Niall sentía cómo sus labios articulaban las palabras, pero perdió el control de la narración. En lugar de intentar pensar en lo que iba a contar, cerró los ojos y revivió aquél aciago día. Acababa de entrar en la casa procedente de los establos, cuando vio a Penélope y a Demian en el atrio. Besándose. Atónito, se detuvo a mitad de camino, mientras una oleada de nerviosismo se apoderaba de él al comprobar la pasión de aquel abrazo.
Hasta que Demin alzó la mirada y lo vio en la puerta. En el instante en que sus ojos se encontraron, Demin curvó los labios.
- ¡Ladrón despreciable!. Príapo me contó tu traición. ¿Cómo pudiste?.
Con el rostro desfigurado por el odio, Penélope se abalanzó sobre Niall y lo abofeteó.
- Asqueroso bastardo, te mataría por lo que has hecho.
- Yo lo mataré — gritó Demian mientras desenvainaba su espada.
Niall intentó apartar a Penélope, pero ella se negó.
- ¡Por todos los dioses!. He dado a luz a tus hijos — dijo mientras intentaba arañarle la cara.
Niall la sostuvo por las muñecas.
- Penélope, yo...
- ¡No me toques! — le gritó zafándose de sus manos — Me das asco. ¿Crees que una mujer decente iba a quererte a la luz del día?. Eres despreciable. Repulsivo. — Se apartó de él y se acercó a Demian.— Córtale la cabeza. Quiero bañarme en su sangre hasta borrar el rastro de su olor en mi piel.
Demian blandió la espada. Niall dio un salto hacia atrás, poniéndose fuera del alcance del arma. De forma instintiva, buscó su propia espada, pero se detuvo. Lo último que deseaba era derramar la sangre de Demian.
- No quiero luchar contigo.
- ¿ Que no?. ¡Violaste a mi mujer y le hiciste llevar tu simiente, cuando deberían haber sido mis hijos a los que diese a luz!. Te recibí en mi hogar con los brazos abiertos. Te di una cama cuando nadie te quería cerca, ¿y así me pagas?. Niall lo miró con incredulidad. - ¿Te pago?. ¿Tienes la más mínima idea de las ocasiones en las que te he salvado la vida durante las batallas?. ¿De cuantas palizas me han dado en tu lugar?. ¿Puedes siquiera contarlas?. Y te atreviste a burlarte de mí. Demian se rio cruelmente. - Todos, excepto Kyrian, se burlaban de ti, idiota. De hecho, era el único que te defendía, con tanto empeño que a veces me hacía plantearme qué haríais juntos cuando estabais a solas. Suprimiendo la ira que le habría dejado totalmente expuesto y vulnerable al ataque Demian, se agachó para esquivar la siguiente estocada. - Déjalo, Demian. No me obligues a hacer algo de lo que los dos nos arrepentiríamos más tarde. - De lo único que me arrepiento es de haber dado cabida a un ladrón en mi casa — bramó Demian con ira, alzando la espada de nuevo. Niall intentó agacharse, pero Penélope se acercó hasta él por detrás y le propinó un empujón. La espada de Demian le dio en las costillas. Siseando de dolor, Niall sacó su propia espada y la blandió de tal modo que habría dejado a su amigo sin cabeza si le hubiese alcanzado. Niall intentó alcanzarlo, pero Niall se limitó a defenderse mientras intentaba alejar a Penélope del alcance de las espadas.
- No lo hagas, Demian. Sabes que tu habilidad con la espada es inferior a la mía. Demian intensificó el ataque. - No voy a dejar que sigas con ella, de ningún modo. Los siguientes segundos se sucedieron con inusual rapidez, pero aún así, Niall veía pasar la imagen por su cabeza con diáfana nitidez. Penélope lo agarró del brazo libre al mismo tiempo que Demian atacaba. La espada no hirió a Niall de milagro tras el empujón que le dio su esposa. Totalmente desequilibrado, intentó liberarse de Penélope, pero con ella en medio, lo que consiguió fue tropezarse hacia delante, a la vez que Demian avanzaba hacia ellos. En el instante en que chocaron, sintió cómo su espada se hundía en el cuerpo de Demian. - ¡No! — gritó Niall, extrayendo la hoja del vientre de Demian mientras Penélope dejaba escapar un atormentado chillido de angustia. Lentamente, Demian cayó al suelo. Arrodillándose, Niall arrojó su espada a un lado y cogió a Demian. - ¡Dioses del Olimpo!, ¿ qué habéis hecho?. Escupiendo sangre y tosiendo, Demian le lanzó una mirada acusadora. - Yo no hice nada. Fuiste tú el que me traicionó. Éramos hermanos y me robaste el corazón. Demian tragó dolorosamente mientras sus pálidos ojos atravesaban a Niall. - Jamás tuviste nada que no robaras antes. Niall comenzó a temblar, consumido por la culpa y la agonía. Jamás había tenido intención de que sucediera algo así. Nunca había querido que alguien saliese herido, y menos aún Niall.
Lo único que deseaba era alguien que le amara. Sólo quería un hogar donde fuese bienvenido. Pero Demian tenía razón. Él era el único culpable. De todo. Los chillidos de Penélope resonaban en sus oídos. Lo agarró del pelo y comenzó a tirar con todas sus fuerzas. Con una mirada salvaje, sacó la daga que Niall llevaba en el cinturón. - ¡Te quiero muerto!. ¡Muerto!. Le hundió la daga en el brazo, y volvió a sacarla para atacar de nuevo. Él la agarró a tiempo. Con un fuerte tirón, se deshizo de él y se apartó. - No — le dijo con una mirada desencajada — Quiero que sufras. Me quitaste lo que más quería. Ahora yo haré lo mismo contigo — y salió corriendo. Abrumado por el dolor y la furia, Niall no pudo moverse mientras veía como la vida abandonaba el cuerpo de Demian. Entonces, las palabras de su esposa se filtraron entre la neblina que confundía su mente. - ¡No! — rugió mientras se ponía en pie — ¡No lo hagas!. Llegó a la puerta de los aposentos de Penélope a tiempo para escuchar los gritos de los niños. Con el corazón en un puño, intentó abrirla pero ella la había atrancado desde dentro. Cuando logró abrirla, era demasiado tarde. Demasiado tarde...

El dios del sexo (Niall Horan y tu) HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora