En el hospital
Touya miraba a Shaoran con resentimiento, su voz cargada de amargura. —Desde que llegaste a mi familia, solo has traído problemas.
Shaoran agachó la cabeza, su expresión reflejando dolor y resignación. —Entonces, me retiro. Que tu madre se mejore. Sin más palabras, se dio la vuelta y se alejó por el pasillo del hospital, sus pasos resonando en el silencio.
Mientras observaba a Shaoran marcharse, Touya murmuró para sí mismo, con un dejo de satisfacción. —Eso está bien para mí. Desaparece de nuestras vidas.
Fuera del hospital, Shaoran se detuvo y sacó su teléfono, marcando un número con rapidez. —Necesito un guardaespaldas para la familia Kinomoto —dijo con urgencia—. Quiero que los cuiden y los vigilen discretamente.
El empleado al otro lado de la línea respondió con profesionalismo. —Sí, señor. Nos encargaremos de inmediato.
Shaoran asintió, aunque nadie podía verlo. —Gracias —cortó la llamada y levantó la mirada hacia el cielo nocturno, lleno de preocupación. —Sakura, tengo que encontrarte a ti y a nuestro bebé —pensó, con determinación.
En el campo
Sakura llegó al campo, un lugar que irradiaba paz y serenidad. El canto de los pájaros se mezclaba con el suave murmullo del viento, las flores estaban en plena floración y un extenso río serpenteaba a través del paisaje. La tranquilidad del lugar la envolvía como un cálido abrazo.
Con una sonrisa tranquila, acarició su vientre con ternura. —Mi bebé, ahora viviremos en este hermoso lugar por un tiempo —susurró, mientras caminaba hacia una casa de campo cercana.
La casa, un refugio de su niñez, estaba cubierta por una fina capa de polvo, pero seguía siendo tan acogedora como la recordaba. Abrió la puerta y miró alrededor, inundada por una ola de nostalgia. —Hace tanto tiempo... —murmuró, tosiendo ligeramente por el polvo—. Solía venir aquí con mi papá durante las vacaciones. Qué recuerdos tan dulces.
Con un suspiro, decidió que era hora de limpiar antes de que anocheciera. Pasó el resto del día removiendo el polvo y aireando las habitaciones. Cuando terminó, ya era de noche y, exhausta, se dejó caer en la cama para descansar.
A la mañana siguiente
Sakura despertó con los primeros rayos del sol entrando por las ventanas. —Buenos días, bebé —dijo con una sonrisa—. Vamos a dar un paseo hoy. El día se ve precioso.
Durante su paseo, llegó a un río y vio a una adolescente sentada, contemplando el paisaje. Se acercó a ella con una sonrisa amable. —Hola, ¿cómo te llamas?
La chica, sorprendida al principio, sonrió tímidamente. —Ah, hola.
—Lo siento si te asusté. ¿Puedo sentarme contigo? —preguntó Sakura, todavía sonriendo.
—Claro, no hay problema —respondió la joven, moviéndose para hacerle espacio.
Sakura se sentó junto a ella, mirando el paisaje. —¿No crees que es un lugar hermoso?
—Sí, lo es —admitió la adolescente—. ¿Eres nueva por aquí? Nunca te había visto antes.
—Sí, solía venir cuando era pequeña, pero no he estado aquí desde que mi papá falleció —explicó Sakura con un tono melancólico.
La joven la miró con compasión. —Oh, lo siento. No debería haber preguntado.
—No te preocupes —dijo Sakura con una sonrisa suave—. Pero dime, ¿por qué estás aquí?
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☆♡Cómo puedo convertirme en Ceo ♡☆
Romance🌹 La historia de Shaoran 🌹 Shaoran es un joven empresario frío y distante, marcado por la tragedia de haber perdido a su prometida en un accidente automovilístico hace tres años. Ocupa el puesto de Vicepresidente en la compañía familiar, pero su a...