Capítulo 14

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En la mansión de los padres de Shaoran

La vasta mansión de la familia Li, rodeada de jardines meticulosamente cuidados, se alzaba imponente bajo el cielo azul. Shaoran, de pie junto a una ventana en su propia residencia, observaba los jardines sin realmente verlos. Sus pensamientos estaban lejos, llenos de inquietud.

—Prepara el coche —dijo con un suspiro, dirigiéndose al mayordomo que esperaba pacientemente a su lado—. Voy a visitar a mi familia.

El mayordomo, un hombre de mediana edad con una postura impecable, asintió rápidamente. —Sí, señor —respondió antes de retirarse para cumplir con la orden.

Shaoran murmuró para sí mismo, el peso de la preocupación visible en su rostro. —Sakura, ¿dónde estás?

Llegada a la mansión de los padres de Shaoran

El coche negro avanzó por el camino de entrada bordeado de flores hasta detenerse frente a la majestuosa entrada de la mansión Li. Shaoran salió del coche, su expresión tensa y sombría mientras caminaba hacia la puerta principal.

Antes de que pudiera tocar la puerta, esta se abrió para revelar a su madre, quien avanzó para recibirlo con una cálida sonrisa.

—Hijo, qué bueno que hayas venido a visitarnos —dijo, su voz llena de afecto. Luego, su mirada se oscureció ligeramente, buscando a alguien que no estaba—. Pero, ¿por qué no ha venido tu esposa contigo?

Desde el interior de la mansión, su padre apareció, observando a Shaoran con preocupación. —¿Está enferma tu esposa, hijo?

Antes de que Shaoran pudiera responder, Meiling llegó apresuradamente, sus ojos reflejando una mezcla de curiosidad y ansiedad. —¿Qué ha pasado con Sakura?

Shaoran suspiró profundamente, enfrentando a su familia con una expresión abatida. —Les hablaré sobre lo que le pasó a Sakura —dijo con voz quebrada.

La preocupación se apoderó del rostro de su madre mientras tomaba la mano de su hijo. —No, no nos asustes, hijo. Dinos qué ha pasado.

Shaoran tragó con dificultad, su voz temblorosa. —Sakura... se fue. Y no sé dónde está ahora.

Meiling frunció el ceño, su voz mezclando furia y preocupación. —¿Por qué?

La respuesta de Shaoran fue un susurro apenas audible, cargado de dolor y arrepentimiento. —Porque abusé de ella.

El horror se dibujó en los ojos de su madre. —¡¿Qué?!

El padre de Shaoran, con el rostro endurecido por la ira, levantó la mano y le dio una fuerte cachetada. —¡¿Por qué lo hiciste?! Yo no te crié así.

Meiling, con una mezcla de tristeza y una satisfacción interna apenas disimulada, murmuró. —Primo, ¿cómo pudiste? —Por dentro, se regocijaba. (¡Por fin esa cucaracha se ha ido de mi camino sin necesidad de mover un dedo!)

Shaoran aceptó el golpe, sus ojos llenos de lágrimas. —Sé que lo que hice no tiene perdón, pero debo encontrarla a ella y a nuestro hijo.

La sorpresa invadió el rostro de su madre. —¿Sakura está embarazada?

El padre de Shaoran levantó la mano, como si fuera a golpearlo de nuevo, pero se detuvo, controlando su furia. —Debemos buscarla y pedirle perdón a esa muchacha —dijo con voz tensa.

Shaoran asintió, lleno de determinación. —Lo haré.

Meiling, en silencio, se mordió el labio, sus pensamientos oscuros. (No... ¡Esa mujer va a seguir uniéndolo a ella! Si esto sigue así, lo perderé. Tengo que hacer algo de inmediato).

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