Llevamos medio día caminando por las tiendas del pueblo buscando lo necesario para la bienvenida, realmente estoy cansada de estar acá.— Dulcenia ¿Qué te parece?
Volteo rápidamente hacía la Sra cassandra.
— Exactamente ¿Qué? Todo me parece grandioso.
Realmente no tengo interés en la bienvenida, y tampoco tengo idea de lo que dijo pero para que no diga nada, responderé de la manera más hipócrita que existe, fingir interés en lo que dijo.
— Que deberíamos poner luces de neón.
¿En el día?
— Bueno considerando el hecho que ya se han arrepentido de sus pecados, vendrán a un pueblo totalmente religiosa. Eso quiere decir que confirma mis dudas
— ¿De dónde saca eso? Que yo sepa solo van a venir al pueblo no hacer un sacrifico — lanzó una mirada cargada de burla y falsa inocencia mientras observo con simpleza y aburrimientos las serpentinas en la tienda de fiestas.
La señora Cassandra se limita a irse hacia otro pasillo de la tienda. No sin antes lanzarme una mirada cargada de asombro por mi osadía, mirada que me importa un comino, hemos caminado por treinta minutos por cada tienda, y ella feliz de la vida.
A veces me pregunto, como sería la vida si pudiera irme a Escocia con mi hermano, puede recibirme allá y creo que es momento de iniciar mi propia aventura lejos de de todo esto, una de esas aventuras que aparecen en los libros.
No encontró lo que ella estaba buscando, sinceramente creo que ya llevamos bastante pero no, ella quiere más cosas. Creo que en vez de una bienvenida tranquila será una fiesta.
Caminamos a la plaza donde se hacen este tipo de reuniones, llegamos en menos de cinco minutos, la gente decora todo, pone todo su empeño, en cierta parte me dan pena ajena pero por otro lado a ellos les gusta mucho estas cosas ¿Quién soy yo para criticar eso? Siempre he querido una fiesta de cumpleaños y nunca he tenido una, siempre soplaba las velas afuera de la institución con mi hermano, digamos que no era muy querida en la institución por ende nunca me hicieron nada directamente, siempre veía como mis demás compañeras tenían grandes pasteles de cumpleaños. A veces los adultos no saben cuánto daño nos hacen con sus acciones, piensan que está bien "castigarnos" para aprender la lección. Yo aprendí a hacer mejores mis planes y siempre salirme con la mía.
Ya han terminado la decoración, quedó linda en cierta parte, por otro lado me pongo a un lado de todos ellos, justo debajo de un árbol, se podría decir que estoy cerca pero no tanto porque no quiero estar allí. Llevamos una hora esperando a que ellos vengan y nada de nada, estoy a nada que me voy, me levanto del asfalto cuando de la nada veo como llegan diez camionetas negras a la entrada.
Captan mi atención a tal punto que quiero acercarme pero como doña estúpida que soy se me olvidó sujetar las trenzas de mis zapatos, mandándome al suelo, haciendo que me muerda la lengua, llenando a mis papilas gustativas con sabor de la sangre.
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Balas y Rosas ©
AçãoLas personas mágicas existen. Aparecen de la nada. Son aquellas que saben ganarse la confianza rápido y de forma inesperada. De pronto un día llegan a tu vida, empiezan a hablar de todo, de alegrías, daños, experiencias, penas y heridas. Cuando te d...