Capítulo 30|La vida

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No he podido dejar de mover la pierna estando en la sala de espera, habían tomado una muestra de sangre para la confirmación del embarazo u otra cosa, también hicieron un examen pélvico, entre otros; hemos estado aquí por mucho tiempo y la verdad ...

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No he podido dejar de mover la pierna estando en la sala de espera, habían tomado una muestra de sangre para la confirmación del embarazo u otra cosa, también hicieron un examen pélvico, entre otros; hemos estado aquí por mucho tiempo y la verdad ya me estoy hartando. Lian está a mi lado izquierdo y Francia en el derecho, ambos tienen el entrecejo fruncido, un enfermero intento coquetear conmigo. Dado el caso me asusté y me quedé sin responder; Lian por otro lado había estado buscando unas bebidas y Francia estaba en el baño.

El enfermero intentó coquetarme pero al ver que me quedé sin responder empezó a preocuparse, Francia llegó corriendo, prácticamente lo lanzó a un lado. Cuando el enfermero me preguntó si quería salir con el, Francia casi le saca los ojos. En pocas palabras le dijo "te daré una razón para que alguien cuide de ti" el pobre enfermero se fue corriendo y no pude estar más agradecida de que me ayudará.

Sin embargo sé, que tengo que aprender a soltarme en estos temas pero realmente no supe cómo responder; Francia le contó a Lian y pues, aquí están, ambos molestos.

—¿Están molestos por mi culpa? — pregunto en un susurro. No puedo evitar pensar eso.

—No Dulcenia, no estamos molestos contigo. — responde Lian confundiendome.

Mientras ellos mantenían su mal humor, una punzada en la cabeza hizo que recostarme en la pared de atrás, regular mi respiración mientras las punzadas seguían no era tarea fácil. Me mantuve así con los ojos cerrados hasta que sentí la mano de Francia.

—¿Estas bien?

—Si, tranquila —miento, ya no quiero preocupalos tanto, me hacen sentir frágil, como si de un cristal se tratara, a veces eso suele gustarme pero hay días, como este, en donde quiero valerme por mi misma y la situación no me colabora.

Quiero descansar, el dolor de cabeza me está matando. Me levanto para ir al baño, necesito lavarme la cara aunque sea un poco para poder ver los exámenes. Les aviso que volveré enseguida y me voy; las enfermeras han sido muy amables unas que otras, y el hospital... Realmente me gusta el olor, huele a limpio.

Una vez entro al baño me llega un aroma a carne quemada, las náuseas no se hacen esperar así que entro a un cubículo y boto pura saliva, ya que no he comido nada para hacerme los exámenes. Las lágrimas, el sudor, la cabeza martillandome; sinceramente no le deseo esto a nadie. Una vez calmada salgo y veo mi reflejo en el espejo. Estoy horrible, parezco un muerto de lo pálida que estoy, lavo mi cara rápidamente, enjuague mi boca con agua y me fui tan rápido de allí.

Trato de caminar lo más rápido posible para sentarme de nuevo con Lian y Francia, no quiero preocuparlos de más. Cuando llego ambos están sentados con el teléfono en la mano, a veces solo a veces pienso que tengo un GPS y que ellos tienen el mando, solo para saber en dónde estoy y con quién. Descarto muchas veces la idea, pero sé que si en algún momento pasará no me sorprendería demasiado. Antes de llegar me tomo unos minutos para sentarme junto a ellos. Camino y mientras me voy acercando ambos giran la cabeza al mismo tiempo, mirándome de la misma forma y no puedo estar más soprendida, sé que han trabajado juntos desde hace mucho tiempo y que a veces pueden tener gestos iguales pero hay días; como estos, en donde tanta similitud asusta.

Balas y Rosas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora