Fuego, mucho fuego, personas gritando. Una iglesia en llamas, y dos niños que no tenían la culpa de mis actos.
—¿¡Que hiciste!? — mi madre con lágrimas en los ojos y rabia en la cara me gritaba y empujaba.
Ella como juez condenandome como culpable... Y yo como victima, con el arma en mano sin saber que lo había hecho en defensa propia. Aunque...
— ¡juro que no lo hice para lograr hacer esto!
— ¡Cállate! ¡Eres una estúpida! Mira lo que hiciste, mira lo que tú ocasionas
El fuego se extendía, la casa se quemaba, las personas morían y el pueblo no hacía nada. ¡Oh querido Dios! Tú que todo lo sabes, dame fuerzas para seguir, dame fuerzas para no volver a cometer una locura.
Mi madre me golpeaba mientras que mi padre solo miraba con un cigarro y un rosario en mano, mientras me veía y rezaba.
El como expectador de un crimen y yo como víctima sin saber que los roles se invertirían
— ¡Despierta ya!
Me levanté exaltada, con la respiración acelerada, podía sentir el sudor de mi cuerpo, tuve una pesadilla. O peor aún, recordé. Recordé lo que no quiero que sepan.
Nick me tenía sujeta de los hombros, hasta que me volvió a sacudir, el no sabía que ya había despertado.
—¡Nick ya! — me removí de sus brazos para poder observar la habitación. Lían estaba despierto con los ojos rojos a mi lado y despeinado, no se podría ver más lindo que recién levantado; Nick estaba sin camisa y con una mascarilla facial verde; Lucien estaba con una camisa grande y una mascarilla facial.
— Gritaste, lloraste, no se cómo es que sigues hablando, ¿Que pasó? — hablo Lían acomodándose en la cama para no darme la espalda, todos se sentaron en la cama, expedantes a mi relato
— tuve una pesadilla —y mentí nuevamente, y Lían lo sabía —lamento hacer que estén siempre pendiente de mi, me siento culpable por haberlos levantando.
Todos de miran hasta soltar una enorme carcajada — tú de verdad eres una tonta Dulcenia — hablo Lucien con cara de pocos amigos — deja de disculparte por todo, si nosotros nos preocupamos por ti es porque nos importas, no te sientas culpable —no me di cuenta que Lian y Nick se habían ido de la habitación — Dulcenia, basta de sentir culpa por cosas que no te concierne.
—No puedo evitarlo Lucien, que aunque quiera, es inevitable —me levanto de la cama estirándome para poder arreglarme —no es algo que pueda hacer de la noche a la mañana.
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Balas y Rosas ©
AcciónLas personas mágicas existen. Aparecen de la nada. Son aquellas que saben ganarse la confianza rápido y de forma inesperada. De pronto un día llegan a tu vida, empiezan a hablar de todo, de alegrías, daños, experiencias, penas y heridas. Cuando te d...