Santiago, Chile.
Rubi, Sergio y Ágata se encontraban ya dentro del departamento. La castaña estaba sentada en el sofá, mientras que su mamá y Sergio estaban de pie, este último se movía de una manera inquietante.
- Por eso la Maquita se fue, ahora todo me cuadra, ella ya sabía que la Rubí volvería a Santiago, ¿le dijo usted? - Le preguntó a Ágata.
- A ver, Sergio, cálmate. - Le pidió. - La Rubí no se vino para Santiago, anda con el Miguel resolviendo unas cosas de la empresa de ellos no más. Y yo no hablo con tu hija, tú ya sabí esa cuestión.
- No, no le creo. Aquí hay gato encerrado y yo no me voy a quedar sin hacer nada.
- A ver, caballero, bájese dos estaciones de metro. - Intervino Rubí poniéndose de pie frente a él. - Mi mommy ya le dijo, yo no volví, vine por unos días no más, y déjese de hablar tonteras, si con la Maca perdimos el contacto hace meses. Ella no tiene idea que yo estoy aquí. - Mintió. Sergio la miró con desconfianza.
- Sí po', y yo le había contado a la Rubí que la Maca se había ido, para que si venía, viniera a verme tranquila. - La castaña asintió ante esa información.
- ¿Y por qué no me contó a mí que su hija venía para acá? - Le preguntó Sergio a Ágata. La mayor se puso nerviosa y empezó a titubear tratando de inventar una excusa.
- ¡Porque era sorpresa! - Respondió Rubí rescatando a su mamá de la situación.
- ¿Sorpresa? Yo no la ví sorprendida cuando abrió la puerta. - Dijo el hombre mayor.
- No, porque la Rubí llegó ayer po'. Como ayer nosotros no nos vimos ni hablamos, no te conté. - Habló Ágata. Sergio se quedó pensando unos segundos, pero finalmente pareció creer la historia.
- Bueno, está bien. - Dijo. - Yo solo venía a decirle que mi colega me dió unos datos de casa, para que la veamos. - Agregó.
- ¿Casa? ¿Se van a cambiar? - Preguntó Rubí.
- Sí, o sea, aún estamos viendo dónde, pero sí. - Respondió el mayor.
- No me había contado eso, mommy.
- Pero si te había dicho que nuestros departamentos eran muy chicos como para mudarnos todos a uno po'. - Le respondió.
- Sí, pero no me contó que estaban viendo casas.
- Ah, es que quería contarte cuando ya fuera un hecho, ¿cachai? - Rubí asintió aún confundida con todo lo que acababa de pasar. - Ya po', después me mandái el dato y lo vemos. - Le dijo esta vez a Sergio.
- Sí, yo ya me tengo que ir al trabajo. Ahí se lo mando por la aplicación esta. - Dijo apuntando su celular. - Chao, Rubí. - Se despidió de la castaña.
- Chao. - Le respondió mientras observaba como su mamá lo acompañaba hasta la puerta. La castaña volvió a sentarse en el sillón esperando que Sergio se fuera, para poder hablar con Ágata.
- Ya, gracias mi piedrita por salir al rescate. - Le dijo sonriendo sentándose frente a ella en el sofá individual.
- ¿Y por qué no le contó al Sergio que yo venía? - Preguntó sin dejar de mirarla.
- Ay, es que el Checho... Se pone raro con el tema, es como si estuviera obsesionado con la idea de que tu vai a venir a buscar a la Maca. - Le contó. Rubí se puso nerviosa. - Por eso no más no le conté, no pensé que tú justo te fueras a encontrar con él.
- Igual era muy probable po', mommy.
- Sí, pero una siempre tiene la esperanza po'. Pero gracias, de verdad que te luciste con ese rescate. - Rió.
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Mi salvación, eres tú || Rubirena
FanfictionRubí llevaba meses atrapada en una vida de la que se sentía prisionera. Y cuando creyó estar preparada para escapar, fue obligada a desistir. ¿Cuánto más debía aguantar? Su alma deseaba solo una cosa: Ser rescatada. Por ella.