Capítulo 4

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Punta Arenas, Chile.

Macarena se miró al espejo una última vez. Había escogido usar un body rojo, con una falda negra y sus botines del mismo color. El look era muy veraniego, pero para no pasar tanto frío se puso su chaqueta de cuero negra encima. Miró a través del espejo el periódico encima de su cama y la carta encima del pequeño velador.

El dia anterior, al regresar de su paseo, se encontró con el kiosko de la plaza abierto, así que sin dudarlo compró el diario donde aparecía información del matrimonio. Fue un error. Había perdido la cuenta de cuantas veces había leído la nota.

<< Miguel y su futura esposa podrán heredar más del 80% la fortuna de Juan José Sánchez, abuelo de Miguel, luego de formalizar su unión ante el registro civil. Le recordamos que las empresas los Sánchez (ganadería y lácteos “Los Sánchez”) son unas de las más reconocidas a nivel regional y nacional>>

<<Y cuando la familia crezca, podrán ser dueños de hasta el 100%, así lo explícita el testamento de su difunto abuelo>>

<<¿Rubí lo habrá hecho por amor o dinero? Hasta donde sabemos, la chica proviene de una humilde familia oriunda de Pudahuel (Región Metropolitana), y se mantienen económicamente por una pyme de ropa interior de su madre>>

A Macarena le daban ganas de llorar de la rabia que sentía al tan solo pensar que Rubí estaba haciendo todo eso por el dinero, por su familia. La primera vez que lo leyó, se dijo a sí misma que la castaña no era así y que de seguro había otra explicación detrás, pero luego de leerlo, quién sabe cuántas veces, comenzaba a creerle al periodista que había escrito la nota. En alguna parte de su cerebro le hacía sentido. Pensaba en que podía ser verdad, por eso Rubí nunca le contaba la razón verdadera por la que no alejaba a Miguel de su vida, por eso se incomodaba cuando conversaban de dinero, por eso se había puesto a la defensiva cuando un día leyeron una noticia de una joven de 21 años que se había casado con un multimillonario de 65.

- Igual cuático lo que hace la plata. - Dijo Macarena mientras leía.

- ¿Por qué decí eso? - Preguntó Rubí.

- Porque la mina se casó con él solo por la plata po'.

- Ya, pero tú no tení idea de lo que hay detrás.

- Ay, si sé que no, pero para casarse solo por plata... Tení que estar bien cagá. - Comentó Macarena con una risita, pero a Rubí no le hizo gracia.

- Oye, no seái así, hay gente que necesita plata y a veces no tienen mejor opción, quizás necesitaba ayudar a su familia, no sé. Tu no sabí que hay detrás. - Por alguna razón Rubí se sentía identificada con la historia. Sin embargo, como Macarena no tenía idea de nada, le confundió la actitud de la castaña.

- ¿Por qué te enojái tanto? ¿Qué onda?

- No, si no me enojo, pero no me gusta la gente que juzga a los demás sin cachar bien el transfondo.

- Ya, perdón. Andái un poquito sensible.

- Ná que ver. - Se defendió.

- ¿Tu estaríaí con alguien por plata? - Le preguntó la menor logrando ponerla más incómoda de lo que estaba.

- No, pero si lo hiciera me gustaría que la gente se dedicara a indagar más allá antes de juzgar. - Le respondió dejando otro mensaje oculto en su respuesta.

- Ya, si ya entendí que te molestó, perdón. - Volvió a decir.

Y todo le hacía más sentido cuando recordaba que un día, por error, escucho a Ágata hablando con su papá de que su pequeña pyme se estaba yendo a pique. Sin embargo, aún le costaba creer que Rubí aceptara casarse con alguien que no quería, solo por dinero.

Mi salvación, eres tú || RubirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora