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Los llantos de Chan a las cuatro de la madrugada despertaron a los más mayores de la casa.

—¿Q-qué hora es?— Preguntó un recién despertado Mingyu.

—Las cuatro.— Contestó Wonwoo, que ya estaba de camino a la habitación de su hijo.

—Hum...— El de pelos castaños tardó unos segundos más en ser capaz de levantarse de la cama para poder ir hasta la habitación de su pequeña bendición. Al llegar, Wonwoo estaba sentado en la cama con Chan en brazos.

—Mingyu, tráeme el termómetro.— Pidió el de pelos rizados.

—¿Hum?— Su cerebro aún seguía dormido.

—El termómetro.— Wonwoo frunció levemente el ceño. —Vamos.

—Oh, sí.— Segundos más tarde, Mingyu volvió con el pequeño aparato en sus manos.

—Creo que tiene fiebre.— Comentó Wonwoo mientras colocaba el termómetro bajo la axila del niño.

Chan seguía sollozando. No se encontraba bien y le dolía todo el cuerpo. Pero, al menos, su mamá había llegado para salvarle.

Después de esperar varios minutos, vieron la temperatura que marcaba el aparato y, efectivamente, el pequeño Chan tenía fiebre.

Llevaron al niño a la habitación de Mingyu para que durmiera con ellos y así poder estar más pendiente de él. Le tumbaron en la cama y le pusieron unos trapos húmedos, uno en la frente y otro en el pecho, para intentar bajarle la temperatura corporal.

—Le llevaremos al médico a primera hora de la mañana si la fiebre no ha bajado.— Dijo Mingyu.

Chan consiguió volver a coger el sueño, pero los más mayores no.

—Won, durmamos un rato.— Murmuró el más alto. —Son las seis de la mañana, podemos dormir un par de horas.

—No tengo sueño.

—Serás mentiroso. Te estabas quedando dormido hace un momento.

—Eso es mentira.— Replicó el más joven. Aunque, en verdad no era mentira. Tenía sueño. Mucho sueño.

A las nueve de la mañana, los tres se encontraban esperando para poder ver al pediatra. Wonwoo estaba sentado en el único asiento libre que había en la sala, con Chan dormido en sus brazos.

—Hyung, ¿quieres sentarte un rato?— Preguntó Wonwoo, a punto de levantarse de la silla.

—No, Won. Quédate ahí. Yo estoy bien.— Sonrió.

Ambos centraron su atención en Chan cuando el pequeño empezó a revolverse en los brazos de su madre.

—Mami...

—¿Cómo te sientes, bebé? ¿Te encuentras mejor?— Preguntó Wonwoo mientras acariciaba la cabecita de su hijo con cuidado, pensando que hasta con el simple roce de su mano podría hacerle daño.

—No...— Chan hizo un puchero con sus labios antes de empezar a sollozar otra vez.

—¿Quieres que papá te lleve un ratito?— Mingyu abrió los brazos y esperó a que Chan se acercara a su cuello para cargarle y darle mimitos.

Fue un poco complicado hacer que el niño se estuviera quieto una vez entraron a la consulta del médico. Chan sólo quería estar en brazos de sus padres, no sentado en una camilla. Tampoco dejaba que el médico le tocara y lloraba cada vez que se le acercaba.

Al final, el pediatra tuvo que examinar al pequeño mientras éste estaba sentado en las piernas de su madre. Y, aún así, el niño no estaba muy conforme, pues fruncía el ceño cada vez que el médico se acercaba a él o le hablaba en un tono de voz demasiado agudo.

—Dadle esto durante una semana, dos veces al día.— Explicaba el pediatra mientras firmaba la receta médica.

—Muchas gracias.— Dijeron Mingyu y Wonwoo al unísono antes de despedirse del médico y dirigirse a la farmacia.

El resto del día se desarrolló con normalidad. Después de comprar el jarabe que el médico le había mandado a Chan, fueron al supermercado y a un centro comercial para comprarle algo de ropa nueva al pequeño niño, puesto que estaba creciendo y muchas de sus antiguas prendas ya comenzaban a quedarse pequeñas.

—Yo le llevaré un rato, Won. Debes estar cansado.— Dijo Mingyu mientras cogía a Chan de los brazos de Wonwoo para cargarle él mismo. El pequeño se volvía mucho más cariñoso cuando estaba malito y no se quería separar de los brazos de sus padres.

—Mingyu, miramos solo un par de camisetas y nos vamos. Otro día miraremos mejor.

—Sí, será lo mejor. Channie tiene que descansar.— Dijo mientras acariciaba la cabeza del niño.

Chan tenía la mejilla apoyada en el hombro de su padre y miraba con ojos curiosos todas las cosas que había a su alrededor.

—Papi.— El pequeño levantó la mirada.

—¿Sí, cariño?

Chan señaló a un estante con unas camisetas con un dibujo de un dinosaurio en medio.

—¿Te gustan?— El más alto caminó hasta donde su pequeño señalaba.

—Chí.

Antes de que Mingyu pudiese buscar una camiseta de la talla de Chan, Wonwoo ya tenía una en las manos.

—Tienes que ser más rápido, MinMin.

Chan empezó a reírse, haciendo que Mingyu y Wonwoo rieran también, sin siquiera saber el motivo de su risa.

—¿De qué te ríes, bebé?— Cuestionó Wonwoo.

—MinMin.— Repitió Chan entre risitas. —Es gasioso.

—Se dice gracioso, Channie.

—Gasioso.— Volvió a decir el pequeño.

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—Chan, por favor. Estate quieto.

El pequeño de la familia Kim/Jeon lloraba sin parar. Después de cenar llegó la hora de darle a Chan el jarabe para la fiebre. En cuanto el niño saboreó ese líquido de color rosa, lo escupió y empezó a llorar. Tenía un sabor asqueroso.

—Chan, tienes que tomártelo.— Wonwoo sentó a su hijo sobre su regazo. —Por favor, cariño. Ya sé que está malo, pero será solo un momento.

—N-no.— El pequeño se tapó la boca con las manos.

—¿Los jarabes se pueden mezclar con bebidas?— Preguntó Mingyu.

—¿Qué?

—Podríamos mezclarlo con leche.

—Mingyu, no es momento para ideas tontas.

—Pero podemos probarlo.

—No se puede mezclar el jarabe con nada.— Wonwoo frunció el ceño. —¿Y tú has llegado a ser bombero?

—Ya, bueno... —El más alto se rascó la nuca. —¿Acaso tienes una idea mejor?

—Hacer un trato.— Wonwoo volvió a mirar a su pequeño. —Después del jarabe te daré un poquito de batido de fresa para que se te quite el mal sabor de la boca, ¿vale?

—Vale.— Y fue ahí cuando Chan cedió a tomarse la medicina.

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Oigan VAYAN A LEER MIS OTROS FICS. Juro que también son buenas. Léanlaaaaaaaaas

Bittersweet • {Meanie}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora