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Chan caminaba de un lado a otro, siguiendo a su madre por la casa. Como los patitos con la mamá pato.

—Channie, siéntate. No hace falta que me sigas.

—Yo tambén quero, mami.

—No puedes, Channie. Las cosas pesan mucho como para que puedas cogerlas tú.

Estaban haciendo la mudanza. Empacaron la mayoría de cosas, no todas, pues Wonwoo necesitaba ver cómo iba la convivencia con Mingyu, para ir a la casa del más alto. Ahora estaban metiendo las cajas en el maletero del coche del más mayor.

—Mami.— Chan lloriqueó un poco. Él también quería ayudar, como los niños mayores.

—Toma. Lleva esto.— Mingyu le tendió al niño un cojín con forma de estrella.

Chan no volvió a soltar ese cojín. Lo sostuvo todo el tiempo que Wonwoo y Mingyu estuvieron metiendo cosas en el coche y durante todo el trayecto desde una casa hasta la otra.

Cuando ya llegaron a la casa del más alto, Chan dejó el cojín sobre el sofá del salón.

—¡Mami! ¿Has visto? ¡Yo tambén ayudé!— El pequeño levantó los bracitos de la emoción.

—Y lo has hecho muy bien, bebé.— Dijo Wonwoo antes de volver al coche para seguir descargando cajas.

Chan volvió a seguirle, de un lado a otro.

—Mami.— Chan levantó los brazos de nuevo. Quería que le llevaran en brazos.

—Ahora no puedo, bebé. En un ratito, ¿vale?

Chan se quedó de pie, al lado del sofá, mirando hacia la puerta de entrada. Viendo como su mamá y el señor gigante entraban en la casa con dos cajas.

—¿Queda algo más?— Preguntó el más mayor.

—No. Eso era todo.— Respondió Wonwoo mientras cerraba la puerta de la casa.

Ambos se giraron a ver a Chan. El niño seguía de pie en el mismo sitio, mirando hacia las cajas en silencio.

Mingyu agachó un poco la cabeza para acercarse a la oreja de Wonwoo.

—¿En qué estará pensando?— Susurró el mayor.

—No sé.— Susurró Wonwoo de vuelta.

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—Se quedó como embobado. Mirando en silencio al mismo punto durante un par de minutos.

—A lo mejor vio a un fantasma.— Dijo Joshua.

—Qué.— Mingyu iba a dar un bocado a su taper de comida, comida que Wonwoo preparó, por cierto; pero tras el comentario de su amigo, la comida pasó a un segundo plano.

—Ya sabes. ¿Nunca has oído eso de que los niños y los perros ven cosas que los demás no pueden ver?

—Sí... pero nunca creí en eso.

—Tu hijo está embrujado.

—Josh.— Mingyu golpeó el hombro de su amigo. —No me digas esas cosas.— Frunció el ceño ligeramente.

Joshua rió en respuesta.

—Era solo una broma, Gyu. Los niños se emboban con todo.

—Ya...

—No te emparanoies ahora.

—Estoy perfectamente.

—Oye, ¿y qué tal va la convivencia con Wonwoo y Chan?

—Quitando el pequeño detalle de que ahora me has metido el miedo de que mi casa está encantada, perfectamente.— Mingyu sonrió. —¿Sabes una cosa?

—¿Qué cosa?

—Chan ha aprendido a dar la comida que no le gusta a Bobpul.— Mingyu rió, y Joshua también.

—Qué espabilado.

—Sí. Es impresionante. Coge un trozo de comida con las manos y, "disimuladamente", deja la mano colgando sobre la silla a la espera de que Bobpul vaya para comérselo.

Y así estaba Chan en esos instantes. Su mamá se había levantado para ir a la cocina. Ese era su momento.

Cogió con sus manitas un trozo de una cosa verde. ¿Qué era eso? No sabía el nombre. Lo único que sabía es que no le gustaba el sabor. Pero seguro que a Bobpul le gustaría. Apoyó la mano en el borde de la silla y esperó a que Bobpul llegara para comérselo.

—Channie.— Wonwoo frunció el ceño y se cruzó de brazos.

Chan levantó la cabeza para ver a su madre de pie frente a él. Con cara enfadada.

—Mami.— El pequeño mostró su sonrisa angelical, aquella sonrisa que siempre calmaba a mamá cuando estaba enfadado.

—¿Qué es eso de darle tu comida a Bobpul?— Wonwoo alejó al perro, que seguía lamiendo la mano de Chan, del niño. —No puedes hacer eso. Tienes que comértelo tú.— Cogió a Chan en brazos para llevarle al baño y lavarle las manos.

—Le usta.— Sonrió de nuevo.

—Me da igual que le guste. No se lo tiene que comer él.— Secó las manitas de su pequeño y volvió a sentarle en su silla. —No vuelvas a hacerlo o me enfadaré de verdad.— Mentira. Wonwoo nunca se podía enfadar con su pequeño bebé.

—Pero, mami. Tonces, ¿Totu qué come?

Totu. La forma que tenía Chan de decir Bobpul.

—Él come su comida.— Wonwoo se sentó junto a su hijo para seguir comiendo.

—¿Y cuál es su comida?

—Son unas bolitas especiales para él.

—¿Y por qué son especiales?

—Porque los animalitos no pueden comer comida como la nuestra. Podrían ponerse malitos. Por eso es especial para ellos.

—Mami, ¿nuestra comida tambén es especial?

—Sí. Claro que sí.

Cuando terminaron de comer, Chan ayudó a su mamá a recoger los platos sucios. Él fue el encargado de llevar un vaso a la cocina. Al girarse, se fijó en un pequeño cuenco que había en una esquina. Tenía unas bolitas marrones dentro.

—Mami, ¿esa es la comida especial de Totu?— Chan señaló con sus dedito al plato del suelo.

—Sí. Esa es.— Respondió Wonwoo mientras abría la puerta de entrada.

—Jeje, perdón.— Dijo Mingyu mientras entraba en la casa. —Me olvidé las llaves.

Chan, mientras tanto, se agachó frente al cuenco de comida que había en el suelo y la examinó con detenimiento durante unos segundos.

—Channiiiie, ¿hoy no vienes a decirme hola?— Preguntó Mingyu desde el salón. A veces el pequeño corría hacía él en cuanto le veía atravesar la puerta para recibirle con un beso en la mejilla.

—¿Channie?— Wonwoo caminó hacia la cocina, seguido por Mingyu.

Cuando entraron vieron a Chan sentado en el suelo mientras comía una de las bolitas del pienso de Bobpul.

—¡Chan! ¡Eso no se come!— Mingyu cogió al niño en brazos. —Escúpelo.

Chan puso cara de asco y empezó a llorar.

—¡N-no usta!

—Claro que no te puede gustar.— Mingyu le metió un dedo en la boca para poder sacarle los restos del pienso. —No vuelvas a comer eso, Chan.

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Ten hijos, decían.

Bittersweet • {Meanie}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora