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—¡Hoy es el pumpe de mami!— Gritaba Chan emocionado mientras caminaba detrás del señor gigante.

—¿Qué te parece si le preparamos una fiesta de cumpleaños?— Sugirió Mingyu mientras sentaba al pequeño sobre la encimera de la cocina.

—¡Chi! ¡Con tarta! ¡Y chuches!

—Nosotros le haremos tarta. ¿Me ayudarás? Yo solo no puedo hacerlo.

—¡Chi! Yo ayudo.

🍭🍭🍭🍭🍭🍭🍭🍭

—Ahora cogemos la cuchara y lo movemos así.— Explicaba Mingyu mientras daba vueltas a la masa de la tarta sujetando la pequeña mano del niño.

—¿Se puede comer ya?

—No, aún no.

—Yo quero comer ya.— Chan estuvo a punto de meter la mano en el cuenco, pero Mingyu le detuvo a tiempo.

—Hay que esperar un poquito aún, Channie.— Mingyu bajó al niño de la silla en la que estaba sentado y metió la masa en un molde para el horno.

—Yo tambén quero.

—Esto no puedes hacerlo tú, Channie. Podrías quemarte y hacerte pupa.

Chan hizo un pucherito con sus labios.

—Ya no quero.— Dijo mientras negaba con la cabeza.

—Vamos a vestirnos mientras. Hay que comprar globos y chuches.— Mingyu agarró la pequeña mano del niño y caminó a las escaleras.

—Yo puedo solito.— Chan se soltó del agarre para subir las escaleras a cuatro patas, cogiendo la idea de Bobpul.

Vestir a Chan fue todo un suplicio. El niño no se estaba quieto y Mingyu acabó haciéndole llorar al reñirle.

—Lo siento.— Mingyu hizo un puchero con sus labios. —Soy una persona horrible.

—M-mami...— Chan seguía llorando. Quería que su mamá le protegiese mientras reñía al señor gigante por hacerle llorar.

—Luego iremos a por él.— Mingyu hizo el amago de coger a Chan para bajarle de la cama, pero el niño le dio un golpe en la mano y se alejó de él. —Oye.

—M-mami.

—No puedes enfadarte conmigo en el cumpleaños de tu mamá.

—Chí puedo...

Los minutos pasaban y Mingyu no conseguía convencer a Chan para que dejara su enfado a un lado, así que era hora de recurrir a su plan de emergencia: Wonwoo.

—Está bien, Channie. Quédate ahí y no toques nada.— Mingyu salió de la habitación y marcó el número del menor.

—Estoy ocupado, Mingyu.— Se escuchó al otro lado de la línea tras unos segundos de espera.

—Feliz cumpleaños, Won.— Mingyu sonrió.

—¿Cumpleaños?— Wonwoo dirigió la vista hacia un pequeño calendario que había sobre la mesa del despacho que estaba limpiando. —Oh...

—¿Te habías olvidado de que hoy era tu cumpleaños?

—No... claro que no.

—Felicidades, Won~

—Mingyu, ¿qué quieres?

—Ah, sí. Chan se ha enfadado conmigo.— Mingyu frunció el ceño mientras asomaba la cabeza por la puerta para comprobar que el pequeño estaba sano y salvo sobre la cama.

—¿Qué le has hecho?

—¡Yo nada!— Replicó Mingyu, indignado. —Bueno... solo le regañé porque no me dejaba vestirle. Y se puso a llorar.

—Le habrás pillado en sus días sensibles.

—No me digas eso. Dime qué hago. No me deja ni que le toque.

—Prueba a dejarle elegir la ropa que se quiere poner. Si eso no funciona, dale un yogur líquido de esos que le gustan.

—Gracias, Won. Estaría perdido sin ti.

—Eso ya lo sé. ¿Algo más?

—Nop. Luego me pasaré a recogerte~

—No hace-

Colgó. Mingyu ni siquiera dejó que terminara de hablar.

—Channie, ¿te apetece cambiarte de ropa?— Cogió al niño en brazos y le llevó hasta su armario. —¿Qué quieres ponerte hoy?

Al final el pequeño Chan acabó saliendo a la calle vistiendo una camiseta con un dibujo de un dinosaurio, unos pantalones azules y un gorrito de rana.

Después de pasar por el supermercado, volvieron a casa para colocar todas las cosas de la fiesta. Inflaron globos, colocaron la tarta y las velas, compraron zumos y llenaron cuencos con chuches. Una hora más tarde, subieron al coche para recoger a Wonwoo del trabajo.

—¡Mami!— Chan corrió felizmente a los brazos de su madre.

—¡Channie!

—Pareces un pitufo, mami.— El pequeño rió al fijarse en el uniforme azul que vestía Wonwoo.

—¿Pero qué le has puesto?— Dijo el de pelos rizados al mirar la ropa de su hijo.

—Me dijiste que le dejara elegir la ropa.— Se defendió Mingyu.

—Sí, pero-

—¡FELIZ PUMPE, MAMI!— Chan dio saltitos de emoción.

—Muchas gracias, bebé.— Wonwoo llenó la carita de su hijo de besitos.

—¡Vámonos, vámonos!— El pequeño agarró la mano de su madre para tirar de él hasta llegar al coche.

—¿Por qué tanta prisa, Channie?— Preguntó Wonwoo mientras sentaba a Chan en su silla.

—¡Es una sorpresa!

Bittersweet • {Meanie}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora