Laila pdv:
Después del baño estaba tan débil, mis piernas no reaccionaban y caí al piso mientras me secaba. David me alzó y me llevó con mucho cuidado a la cama. Volvió a ponerme solo un calzoncillo y una remera de él y lo miraba como ya no sabía que hacer.
... No te preocupes, David... Yo tampoco sé que hacer...
Esto nos superó a los dos y yo todavía no puedo salir del shock...
Me está sintiendo tan mal, la cabeza me dolía, los glúteos me estaban matando, mi cara era un desastre y ahora me duele el estómago...
¿Cómo salgo de esto?
Capaz no hay manera de salir, capaz el pozo es tan hondo que ya no hay cuerda que alcance. Estamos perdidos, esta situación ya nos quitó todo, nos dejó no solo perdidos, sino que sin nada, vacíos.
Al rato escuché el timbre y lo miré a David que me estaba abrazando. Negué con la cabeza y me miró triste.
—Solo voy a ver quién es, vos quedate acá, no voy a dejar que nadie suba. —Se levantó y fue a ver.
No escuché nada, pero después de un rato no subió, así que alguien iba a entrar.
De repente escuché unas voces y eran Clara y Javier, así que me acerqué a la escalera para poder escuchar.
—No me podés decir eso. Necesito verla. —Escuché que decía Clara muy preocupada.
—Ella no quería ni que venga a abrir la puerta. Perdón, pero hoy no. No está nada bien. —Escuché que bajó bastante la voz y siguió. —No tengo ni idea que hacer... Siento que en cualquier momento se me va a suicidar. ¿Ustedes siquiera me entienden? No pueden... Está un poco contenida ahora. Pero no voy a dejar que me la vayan a estresar. Yo los llamo en cuanto la vea mejor. Le prometí que no iba a dejar que nadie suba... Si ella hubiera querido se hubiera asomado, pero no lo hizo. Hoy váyanse, mañana vemos que hacemos.
—Si se te va de las manos, tenés que llamarnos, no afrontes lo que no podés, porque ya sabemos que es lo pasa. —Escuché que decía Javier.
La puerta se abrió y unos segundos después se cerró.
Tardó un poco en volver, pero cuando vino tenía una barra de chocolate.
¿La habrá encontrado en el cajón de mi habitación? Yo guardo el chocolate ahí desde que me enteré que no le gusta.
—¿Querés? —Me preguntó y asentí.
La abrió y me la dio. Fui cortándole los pedacitos y comiendo de a poco. Yo sé que él nunca come, pero le intenté convidar un pedacito y lo comió de mi mano.
—¿Estás mejor de la panza?
—Un poco.
—Está bien, entonces come solo dos pedacitos más y lo guardamos.
Agarré dos y le di la barra. Él la metió en su cajón y me abrazó para que me duerma. Lo hice, en cuanto su calor me llegó y cuando me volví a levantar ya era de noche.
Miré para buscar a David, pero no estaba arriba. Su lado de la cama ya estaba vacío y frio. Desde la ventana entraba solo la luz de la luna que iluminaba un poco la habitación y desde abajo subía la luz de la cocina.
Fui despacio al baño, para hacer pis y asearme un poco. Ya odiaba verme al espejo... No quiero ver esa cara cada vez que vengo al baño. Ya ni siento que es mi cara. No puedo aceptar que lo que veo ahí es mío. Parece de otra persona, otra vida, otro lugar...
Salí y estaba un poco destemplada, así que fui a su guardarropas a buscar un pullover o algo. Revisé todo hasta que encontré uno que tenía olor a él y me lo puse, para estar en la cama. Después de un rato ya estaba mejor así que solo me lo saqué y lo deje a mi lado.
No sé cuanto tiempo paso, pero no venía. Así que bajé de la cama y me quedé unos segundos cerca de la escalera, para ver si se escuchan voces, pero no oí nada así que bajé a buscar a David. Pero me arrepentí.
Dejé de bajar cuando estaba a la mitad de la escalera.
En el living estaba Franco, sentado en el sillón.
—... Laila... —Dijo asombrando, pero con tristeza y se levantó.
Volví a subir y solo fui a la cama. No quería ver a Franco defraudado. Los últimos años hasta me dijo que le podía decir "papá"... Esto es horrible...
Tal vez haya personas que no lo entiendan, pero yo nunca tuve una familia o padres que me amaran y respetaran.
Es como el único padre que tuve y lo arruiné, como todo. Como yo, que estoy arruinada, pero ya desde hace mucho. Es de antes de tomar la coca y antes también de tomar alcohol, es como si en mi infancia se creara una fisura. Una que fue de a poco creciendo con los años, y ahora ya es una grieta. Una muy profunda grieta. Ya no hay manera de cerrarla, solo se puede esperar a que no siga recorriendo su camino, lo que es imposible.
Escuché que subió de a poco la escalera, pero no subió del todo.
—David salió a hacer unas compras. Pero vuelve muy rápido, no te preocupes. Estoy abajo por si querés algo, o querés venir conmigo. No importa nada, Laila, vos sos mi hija. —Dijo y escuché como bajaba.
Eso me puso peor y me puse a llorar, de manera silenciosa, para que no me escuche. Me tapé la boca y solo me ahogué en mis gritos y llantos de desesperación... en la humedad que dejaban.
Me tapé toda la cabeza con la colcha y sólo me quedé ahí a esperar a que vuelva David conmigo. Lo quería conmigo. Necesitaba afecto, del que solo él me sabía dar.
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Me quedó cortito... sorry.
Gracias por leer, si les gustó no se olviden de regalarme un voto. Pueden seguir al próximo.
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Los fantasmas del pasado (Mi Decisión III) +21✔
Lãng mạnLa vida de Laila era fácil, hermosa, divertida. Realmente lo fue en el último año... hasta que unas simples palabras llegan a cambiarlo todo... más bien a destruirlo. Cuando se cree que ya nada puede empeorar, aparecen fantasmas, errores del pasado...