Capítulo 20

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Laila pdv:

Hoy nos levantamos como cualquier día, aunque no se sentía así... Se sentía roto.

Desayunamos juntos, con unas tostadas y David se quedó unas horas de más, en el departamento hasta que llegó Clara... supongo que no de visita, sino a hacer de niñera.

La verdad es que yo estaba bastante mal por ayer, pero ya no podía hacer nada. Soy un parásito y no sirvo para nada, lo menos que podía hacer era ayudarlo a que se venga, pero terminé arruinándolo todo. Como siempre

Lo arruino todo.

Ya no sé qué puedo hacer. Esto es horrible.

Se siente oscuro y gris.

Cuando llegó Clara, realmente ni quería hablar con ella. Quería irme de acá, quería salir.

David se fue al trabajo, después de darme un beso y Clara se puso a cocinar un brownie, culpando a los antojos del embarazo, así que esperé a una oportunidad, en donde se distraiga. La que, por suerte, no tardó en llegar, porque en un momento Clara se fue al baño. Aproveché y agarré algo de plata, para después salir del departamento. Quiero mi espacio. Que ella se quede a cuidar de Elvis. Ahora no lo puedo llevar conmigo.

Fui al parque. No fue una decisión difícil. Me acosté debajo de un árbol y eso me calmó un poco. Ahora que lo pienso creo que en estos días seria nuestro aniversario del casamiento. O tal vez ya pasó y David no quiso decir nada...

¿Quién querría estar casado con alguien como yo?

Me quedé en el pasto acolchonado y miré el cielo celeste. No tenía ni una sola nube... nunca me gustó cuando no había nubes en el cielo. Es aburrido mirar el cielo así... no hay nada. Aunque al menos el viento se sentía lindo. No me moví más y fui durmiéndome de a poquito.

Mi única manera de calmar mis pensamientos...

No sé cuánto tiempo pasó hasta que sentí que algo me estaba golpeando. Me levanté asustada y me estaban pateando. Miré arriba y era Romer.

Estaba ahí, con pantalón de vestir negro y camisa blanca.

... Esto trae recuerdos...

—Papá Romer es el único que te conoce, se ve.

—No sos mi papá, me lastimaste. No te quiero. —Le dije enojada y miré para el otro lado.

—No podés dejar de quererme, gatita. Vení a upa, dale, que no tengo todo el día.

Se agachó y me agarró, sin esperarme. Se sentó en el banco y me puso la mano debajo de la remera para frotarme la espalda. Me puse a llorar, al sentir su toque cálido y áspero, sobre mi piel y me sostuvo.

—Muy bien, largalo todo afuera... Todo afuera, Laila.

Le hice caso y solo me deshice en sus brazos, que sabía que iban a contenerme, a mí y todos los sentimientos con los que cargo.

Además de las penas.

Los arrepentimientos.

Los errores.

Cuando me calmé, sacó su celular y llamó a alguien.

—Está conmigo... Volvemos cuando se sienta bien.

Cortó y siguió frotándome la espalda.

—Tu sumisa me va a golpear de vuelta. —Me quejé, ya sin llorar, mientras mis manos tocaban su espalda.

—Mi sumisa solo sigue mis órdenes. No se porta mal como vos.

—... ¿La querés?

—Bastante.

Los fantasmas del pasado (Mi Decisión III) +21✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora