Capítulo 23

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Hola! Perdón por taaaaaaaanto retraso! Yo sé que lo esperaban y yo solo no tenía la concentración suficiente para editar.

Espero que me extrañaran como yo a ustedes! Falta poco, así que intentaré tenerlo ya completo antes de fin de año♡.

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Sacó una pajita chiquitita y la metió adentro. Corrí un poco de cocaína adentro de la pajita y el resto lo corrió al otro lado de la bolsa.

—Sentate para este lado así nadie nos ve.

Me senté como estaba él y me fui contra su pecho para aspirar.

Aspiré lo más que pude y me la sacó, cuando quise tocar la bolsa.

OH. MI. DIOS.

ESTA PEGABA MÁS FUERTE.

Me puse a temblar del placer que me dio eso y Romer me puso en la cama de vuelta y me ató.

Me miró adentro de la nariz por si se veía blanco y me revisó los ojos.

—¿Cómo te sentís?

—Bien, Romer. ¿No querés co*germe así?

—Mejor pedile eso a tu esposo cuando vuelva... Me voy, no hagas lío así no se dan cuenta que te drogué. —Me dijo y me dio un beso en la cabeza.

Se fue y me quedé ahí, con los ojos cerrados, disfrutando esta hermosa sensación. Como si mi cabeza estuviera en el agua y mis ojos no puedan llegar a enfocar como corresponde.

No sé cuanto tiempo pasó que volvió David y lo miré con una sonrisa.

—¿Fue en serio que te dio? —Preguntó con disgusto.

—Él siempre me dio cosas buenas. —Mentí... Pero tenía que seguir lastimándolo así se cansa y se va. No puede seguir conmigo, necesita algo mejor.

Merece algo mejor que esto.

No merece este desastre llamado Laila.

—... Si esto hace falta para que estés feliz, vení conmigo y lo vamos a controlar. Un poquito todos los días. —Rogó.

—Voy a ir con vos, si eso es lo que querés, pero en cuanto esté bien, me voy a ir. Mi decisión no cambió, te arruiné y no voy a seguir haciéndolo.

—Eso es suficiente para mi. Va a venir Cristian a verte en una hora y vas a hablar con él, los médicos dijeron que físicamente ya está el alta. Falta que venga Cristian.

—Ok. Sacame esto que ya no tiemblo más y me quiero dormir al revés.

Me desató y me corrió la vía para que no la rompa.

Su mano, cálida como siempre, rozó mi brazo como si estuviera tocando vidrio roto, pero sin miedo.

Me acosté cómoda y solo dormí.

Cuando llegó Cristian no tenía muchas ganas de hablarle, pero quería mi alta así que lo hice y cuando salió, David volvió a entrar. Me dijo que Cristian habló con el psiquiatra y no querían darme el alta, pero si prometía ir cuatro veces a la semana a verlo, mañana venía y me la daba.

Acepté, porque no quería ir al loquero y David se sentó en el sillón.

—... ¿Me seguís amando, Laila? —Preguntó dudando. Creo que tenía miedo de la respuesta. No quería escuchar la respuesta, pero la necesitaba.

—Ya te dije mil veces que mi respuesta no va a cambiar.

—Necesito escucharlo, por favor.

—Te amo, David.

Los fantasmas del pasado (Mi Decisión III) +21✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora