Capítulo 22

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Laila pdv:


Suspiré por última vez, sintiendo el viento mover mi pelo y miré el cielo.

—Chau, David. Te amo. Espero puedas perdonarme.

—¡NO! ¡SOLTÁ ESO!

Miré a la escalera y lo vi agitado.

—No te acerques, Romer, porque no solo puedo cortarme, me puedo tirar para atrás también.

—No seas una perra estúpi*da... Dejá eso y vení conmigo.

—¿Por qué no te vas y me dejás? ¿Qué haces acá?

—En cuanto te fuiste David nos llamó a todos, todos estamos en lugares distintos para buscarte. —Dijo mientras daba unos pasos lentamente hacia mi.

—Dejá de caminar para acá, Romer. Dejame morir en paz. Andate por donde viniste y decí que no me viste.

Apreté el vidrio contra mi brazo y lo corrí rápido en vertical para arriba. Cuando estaba por cortarme el otro, vino Romer corriendo y me agarró y me apretó fuerte las dos muñecas para que suelte el vidrio. Después me agarró y me paso el brazo por cuello para ahogarme.

—La pu*ta que te parió, gatita, estás bien loca. Desmayate que inconsciente seguro sos más linda. —Intenté zafarme, porque no respiraba, pero no podía contra él.—No, no, no luches, desmayate, desmayate... ahí está...

Empecé a ver todo negro y me desvanecí.

...

Me levanté en un hospital y no podía moverme... Estaba agarrada de los pies y de las manos y Javier estaba durmiendo en el sillón de al lado.

Mier*da... Esto es justo lo que le deseaba a mi pu*ta progenitora... Será el karma.

Percibí ruidos de que se movió y me hice la dormida, porque no quería hablar. Escuché que se levantó y me puso la mano apretándome la nariz.

Tuve que abrir los ojos y boca.

—¿Pensabas que era estú*pido como mi hermano? —Me dijo con bronca y era la primera vez que lo veía así.

Estaba enojado y triste a la vez.

—Podía probarlo.

Suspiró.

—¿Te levantaste graciosa?... ¿Sabés el susto qué nos diste? ¡NO TENÉS NI UNA PU*TA IDEA, LAILA! CLARA ESTABA TAN MAL QUE YO TENÍA MIEDO DE QUE PIERDA NUESTRO BEBÉ... Mi bebé, Laila... Clara no va a verte más, y yo tampoco. Esta vez si lo arruinaste. Voy a llamar a David y va a venir él. A mi no me vas a ver nunca más. —Dijo muy enojado y salió de la habitación.

Por supuesto que no podía culparlo... Yo tampoco me quería ver más.

No quiero verme más.

No sé cuanto tiempo pasó que vino David corriendo y me abrazó.

—Chau. ¿Era tan difícil dejarme morir? Mirá lo que hiciste.

—Te voy a dar el divorcio si querés, pero no quiero que te suici*des. Solo te lo doy con esa condición.

—Está bien. Encargate del abogado y yo firmo... Y sacame una mano que me quiero rascar.

Me miró desconfiado, pero claramente no podía ni moverme. Aunque llegue a sacarme todo se iban a dar cuenta y me iban a sedar.

Me abrió una mano y me rasqué la espalda que me picaba y después puse mi mano en mi pecho para que no me ate de vuelta.

—¿Era tan difícil cerrar la boca y decir que te saqué toda la plata y me fui a vivir a Hawái?

Los fantasmas del pasado (Mi Decisión III) +21✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora