Capítulo 18

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Aviso: Subo C18 con C19, porque me gustaría que los lean juntos.

Tienen una escena que ocurre desde el punto de vista de Laila y en el próximo van a leer la misma, pero desde el punto de vista de David... Va estar sad cuando se den cuenta de que aunque la situación es igual no es lo mismo, así que lean atentos.
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Laila pdv:

—Bueno... no me lo puedo guardar más, Lai... Estoy embarazada. —Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Por un segundo no me moví, pero cuando volví a reaccionar la abracé fuerte.

—Felicidades, Clara.

—Gracias, Lai. Estoy muy feliz enserio. —Me dijo mientras se le caía una lágrima del ojo.

Se la limpié rápido y le sonreí.

Escuché que los chicos se abrazaban atrás y que David lo felicitaba.

¿Estará triste porque Clara se embarazó y yo no voy a hacerlo?

—¿Cuándo fue?

—Después de que nos comprometimos, le pedí y fuimos a la ginecóloga a que me saque las pastillas. Debió ser en esos días que dejé de tomarlas, yo no quería esperar. Lo quería ya. —Me dijo muy feliz.

Estaba realmente feliz por ella, porque ella quería hijos. El día que Javier le contó que también quería y si fuera por el tendría dos o tres, Clara explotaba de la felicidad. Vino corriendo a contarme como si se hubiera ganado la lotería... Pero no sé porqué... ¿Cómo puede ser que ella no piense que un hijo lo va a arruinar todo?

Ellos tenían un estilo de vida muy particular... Al igual que David y yo... ¿No creen que después de tener hijos ya no van a poder hacer ni la mitad de las cosas que hacían antes? Y más ellos que no tenían ningún tipo de pudor y se agarraban en cualquier lugar... hasta un día se agarraron en nuestro sillón del living... David estuvo una semana entera sin sentarse ahí... y yo tuve como tres días de castigo por no darme cuenta de lo que hacían, mientras David había ido al baño y yo a decorar una torta de frutillas, para que comamos en la merienda.

—Ah, y renuncié al trabajo —siguió —, porque el pendejo que tenía de jefe era un retrasado mental. Así que me vas a tener que bancar, porque voy a estar de vacaciones hasta que quiera volver... Que va a ser el día nunca. —Afirmó sonriente.

—Te voy a bancar, no te preocupes. Elvis y yo te acompañamos cuando quieras. —Le dije señalando a Elvis.

—Gracias. Creí que lo ibas a llamar algo como "chispitas" o "panqueque" ... pero Elvis tiene sentido... Me gusta también... Bueno, voy al departamento así no te ahogamos mucho. Vuelvo a visitarte en estos días. Te quiero, atendeme el teléfono, no seas pu*ta.

Me dio un beso en la cabeza y se fue con Javier, que la agarró contento, como quinceañero enamorado.

Fui a acostarme en el sillón y David fue a cerrar con llave. Sacó la taza con el chupete del cajón y la dejó donde estaba antes.

—¿Estás bien, zorrita?

Asentí.

Vino conmigo y se sentó adelante del sillón. Me pasó su mano y la agarré. No dijo nada y puso la cabeza en el sillón a unos centímetros de la mía. Lo acaricié y vi que sonrió.

—¿Podés quedarte unas horas sola?

—Si.

—Está bien. Me voy en el almuerzo. Después de que comas.

No respondí nada y él se quedó ahí, mientras lo acariciaba un poquito. Se quedó unos minutos más y se fue a su escritorio.

Más tarde entró Pamela con una bolsa de verdulería, que tenía berro y albaca. David fue a lavar un poco a la cocina y volvió para darme.

Elvis se comió todo y parecía que le gustó mucho la albaca.

Cuando llegó la hora del almuerzo trajo dos hamburguesas y comimos. Terminé y vino conmigo a limpiarme las manos. Lo miré y no lo quería ver así. Él no merecía esto...

—David... quiero... —susurré, pero no pude terminar la oración... soy una egoísta.

Necesito decirlo, necesito que sea libre, que sea el dominante que quiere ser. Necesito decir que quiero el divorcio... Él no es ni mi papá, ni mi sirviente...

—¿Qué pasa, Laila?

—... Estoy cansada. —Dije acobardada...

Tengo miedo de perderlo.

—Ahora podés dormir hasta que vuelva. Cualquier cosa o a Pamela o a Javier.

Se fue y yo me puse a llorar. Soy una pu*ta egoísta...

David me dejó la llave adentro por si quería cerrar la puerta y eso hice. Fui a alzar a Elvis y seguí llorando adentro del corralito, hasta que me dormí.

Cuando me levanté Elvis había hecho popis al lado mío así que saqué ese pedazo de papel de diario, lo hice un bollo y lo tiré al tacho. Miré el chupete arriba de la mesa y ya estaba seco, así que me lo puse. Estaba cambiando el papel por uno nuevo cuando alguien toco la puerta. Estaba cerrado así que solo espere a que se vaya.

—Señora Miller, soy Pamela, su esposo me pidió que le compre algo, ya se lo traje.

Dejé el chupete en la taza y fui a abrir. Me pasó una barra gigante de chocolate con maní y una botella de agua.

—Dijo algo como que primero toda la botella y de premio el chocolate.

—Gracias, Pamela.

Entré, pero quería ir al baño así que cerré y fui. Me miré la cara y estaba horrible. Me la lavé bien y fui a hacer pis.

Cuando salí del baño volví a cerrar con llave y me quedé con Elvis en el corralito.

No sé cuanto tiempo después tocaron la puerta otra vez.

—Soy yo, abrime. —Dijo David.

Fui a abrir y volví con Elvis.

—No te tomaste el agua.

—No tenía sed.

—Tenés que tomar un poco más de agua, Laila, solo un poco. Así después te comes el chocolate.

No dije nada y se puso a trabajar. Le di unos besitos a Elvis y él me olió la cara. Me hacía cosquillitas así que le di otro beso y lo saqué.

—Al conejo le estás dando más besos que a mi, y me estoy poniendo celoso...

Fui y le dí un beso en el cachete.

Me agarró, me corrió para que nos besemos la boca y me besó apasionadamente... Pero ya no se sentía normal. Fue unos segundos y salió para apoyarme su frente con la mía mientras apretaba mi cabeza desde atrás.

Soltó y abrió los ojos, que mantuvo cerrados desde el beso.

—Me di cuenta que Elvis es hombre, así que ya no lo podés besar nunca más. Esta boquita es solo mía. —Me dijo mientras me miraba la boca.

Volvió a trabajar y yo fui al sillón a pensar...  

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Pueden seguir al próximo. 🦊

Los fantasmas del pasado (Mi Decisión III) +21✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora