Capítulo 13.

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GENERAL KIRIGAN.

Un mes después.

Freya.

Zenya se mantiene de manos cruzadas sentada frente a mi escritorio, mientras Darya y Tassia la respaldan por si se le ocurre atentar contra mí.

Está golpeada, herida, lastimada, furiosa, triste y entre otras cosas, feliz por no tener que lidiar con lo que no le pesa.

La búsqueda llegó a su fin, su destino siempre fue La Corte de Hielo y es a donde se encuentra en estos momentos.

La división es algo que sigue en pie, ya que ella es la única capaz de ingresar a dicha oscuridad, pero sin tenerla a mi lado, todo se torna complicado.

Me di el lujo de enfermar a los reyes e incluso al príncipe, para así seguir con mi propio plan sin molestias de por medio.

Olenka yace encerrada bajo llave en los calabozos que están bajo tierra, mientras que todo aquel que me desobedezca o atente contra mí, se encontrará de la misma manera.

Darya no tiene buena cara desde que Betania se fue, nadie la tiene porque sin ella solo soy más que oscuridad y necesito mi luz para controlar el enojo que puede desatar cosas irreversibles.

Ha pasado tan solo un mes y semanas que mis ojos no ven la luz de todas las mañanas, ni la sonrisa que me deslumbraba, sin embargo, sigo con la fé en mis manos y sé que ella misma volverá a mis brazos muy pronto.

Freya la tiene, la tiene en sus manos, en su poder y la puede utilizar a su gusto y beneficio, y eso es algo que no me puedo permitir que suceda.

La historia con Freya y Gevrel, una de las más divertidas de todas las vividas durante mi larga vida.

Freya, la inocente mujer que resplandecía bella y hacia creer al mundo entero que ella era la mismísima invocadora del sol, ocultando que solo era capaz de manejar el hielo y nada más que eso.

Me acerqué a ella con ese fin, el fin de envolverla con mis palabras, enamorarla con mis acciones y obsesionarla con mis caricias, logrando mi objetivo a tiempo récord.

Gevrel, amigo audaz, capaz y con una habilidad para asesinar asombrosa, hijo adoptivo de Olenka, mi hermano no de sangre y ahora traidor que desea repetir la historia.

Gevrel amó a Freya, Freya me amó a mí y yo amé mi poder más que a nada, consiguiendo mis dos amplificadores con ayuda y torpeza de Freya.

Lo supo, tarde o temprano era algo que iba a saberle, huyendo de mí, no antes de dejar en claro que iba a destruirme cuando tenga el arma necesaria para manipularme.

No me dolió su huida, tampoco me dolió verla hecha un lío, llorando frente a mis ojos y rogando que fuera todo una mentira y que yo realmente la amaba, sin embargo, mi respuesta fue un no, destruyéndola una vez más, creando a la ahora, Reina de hielo.

Gevrel se enfrentó a mí y perdió por ello, buscando a Freya quien no le brindó amor ni abrió sus brazos, hundiendolo en el trabajo que ahora lo mantienen con vida, Cazador de monstruos.

Los años pasaron, los siglos y con ello, la belleza de Freya fue teniendo un punto límite, hasta que encontró la forma de seguir siendo la mujer más hermosa del mundo.

Hasta ese momento.

Tiene a mi invocadora, tiene lo que me pertenece y hasta no tenerla conmigo no me detendré, porque el destino que nos une a Betania y a mí, solo lo entendemos ambos.

Mis manos arden y pican, llevándome corrientes eléctricas a todo mi cuerpo al saber que le duele la herida que yo mismo le causé por su bien. Algo se rompió dentro de mí al verla tendida en el suelo con los ojos cerrados, como si fuese un cadáver.

Oscuro Deseo. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora