Capítulo 10.

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BETANIA.

You.

Él invierno en esta época en Levka es fuerte y arrasadora. Durante los 4 días o 5 que llevo caminando en la intemperie en el Bosque, el nivel de la nieve a aumentado, llegando hasta mis muslos, empeorando el viaje.

-Escúchame bien lo que voy a decirte -me detiene Gevrel subiendo mi abrigo hasta mi cuello- Cruzaremos la costa del Mar Jovial... -respira ondo- Aléjate de la costa, y no te detengas al oír cantos de sirenas, ¿De acuerdo?

-¿Sirenas?

-Sí, sirenas. No son criaturas buenas como le dicen a los niños, ellas se alimentan de tu miedo, y buscarán la manera de llevarte al fondo del mar, para devorar tu cuerpo. Permanece a mi lado -me dice y asiento temblorosa.

-Creí que las sirenas eran hermosas y buenas...

-Hermosas son, buenas no.

Me toma de la muñeca y me lleva a su lado, mientras camina por la costa del mar Jovial, donde el aire se siente diferente y las majestuosas aletas brillan bajo el agua.

- Cupido me ha flechado, la riqueza me da igual, solo ha de consolarme, mi marino audaz jovial...-

- Doncellas vengan todas, quien quiera que seáis, que el amor de un audaz marino, es como el embravecido mar...-

-Sigue a mi lado e ignora sus cantos -me habla Gevrel.

Asiento, absorta en la belleza de las mujeres mitad peces que asoman sus cabezas del mar, mirando nuestro destino, haciéndome temblar.

-Me están llamando... -le hago saber y presiona su agarre en mi mano.

-Ignoralas.

-Betania...-

La voz majestuosa de una de ellas me llama, la siento cerca, como sí estuviese susurrando en mi oído.

La costa se aleja y por fin las pierdo de vista, volviendo al aire frío que cala mi nariz, que es más cómodo que la extraña sensación de humedad y muerte que sentí hace un rato.

-Por aquí cerca hay una taberna, descansaremos esta noche aquí. Las habitaciones son para follar con prostitutas, no jodas al pedir otra habitación porque no la pagaré, ¿Entendido? -suelta amarrando el bolso a mí.

-Bien.

Me lleva a trompicones hacia el humo que se cola entre los árboles, la pequeña casucha se hace notar, y no es tan grande, pero si es tenebrosa de ver.

Gevrel abre las puertas como si se tratara de su casa y la verguenza me invade cuando la mirada de todos los hombres recae en mí y en mi atuendo.

El cazador enrolla su brazo al rededor de mi cuello y no lo quito por el mero hecho de que estos hombres me dan miedo.

-Una habitación para mí y mi mujer -dice dejando monedas sobre el taburete.

El hombre le falta un ojo y cuenta las monedas, para luego darle una llave que agradezco.

Los hombres dejan de mirarme al segundo de las palabras de Gevrel y suelto una bocanada de aire cuando subo las escaleras sucias de madera podrida hacia una de la habitación más sucias que vi en toda mi vida.

Nunca fui rica, pero tampoco dormía sobre sábanas sucias, por ende, las cambio y busco unas nuevas en un armario.

-Pediré cervezas, ¿Bebes? -me pregunta y niego- Agua entonces.

Oscuro Deseo. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora