Capítulo 22.

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Los celos son el lazo que une, y une, y une.
Helen Rowland

Juliana

La alegría me atraviesa, esa increíble mezcla de emoción y miedo a la vez.

Soy una adicta, siempre deseando la siguiente dosis. Mi cuerpo es una marioneta con sus hilos. Mi clítoris palpita en el momento en que oigo su voz.

No me atrevo a buscarla demasiado, solo echo un vistazo rápido en dirección a la salida de emergencia. Está oscuro allí. Oscuro, pero cerca.

Muy cerca, a pocos pasos.

Ya casi puedo sentirla sobre mí. Mis piernas tiemblan sobre mis tacones ridículos.

Me quito el auricular de la oreja y me dirijo al ahora silencioso grupo que me rodea.

—Es mi mamá —miento—. Tengo que atender la llamada. No me esperen, sigan bebiendo. Ya los alcanzaré.

Podría morir por dentro cuando Ariana se inclina cerca, con su boca en mi mejilla.

—Vuelve rápido.

Apenas he notado su proximidad cada vez más estrecha esta noche. Las risas, el alcohol y un grupo apiñado hacen que las insinuaciones pasen desapercibidas fácilmente.

Me pregunto si han pasado desapercibidas para la desconocida de la esquina.

Me pregunto si le importa.

Espero que le importe.

Su llamada está desconectada, pero me vuelvo a acercar el auricular a la oreja mientras me alejo.

—Hola, mamá —digo—. Quería llamarte.

Cada paso es titubeante mientras me dirijo a las sombras. Mis ojos ni siquiera se han adaptado a la oscuridad cuando su mano me tapa la boca.

—Tienes que estar jodidamente callada —gruñe—. A menos que quieras que tus amigos te oigan chillar.

Sacudo la cabeza.

Su aliento es tan caliente en mi oído.

—¿Qué hay de la amante? ¿Quieres que escuche lo que te estoy haciendo tomar? ¿Te mojaría eso, pequeña zorra sucia?

Sus dedos cálidos suben por mis muslos hasta presionar mi coño. Me estrecho contra ella, con la respiración agitada.

Mi vestido es lo suficientemente corto como para que ella apenas tenga que subirlo. Desliza su mano por mis bragas y soy consciente que ya estoy empapada.

—¿Esto es para mí o para ella? —susurra, pero no me deja hablar—. Poco importa, estarás demasiado adolorida para tomarla cuando termine contigo.

Hay un filo en su voz. Una dureza.

Celos.

Todo mi cuerpo canta.

Está celosa.

Está realmente celosa.

Me alegro de ser una puta esta noche. Me alegro de llevar tirantes de zorra con las tetas a la vista. Me alegro de que mi piel se sienta tan fría de repente en el aire de la noche.

Me alegro de que me vea así.

Me alegro de que haya venido por mí.

El ángel de mi hombro se asusta. Siento chispas de pánico debajo de la emoción.

Estoy con compañeros de trabajo en una noche de fiesta. Colegas de trabajo reales que charlan, se ríen y curiosean, y que querrían saber quién carajo es esta mujer sexy y loca.

𝐂𝐚𝐫𝐧𝐚𝐝𝐚 ; 𝐉𝐲𝐕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora