Capítulo 16: Decisión tomada.
Minutos más tarde se encontraba sentada frente a Jeff sin saber qué decir. No lo esperaba allí y no estaba segura de cómo sentirse al respecto, tenía que reconocer que le enfadaba que él no se hubiese molestado en detenerse a pensar en cómo le afectaría.
Después de dejar el vaso de agua que le había aceptado al declinar las demás opciones, finalmente dejó salir la pregunta que estaba carcomiendo su mente:
―¿Por qué estás aquí, Jeff? ―dejó salir más bruscamente de lo que pretendía pero no retiró la pregunta. Su respuesta fue corta y precisa:
―Por ti.
Se quedó momentáneamente en silencio porque no sabía cómo responder a eso. Sin embargo, Jeff se inclinó hacia adelante, apoyando sus codos en su rodilla y continuó hablando lo cual agradeció ya que su garganta y mente se encontraban secas.
―Tengo negocios aquí, Ashley, y podría decirte que estoy aquí por trabajo y solo ha sido una coincidencia que te encontraras en el mismo Estado pero ambos sabemos que no sería cierto así que no veo por qué tendría que mentirte ―se encogió de hombros. Un mechón cayendo por su frente le tentó a devolverlo a su lugar pero se contuvo―. Quería desearte feliz cumpleaños.
―¿No era más lógico una llamada? ―cuestionó.
―He pasado los últimos tres años celebrando tu cumpleaños contigo ―se inclinó un poco más cerca, haciendo el espacio aun más intimo―. Tal vez tú no lo recuerdes pero yo lo hago.
Como un hábito, comenzó a recrearlo en su cabeza. Ya que sus recuerdos no cooperaban, había reemplazado el intentar forzar a su mente en traer viejas partes del pasado a recrearlos en su lugar.
Ahora tenía más sentido que Claire, Lynn y Blaine se quejaran de que esta era la primera vez en año que celebraba su cumpleaños con ellos y se sintió mal por haber querido interrumpir sus planes.
―Tengo un regalo para ti ―habló él, interrumpiendo sus pensamientos.
Ashley lo miró meter su mano dentro del bolsillo de su chaqueta y sacó una caja alargada de terciopelo rojo. Él la extendió para que ella la tomara y, con las manos húmedas por los nervios, ella lo hizo. No quería dejar que su cabeza le diera muchas vueltas al asunto así que se obligó a abrirla sin preámbulos, sorprendida por el contenido.
Con la mayor delicadeza que pudo sacó el bolígrafo que parecía ser cubierto en oro. Incluso pudo observar sus iniciales talladas en él. Tenía que admitir que era algo hermoso para una simple pluma pero su mirada tardó un momento en volver a la de Jeff.
―Yo... es sorprendente ―murmuró con su voz ronca. Repentinamente su voz había decidido desaparecer―. Es muy hermosa...
―Una vez me contaste una historia ―recordó él, observándola mientras su mirada volvía a la pluma―. Cuando eras pequeña tu padre te regaló una cuando eras niña después de que le insistieras en quedártela cuando él firmó su primer contrato.
Eso si lo recordaba. No habérselo contado, sino la vez a la que se refería. Tendría unos ocho años cuando su padre llegó emocionado a casa para contarle la noticia a su esposa. Claire y ella también se encontraban en la cocina en ese entonces y ella simplemente decidió unirse a la celebración. Su padre juraba que su bolígrafo de la suerte lo había ayudado a conseguirlo así que ella quiso tenerlo para tener su misma suerte.
―Me dijiste que desde entonces cualquier decisión importante que tomaras lo firmabas con ese bolígrafo ―continuó Jeff, devolviéndola al presente―, incluso tu matrimonio ―aquello le tomó una pausa en la que ella tuvo que apartar la mirada un poco nerviosa― y también era con el que firmarías tu divorcio.
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Desde el principio... Otra vez ©
ChickLitAlgunas veces se reciben segundas oportunidades sin pedirlas.