Capítulo 20: Pasado de los problemas.
«El color no es el correcto, el azul debe ser más claro. No es el ángulo correcto... el azul... debo buscar otro azul...»
La organización no era necesaria. No recordaba haber entrado a ese lugar antes pero sus sentidos parecían familiarizados con el espacio. En el enorme estante oculto por una sabana se encontraban los oleos, en los gabinetes habían más pinceles y detrás de él había más lienzos en blanco.
«Azul, azul, azul...»
Jamie Scott cantaba Unbreakable en el estéreo, su voz como música de fondo. Su mente se dividía entre lo que estaba haciendo y seguir la letra. No había querido cambiar la canción desde que comenzó con la pintura inconclusa aun colgada en el caballete y el ritmo se había hecho con su propia forma de mover el pincel.
«Dos tonos de azul...»
Mezcló el azul con un poco de blanco para aclararlo. El azul que buscaba se aclaraba a medida que se alejaba del iris pero aun no parecía ser el correcto.
«Verde también...»
Los dos tonos se complementaban. El azul seguía siendo el predominante pero era imposible omitir el verde. Era como aquella parte que no sabes que es importante hasta que ya no está ahí.
Los movimientos cesaron. Había dejado aquella parte para el final porque sabía que necesitaba encontrar el rasgo perfecto y ahora lo tenía. Su rostro le sonreía de vuelta como si él realmente se encontrara ahí.
Pero no estaba. Lo había esperado durante seis horas y él no estaba.
El pincel cayó de su mano cuando se dio cuenta que no había más distracciones. Tenía que afrontar que era casi media noche y no había recibido ninguna llamada de Nathan.
Se dejó caer en el suelo sin importarle mancharse con la pintura corrida. Había llamado al celular de Nathan y se encontraba apagado. Para cuando lo intentó con el trabajo o la casa obtuvo la misma respuesta, él no se encontraba ahí. Una parte de ella temía que le hubiera pasado algo, pero en el fondo sabía que no tenía nada que ver con eso. Él quería alejarse y ella tenía que permitirlo así como él lo había hecho cuando ella decidió irse a Los Ángeles.
Pero ahora sabía lo que él había sentido y se odiaba por eso, no había tenido en cuenta los sentimientos de nadie más salvo los suyos.
El sonido de su celular irrumpió cuando la voz de Jamie calló antes de volver a repetirse. Ashley corrió a tomar el aparato de su mesa de trabajo con la esperanza de obtener señales de Nathan pero el nombre en la pantalla no era el esperado.
―¿Lynn? ―saludó mientras miraba la hora en el reloj de su muñeca, eran poco más de las once.
―¡Ashley, menos mal que respondes! ―el alivio en su voz la alarmó―. He estado intentando llamar a Nathan y no me responde, ¿está contigo?
―No ―algo no estaba bien―. No he hablado con él en horas. ¿Qué sucede, Lynn?
―¡Maldita sea con mi primo! ―resopló y se escucharon varios ruidos de fondo.
―¿Qué sucede? ―repitió cuando no obtuvo respuesta.
Varios minutos más pasaron antes de escuchar una puerta cerrarse. Estuvo a punto de comprobar si la llamada había terminado cuando todo se quedó en silencio pero finalmente su amiga volvió a hablar.
―Lo siento, tuve que dejar a los niños con Brandom.
―¿Qué sucede con Nathan? ―insistió.
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Desde el principio... Otra vez ©
ChickLitAlgunas veces se reciben segundas oportunidades sin pedirlas.