Capítulo 3: Sin arrepentimientos... ¿o sí?
―No se le ocurra entrar si no piensa decirme que ya puedo irme a mi casa ―se cruzó de brazos y permaneció con mirada amenazante.
Claire pasó de asesinarla con la mirada a dar una mirada de disculpa al doctor, el cual únicamente soltó una carcajada como respuesta. Blaine dejó los ojos en blanco pero pudo notar la sonrisa casi imperceptible en los labios de Nathan.
Para ella no era causa de gracia. Una semana, ¡una semana! ese lugar la iba a terminar volviendo loca. Necesitaba volver a la normalidad lo antes posible y estaba segura que estando encerrada entre cuatro paredes de un color más aburrido que el blanco no lo conseguiría.
―Tranquila, cambia esa expresión no te hemos tenido aquí por gusto. Sé que estás impaciente por volver a tu casa ―ella alzó una ceja aun esperando una respuesta―. He venido a decirte que podrás irte esta tarde.
―¡Finalmente! ―alzó los brazos en señal de victoria. Claire suspiró abatida, el doctor volvió a soltar otra carcajada―. No se ría, mis piernas y mi trasero perdieron su utilidad.
―No se preocupe, podrá volver a utilizarlos en poco tiempo. Eso sí, tan pronto como pueda póngase en contacto con la Dra. Sullivan.
Asintió ya que no tenía opción, la terapeuta que la ayudaría con su memoria era un requisito indispensable y no era negociable. De todas formas, a esas alturas diría que si a cualquier cosa con tal de salir de ese lugar.
El doctor volvió a revisarla por última vez antes de irse. Claire recibió una llamada del trabajo lo que la hizo sentirse culpable, ella y Blaine habían estado una semana afuera pero no había podido convencerlos de que regresaran. Tal vez ahora que vuelva a casa estén más tranquilos y puedan volver a sus vidas.
―También necesito hacer una llamada, vuelvo en seguida ―y con eso Blaine salió de la habitación.
Ashley miró a Nathan que permanecía sentado en el sillón rojo. Él percibió su mirada ya que se la devolvió.
―Debería ir a hablar con el doctor sobre tu salida ―dijo, levantándose.
―¿Puede esperar? ―preguntó algo insegura. Se hizo a un lado para que él se sentara junto a ella. Se sentía nerviosa, no estaba segura de cómo hablar con él.
―¿Pasa algo? ―la miró preocupado mientras se sentaba a su lado. Aun así, Ashley percibió lo que había estado sintiendo todos estos días. Él se sentía tenso a su alrededor.
―Quería preguntarte... quería preguntarte sobre nosotros ―lo observó apretar su mandíbula. No sabía que tan delicado se encontraba ese terreno pero había notado que no se encontraba en buenas condiciones.
―Ashley...
―No estoy comenzando con uno de mis interrogatorios ―aunque le hubiera gustado―. Es solo que he notado lo incómodo que estás a mí alrededor.
Vaciló. Parecía debatirse en su respuesta lo cual la hizo confundirse. Esperaba que no estuviese formando una mentira en su cabeza, necesitaba saber realmente en qué condiciones se encontraba su matrimonio antes del accidente.
―No es nada serio ―contestó finalmente aunque su postura seguía rígida.
―Pero definitivamente es algo ―aseguró por su falta de respuesta―. ¿Es por mi amnesia? ¿Te sientes incómodo?
―Sí, es por tu amnesia ―aceptó tomando su mano―, pero no es porque me sienta incómodo. Quiero darte tu espacio, sé que las cosas no están siendo fáciles para ti.
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Desde el principio... Otra vez ©
ChickLitAlgunas veces se reciben segundas oportunidades sin pedirlas.