Me quedé unos instantes quieta y callada dentro del armario oyendo las cosas que se decían entre ellos. <<Eres hermosa y me vuelves loco>> <<Fernando, quiero que volvamos a repetir lo de aquella noche>> ¡¿Qué!? ¡¿A qué mierda de noche se estaba refiriendo aquella mujer!? Eso fue la gota que colmó mi vaso, no lo soportaba más. Abrí la puerta del armario tan fuerte que hasta yo pegué un salto del susto.
-¡¿Qué carajos está pasando aquí!?-grité desde lo más profundo de mi corazón.
-Samanta- los ojos de Fernando se abrieron de tal forma que creí que se le saldrían en cualquier momento.- ¿Qué estás haciendo aquí?- soltó a aquella mujer y se acercó a mí.
-Ni se te ocurra dar un paso más- alargué mi brazo para frenarlo y evitar darle una bofetada.
-Amor no es lo que parece- él no paraba de mirarme con cara de perrito mojado y eso hacía que mi furia creciera aún más.
-Pues por como yo lo veo, estaban a punto de tener sexo en tu habitación, ¿no es así?- me crucé de brazos y esperé a una respuesta.
Ambos se miraron sin saber qué decir hasta que ella osó a abrir su boca para hablar.
-Mira, si no te importa me gustaría que mi novio o mejor dicho mi exnovio, me responda- alcé una de mis cejas y le hice una seña con mi cabeza para que se largara de allí.
Ella lo miró a Fernando, quién le hizo la misma seña que yo y luego se marchó para dejarnos solos.
-Muy bien, quiero escuchar que mierda ocurre aquí.- me senté en la cama aún con los brazos cruzados y lo miré.
-¿Qué haces aquí Sam?- me preguntó parado frente a mí.
-No es la respuesta que quería oír- descrucé mis brazos y los apoyé en la cama para estar más cómoda.- Pero te diré que viajé hasta ésta maldita ciudad para darte una sorpresa de cumpleaños, pero por lo visto ya tenías otros planes armados.
-Nada pasa entre Celia y yo bebé, debes creerme.- Caminó en mi dirección y se sentó a mi lado para luego tomar mi rostro.
Me solté de él y me pare frente a él apoyada sobre la puerta del armario.
-Con que ella es Celia, recuerdo que la nombraste pero solo creí que eran compañeros de trabajo, no de sexo.- mi voz sonaba tranquila pero furiosa a la vez y tenía mis justificaciones para estarlo. Un gran silencio se generó antes de que pudiera darle fin a esto.- Sabes qué, ojalá que sean muy felices juntos.- Tomé mi maleta y me largué de allí, lo último que quería era seguir discutiendo por una relación que estaba perdida.
Mientras bajaba por las escaleras, escuchaba como Fernando me seguía pero no pensaba darme vuelta hasta que él tomó de mi brazo y ambos quedamos viéndonos de cerca. Mis lágrimas no tardaron en salir, ya no podía contener más el dolor que sentía.
-No me abandones, por favor- me suplicó.
-No me pidas que siga con esta mentira de relación.- mis lágrimas empapaban mi rostro y mi voz se volvía más cortada con cada palabra que decía.
-Lo siento mucho, en serio, te juro que no se volverá a repetir.- puse mis ojos en blanco y agité mi cabeza.
-Esto se termina acá Fernando, te deseo una buena vida.- me solté de su agarre y abrí la puerta para largarme de allí. Pero antes de marcharme me giré por última vez.- No intentes llamarme ni contactarme de ningún modo.
***
No tenía ninguna intención de irme a mi casa con mis padres porque lo último que quería era que me vieran mal y comiencen a hacer preguntas, por lo que mientras caminaba pensando que haría, vi un hotel a lo lejos y decidí pasar la noche allí y mañana volvería a mi residencia universitaria. Al llegar observé la gran fachada que tenía por fuera. Cuatro puertas de vidrio, un gran cartel con luces en donde se leía The park central hotel y algunas plantas en la entrada. Al ingresar me dirigí a uno de los mostradores para registrarme y poder atacar el bar, si es que lo tenían.
-Bienvenida, ¿en qué puedo ayudarle?- un hombre de mediana edad, con un traje negro y corbata gris, me atendió.
-Quisiera una habitación para pasar la noche por favor.- saqué de mi billetera la tarjeta que había a mi nombre y se la tendí al hombre.
-Perfecto señorita Wills, habitación 237.- Mientras guardaba mi tarjeta, él me dio las llaves y antes de irme de dijo que podía pedir comida a mi habitación y que el mini bar estaba en el primer piso.
-Gracias- dije y subí a dejar mis cosas.
Cuando abrí la puerta, observé una habitación lujosa color beige, con algunos muebles marrón oscuro, una ventana que daba a las calles y una gran cama matrimonial con sábanas blancas. Dejé mis cosas en el piso y me dirigí al bar del primer piso. Cuando bajé del ascensor quedé boquiabierta. Cuando me dijo que era un mini bar me esperaba algo más tranquilo, pero era un gran espacio blanco, con mesas y sillones en todas partes y una isla en el medio que funcionaba como bar. Me senté en una de las sillas de la barra y me pedí un mojito.
-Aquí tiene señorita- el barman me tendió el vaso de vidrio y comencé a beberlo como si fuera agua.
-Otro por favor- le pedí y enseguida comenzó a armarlo.-Gracias- dije cuando me tendió mi segundo mojito, el cuál fue vaciado casi a la misma velocidad que el anterior.
-¿Día difícil?- un chico de aproximadamente 25 años se sentó a mi lado. Llevaba unos jeans y una camisa blanca que le quedaba perfectamente al cuerpo, haciendo que sus musculosos brazos se notaran a la distancia.
-Bastante.- dije mirándolo.
-Te comprendo.- me dijo bebiendo de su whiskey con la vista al frente.
-Lo dudo, a menos que encuentres a tu novio engañándote con su compañera de trabajo.- alcé mis cejas y cuando quise beber de mi vaso, me di cuenta que ya no había nada allí.
-Lo siento- el muchacho finalizó el contenido de su whiskey y me miró de reojo.
-Que se vaya a la mierda- mi mirada estaba perdida en mi vaso. Con mi dedo trazando círculos en el borde del mismo hasta que noté como la mirada de aquel muchacho comenzaba a incomodarme.- ¿Quieres subir a mi habitación?- ni siquiera pensaba lo que decía, las palabras salieron solas de mi boca.
-Claro- respondió algo sorprendido.
Me tambaleé bastante en el camino, debo confesar que esos dos mojitos ingeridos sin haber comido antes me habían destrozado. Cuando llegamos cerré la puerta con llave y arrastré al chico conmigo a la cama. Él comenzó a quitarme la ropa dejándome y yo hice lo mismo con él. No pensaba decirle mi edad porque no me importaba en lo absoluto que fuera mayor que yo, solo quería sacarme de la mente lo que viví. Nos empezamos a besar con locura y pronto estábamos los dos desnudos uno dentro del otro gozando del momento y soltando gemidos hasta más no poder. Cuando me cambié de posición para ponerme encima de él, la cara de Derek se me vino a la cabeza y comencé a ir más rápido mientras contenía mis ganas de gritar su nombre. Cuando los dos terminamos, él se cambió y se marchó y yo me metí en la ducha. Me quedé un rato sentada en la bañera mientras el agua recorría mi cuerpo limpiándolo. ¿Por qué me engañó de esa forma? ¿Acaso no era lo suficientemente buena para él? Me prometí a mí misma no pensarlo más pero se me era imposible. Salí rápidamente, me sequé, me puse la primera remera que encontré y me metí en la cama. Cogí mi móvil y borré su contacto y las fotos que teníamos juntos. Acto seguido mis dedos textearon a Derek sin pensarlo.
He terminado con Fernando, tenías razón. Mañana me vuelvo a la Uni.
No obtuve respuesta y tampoco creí que la tendría asique apagué todas las luces y me dispuse a dormir para olvidarme de todo. Mañana a primera hora me iría al aeropuerto y me volvería para dejar todo atrás.
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Adicta a ti - En Físico
Teen FictionSamanta Wills es una joven universitaria que ha llegado a San Francisco con la meta de obtener su título como Diseñadora. Sin embargo, su vida dará un giro inesperado tras conocer a Derek Sanders, el hombre del que todas sus amistades le aconsejan a...