El vuelo aterrizó en tiempo y forma, ni una hora antes ni una después. Pronto empezamos a oír como las azafatas despertaban a cada pasajero dormido, incluidos nosotros, avisando que ya podíamos desabrochar nuestros cinturones y comenzar a formar la fila para bajar. Derek tomó las maletas de ambos y al salir del aeropuerto, una limusina negra nos estaba esperando.
-Buenos días señor Sanders, sus padres lo esperan en la casa de la playa.
El chofer era un señor de unos cuarenta y picos de años, robusto y alto. Moreno de ojos cafés y usaba el típico traje negro con corbata y una boina.
-Gracias Eduardo.- Derek le tendió nuestras maletas y demás mientras yo me subía al coche.
-¿Casa en la playa? ¿He escuchado bien?- mis ojos expresaban asombro.
-Así es, te va a encantar.- Derek depositó un cálido beso en mi mejilla y cerró la puerta del auto.
Era un tema popular que los padres de Derek tenían mucha plata pero no pensé que era esa clase de gente que se compra la típica casa en la playa.
***
Si estaba sorprendida, al llegar quedé estupefacta. La casa era ENORME y me dedicaré a hacerle mucho énfasis a la palabra porque lo ameritaba. Tenía una entrada principal con piedras y un camino de arena que conducía a una puerta de metal negra más alta que mi casa. Por dentro todo era blanco y de mármol blanco por supuesto. Era la casa más limpia e impecable que jamás había visitado. Fuera se encontraba un patio, también gigante, con vista al mar y una piscina larguísima. ¿Por qué la tenían si vivían frente al mar? No lo sé, cosas de gente rica que nunca entenderé.
Tuve que sentarme un momento en una de las reposeras que allí había para asimilar todo lo que estaba sucediendo. Es en ese momento que Derek decide aparecer con sus padres.
-Tú debes ser Samanta.
La voz de un hombre me sobresaltó.
-Sí, encantada de conocerlos.- Tendí mi mano a cada uno para saludarlos y luego volver a mi lugar.
Una mujer pequeña de mediana edad nos ofreció unas copas de champagne que cada uno tomó. Leonardo, el padre de Derek, propuso un brindis al cuál todos respondimos chocando nuestras copas.
-¿Qué tal ha estado el viaje hijo?- Su madre, Rebecca, era una mujer alta y delgada, algo operada y extremadamente rubia.
-Bien mamá, hemos viajado bien.
Había podido notar, que Derek era un calco a su padre. Mismos ojos, labios, todo. ¡Qué impresión madre mía!
-Ven, vamos arriba.- Derek tomó de mi mano y me arrastró hasta su habitación.- ¿Y? ¿Qué tal te ha parecido todo hasta ahora?
-La verdad es que me he quedado sin palabras.
-Ah que sí, ¿verdad?
Le regalé una pequeña sonrisa y una afirmación con mi cabeza.
-Bueno, aquí dormiremos nosotros asique ponte cómoda peque.
-¿Tus padres saben que dormiremos juntos?
-Claro. ¿Algún problema?- Derek parecía algo sorprendido pero es que tiene que entenderme, si eres mujer tus padres jamás te dejarían dormir con tu novio, eso es como una ley.
-No, ninguno.
***
Nos pasamos la tarde yendo de aquí para allá con sus padres. Me mostraron todos los lugares que ellos frecuentaban y ya me sentía un tanto aturdida de esa vida de ricos. Yo no estaba acostumbrada ni un poquito a vivir así y no entendía como para ellos todo eso era normal. Ahora ya entendía la razón por la que me miraron mal desde que llegué, mis pintas eran las peores a comparación de ellos y los hacía quedar mal por supuesto. A medio camino Derek notó que estaba algo incómoda y se excusó por ambos para poder volver a la casa, lo cual agradecí porque yo no había tenido el valor de expresarlo con palabras.
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Adicta a ti - En Físico
Roman pour AdolescentsSamanta Wills es una joven universitaria que ha llegado a San Francisco con la meta de obtener su título como Diseñadora. Sin embargo, su vida dará un giro inesperado tras conocer a Derek Sanders, el hombre del que todas sus amistades le aconsejan a...