Capítulo 26

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<< ¡Auch!>>> Mi cabeza me estaba matando, todo me daba vueltas. Me acordaba de todo milagrosamente y recordaba cada detalle del por qué terminé así. Traté de acomodarme en mi cama y cogí mi móvil. Tenía quince llamadas perdidas de Derek, las cuales no pensaba contestar. Luego, también, había un par de mensajes de los chicos preguntando cómo estaba y qué me dedicara a descansar bien. Maldito seas Derek Sanders. Para que mierda me haces pasar por la etapa de ser algo con alguien si lo vas a terminar arruinando por completo.

Mis ganas de hacer cosas se habían disminuido drásticamente. La personita azul de mi cabeza me había invadido por completo. Creo, incluso, que se devoró a los demás y ahora había levantado un reinado. Lo único que me digné a hacer fue tomar una ducha para eliminar el olor a vómito que llevaba encima ya que me estaba descomponiendo más de lo normal. Finalmente al salir, como hacía frío, me puse un maxi buzo con pantalones deportivos negros y unas pantuflas. Mi estómago rugía como loco y necesitaba alimentarlo ya.

A suerte mía, había una pizzería abierta a un par de cuadras de la universidad.

-Buenas tardes, ¿qué va a ordenar?

-Hola, quiero una pizza con extra queso por favor.

-Enseguida.

Me senté en un sillón blanco a esperar mi pedido mientras chequeaba mis redes sociales. Fotos de los chicos, Dani grabando cada paso en su fiesta y una foto del grupo antes del incidente. La verdad que lamento que el vestido se halla arruinado porque era una preciosura. Tendré que llamar a mi madre y preguntarle cómo sacar mancha de vómito. O, para evitarme el sermón, buscar un video de Youtube.

-Pedido de Samanta Wills.- anunció un chico detrás del mostrador.

Me acerqué, tomé mi comida, y mientras dejaba algo de propina en un frasco de vidrio, oí dos voces familiares.

-¿Sam?

-¡Oh! Hola, pero si es el maldito hijo de puta de Derek Sanders con la zorra de su novia.

Los pasé lo más rápido posible pero su agarre me detuvo.

-Espera, ¿podemos hablar?

-¿Sobre qué?

-Déjame explicarte por favor.

Apoyé la caja de la pizza en una mesa y me crucé de brazos.

-Estoy obligado legalmente a casarme con Vanessa, no puedo negarme o perderé la herencia.

Cuando comencé a aplaudir, Derek me miró con cara de no entender lo que sucedía.

-Wow, eres patético- volví a cruzarme de brazos- que poca dignidad tienes para que, a tus 22 años, tengas que seguir siendo el niño mimado de papá y mamá.

-Es que no entiendes Samanta.

-Sí, claro que entiendo.- tomé mi comida porque no quería que se enfriara y esta conversación no servía de nada.- No tienes los huevos para decirles que no.

-Tu clase social jamás entendería a la mía.

Eso destrozó todo mi ser. Nunca pensé que él fuera de denigrarme por ser "inferior" socialmente.

-Vete a la mierda Derek Sanders.

Algo malo de mí, es que siempre dejo que todos me lastimen, pero a mí no me gusta lastimar. En estos momentos no tengo ganas de decir que estoy mal, ni explicar que me pasa, solo quiero que toda esta mierda pase pero no sé cómo afrontarla. Mientras como el último pedazo de pizza le envío el último mensaje a Derek antes de eliminarlo de mis contactos.

Me dolió ver como no te importó perderme. SW.

Con lágrimas en los ojos y mis pensamientos a flor de piel, tomé el paquete que Bunny me había dejado hace mucho y lo abrí. Cocaína. ¿La necesitaba? No ¿Me haría recaer? Probablemente, pero necesitaba un empujón. Cogí un cuaderno, me preparé una línea y aspiré sin pensarlo dos veces. Mi cuerpo se estremeció y luego volví a ser yo. Me sentía poderosa otra vez, era la imparable Sam de antes. Una probadita más no le haría daño a nadie. Otra vez aspiré sobre mi cuaderno y volví a estremecerme.

No quería acabármela en una noche asique limpié todo y me acosté a dormir.

***

Estuve toda la semana faltando a clases y me habían despedido del trabajo por llegar drogada, por lo que mi pozo depresivo aumentaba día a día. Mis amigos venían a verme pero yo me negaba a abrirles la puerta, no quería que me vieran en ésta situación. Como la cocaína se me estaba acabando, comencé a comprar marihuana y más coca a unas chicas de la residencia. Les pagaba con mis ahorros y a veces con cosas de valor. Ya me había quedados sin relojes, pulseras, anillos, zapatillas, etcétera. Era un desastre total.

Hubo un momento en que me levanté para ir al baño y me vi. Tenía la cara demacrada, había adelgazado como 10 kilos y mi ojeras negras estaban hasta el suelo. Pero eso no impidió que siguiera consumiendo. Me encerraba en mi cuarto por horas, salía solamente a comprar más droga o comida.

-¡Samanta! Sabemos que estás ahí dentro, ábrenos ya mismo.- La voz de Daniel resonaba al otro lado de la puerta.

-Ya lárguense.

-Vamos Sam, no nos hagas llamar al guardia.

-Samanta llevas un mes y más en este cuarto, no nos hagas entrar por las malas.-Lenna estaba más mandona de lo normal y eso me molestaba.

Me acerqué a la puerta y les abrí mínimamente con la cabeza apuntando al suelo para que no me vieran en ese estado horrible. Ellos solo me empujaron y entraron. Me esperaba ver la reacción de sus rostros.

-¿Qué rayos ocurrió aquí?- preguntó Luna.

-¿Dónde están todas tus cosas y por qué huele a droga?- Logan se acercó a mí y me sacó la capucha mientras prendía la luz general.

Sus caras de horror me hicieron sentir peor de lo que estaba.

-Ya dejen de mirarme así.

-¿Dónde está la Samanta que solíamos conocer?- Sophie no paraba de llorar mientras repetía la misma pregunta una y otra vez.

No quería ni mirarlos asique los eché como pude y me senté en el suelo a llorar desconsoladamente. No podía parar. Sentía mucho dolor, sabía que les estaba haciendo mal a todos por ponerme en ésta situación. Derek ya no era el problema, sino que las drogas lo eran. Habían pasado meses desde la última vez que había hablado con él y ya lo había superado pero un nuevo problema apareció. La vieja Sam entró sin pedir permiso a mi nueva vida y la arruinó en menos de dos segundos.

-¿Por qué? ¿Por qué tenías que volver?

Mi pecho dolía, mi cabeza me estaba matando. No podía seguir con éste sufrimiento. Corrí a la farmacia y robé todos los medicamentos que pude sin que me vieran. Me encerré en mi habitación de nuevo y comencé a ingerirlos uno por uno hasta que todo quedó vacío.

-¡Auch!

Me agarré del pecho con fuerza y caí rendida al piso del dolor que sentía. Lo único que pude hacer mejor es irme. En un papel escribí con todas mis fuerzas: "Fue y será un placer haber coincidido en esta vida con todos ustedes mis queridos amigos y familia".

Mis ojos se cerraron lentamente y me fui.

Adicta a ti - En FísicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora