Seguía sin poder creérmelo. Al principio lo dudé pues había salido de una relación no hace mucho y me pareció un poco inapropiado ingresar en una nueva.
Al abrir mis ojos, lo primero que me encontré fue una hermosa cara profundamente dormida. No quería despertarlo por lo que deposité un beso en sus labios, tomé mis cosas y salí de allí. En el camino de vuelta a mi residencia, mi teléfono sonó y al ver que era un número desconocido decidí ignorarlo. Por lo visto quién llamaba era insistente ya que acto seguido volvió a hacer lo mismo unas cinco veces más. Para la sexta llamada me dispuse a contestar.
-¿Hola?- pregunté algo enojada pero intrigada a la vez.
-Hasta que al fin me contestas.
Su voz me resultaba familiar, pero aun así no pude descifrar quién era. Lo que si estaba segura era que llamaba un hombre.
-Lo siento pero ¿quién habla?
-¿Acaso no reconoces la voz de Bunny?
Mi corazón se detuvo en ese preciso instante al igual que mi paso. Todos esos viejos recuerdos que creía haber guardado con llave y candado en lo profundo de mí ser, volvieron a salir a la luz.
-¿Cómo has conseguido mi número nuevo?
-Vamos nena, sabes que tengo gente especial trabajando para mí.
-¿Qué es lo que quieres de mi Bunny? Hasta donde yo sé saldé mis deudas contigo hace mucho tiempo.
-Necesito de tu ayuda, tengo mercancía especial que debe ser vendida lo antes posible y sé que eres buena en el área.
Dios, no otra vez.
-No aceptaré un no como respuesta, uno de mis colegas ya dejó el paquete en tu residencia, tienes dos semanas para entregarme el dinero.
No me dejó ni quejarme. Colgó enseguida dada la orden y rápidamente me di cuenta que no solo tenía mi número sino también la dirección de donde estudiaba y vivía, lo que me aterraba mucho más.
Bunny es el narcotraficante más conocido de mi barrio. Trabajé para él cuando estaba en la secundaria y tuve un pequeño problema cuando me descubrió consumiendo de la mercancía en vez de venderla, lo que me costó años de mi vida para poder pagarle correctamente. Esos años fueron los más oscuros que viví. Drogas, prostitución, peleas, y muchas otras cosas horrorosas que nadie debería ver ni vivir. Mis padres luego de la recaída más grande que tuve, se dedicaron a pagarle cada centavo a Bunny con la condición de que ya no se pusiera en contacto conmigo nunca más. Por lo visto eso se cumplió hasta el día de hoy.
Al llegar a mi cuarto, encontré que encima de mi cama había un paquete marrón sellado que decía mi nombre y dirección seguido de un << ¡Ni se te ocurra cagar mi negocio otra vez! >> Lo cogí y lo metí entre mi ropa para que nadie lo viera y preguntara, mi pasado no es algo que quiera sacar a la luz del sol otra vez. Si pretendía que me dejará en paz, debía cumplir sus órdenes. Una vez un chico decidió no hacerlo y recibió la paliza de su vida que lo dejó en coma por dos años. No gracias, no quiero eso. Estaba en la universidad, por lo que vender no sería muy difícil.
***
A partir del llamado de Bunny, esa semana me dediqué a ir de fiesta en fiesta para poder comercializar la cocaína y marihuana. Como me lo imaginé, en menos de una semana ya tenía todo vendido. Luego de la última venta, me comuniqué con él.
-Bunny, ya te envié el dinero a tu cuenta.
-Muy bien preciosa, siempre serás mi preferida.
Su voz solo me daba asco. Quería largarme de esa mierda rápido.
-Listo cumplí con mi parte. Adiós.
-Espera...- se hizo un silencio incómodo al otro lado del teléfono- Como recompensa, te he dejado en tu cuarto un pequeño obsequio. Úsalo bien princesa.
Me daba escalofríos saber que él o uno de sus colegas hayan estado en mi habitación. Pero más miedo me daba saber cuál era esa recompensa. Abandoné el predio donde millones de chicos y chicas bailaban y se drogaban para dirigirme a mi residencia. Al llegar, abrí el paquete negro que había allí y me encontré con una nota que decía:
Para mi hermosa niña, disfrútalo princesa y no te lo gastes rápido. Bunny Bunny.
Mi boca se abrió casi sin pensarlo y solté el aire que estaba conteniendo. Una bolsa de cocaína pura es lo que me había mandado. Si alguien se enteraba que tenía eso en mis manos, mi vida se vería acabada en tan solo segundos. Al escuchar que alguien se acercaba, cogí rápidamente la bolsa y la metí en mi armario en una pequeña caja y el envoltorio lo tiré en el cesto del baño. Unos segundos después, Derek entraba por la puerta.
-Hola Sam.
-¡Derek! Hola- traté de disimular mi nerviosismo lo mejor que podía pero por lo visto no tan bien.
-¿Sucede algo?- me miró con cara de pocos amigos frunciendo el ceño apoyado en el marco de la puerta del baño.
-Sí, todo bien, solo limpiaba un poco.
Tiré de él para sentarnos en la cama. No quería que descubriera nada.
-Muy bien- no sonó muy convencido pero siguió sin más.- Solo venía a ver si había pasado algo, me desperté y no te vi.
-Sí, todo bien, solo me fui porque tenía cosas que hacer y no quería despertarte.
Por lo visto mi mentira funcionó de maravilla porque él asintió con su cabeza y tomó mi laptop para poner una película y verla juntos. Agradecí que no preguntará por más detalles y me acurruqué en sus brazos a mirar Shrek 2. Derek se marchó poco después de terminar la película y me concentré en terminar mis tareas para el día siguiente. No iba a permitir volver a caer en mis viejos hábitos después de haber luchado tanto por reacomodar mi vida. Tenía los mejor amigos que la vida me podía dar y un novio maravilloso. No gracias, no voy a arruinarlo todo por un poco de droga.
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Adicta a ti - En Físico
Teen FictionSamanta Wills es una joven universitaria que ha llegado a San Francisco con la meta de obtener su título como Diseñadora. Sin embargo, su vida dará un giro inesperado tras conocer a Derek Sanders, el hombre del que todas sus amistades le aconsejan a...