Capítulo 7

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-¡Por favor hija! Debes despertar- podía escuchar a mi madre como si se encontrara muy lejos de mí. Hablaba con la voz entrecortada y mi padre lloraba.

-Señores debemos hacerle unas pruebas más, les pedimos que se retiren.- ¿Pruebas? ¿De quién era aquella voz?

Mi cuerpo dolía como si me hubieran roto todos los huesos de mi cuerpo, mi garganta estaba extremadamente seca pero por algún motivo que desconocía no lograba que mi cuerpo respondiera a lo que mi cerebro le decía. ¿¡Qué es lo que me está pasando?! No quiero seguir durmiendo, pero también estoy sintiendo una paz que nunca había experimentado y eso no colabora a que yo pueda abrir mis ojos.

-Nena tienes que luchar por tu vida, tenéis que darnos una mano.- una voz femenina hablaba a mi oído. Mi madre no era pero mis ojos se sentían demasiado pesados para que pudiera abrirlos y lograr entender que rayos estaba ocurriendo.

Me desperté sobresaltada con el ruido de mi celular. Creí que nunca más iban a aparecer las pesadillas pero por algún motivo que desconozco volvieron. Al mirar la pantalla observé que mi madre me estaba llamando y ya tenía unas cuantas llamadas perdidas. Eran las dos de la tarde.

-¿Mamá?- mi voz sonaba dormida.

-Hija, estamos en el estacionamiento, ¿te has olvidado de nuestra visita?- Mierda, lo había olvidado por completo.

Me levanté lo más rápido posible y recordé que Derek se encontraba allí. Me di vuelta para ver si aún seguía aquí y sí, estaba dormidísimo en la misma cama que lo había dejado la noche anterior. Mientras me cambiaba de ropa y lavaba mi rostro, le dejé una nota en la mesa de noche para cuando se despertara.

No quise despertarte, me fui a mi visita semanal con mis padres. Espero te encuentres bien.

Sam

Bajé rápido las escaleras y los vi. Estaban parados en la puerta con un ramo de flores y un oso de peluche. Tenían la costumbre de regalarme cosas que un novio haría pero yo no les decía nada.

-¡Hola!- los tres nos abrazamos fuertemente y luego nos fuimos al auto.

-¿Qué tal todo?- preguntó mi padre mientras manejaba.

-Súper bien, anoche salí a una fiesta con mis amigos. Lamento haberme quedado dormida y olvidar nuestra salida.- me sentía apenada porque era algo que nos habíamos prometido antes de que me fuera.

-No tienes por qué disculparte Sam, lo entendemos.- mi madre se volteó y me regaló una gran sonrisa.

-Han vuelto- les dije cabizbaja.

-¿Qué cosa?- preguntaron ambos al unísono.

-Las pesadillas, anoche he tenido una.- Pude observar como mis padres se observaban preocupados hasta que mi madre tomó mi mano.

-Recuerda que son solo eso, pesadillas. Respira hondo y olvídalas.

-Gracias mamá- agarré con fuerza su mano y sonreí. No iba a olvidarme rápido pero por lo menos este día no quería recordarlas.

Almorzamos en un restaurante que vimos en el camino. La verdad que el lugar estaba padrísimo y la comida era espectacular.

Luego nos dirigimos a un centro de arte. Siempre tuve cierta atracción hacia los lugares artísticos, nunca supe por qué y creo que esa debe ser una de las razones por las que estudio Arte y Diseño. Nos pasamos la tarde allí ya que era bastante grande y además habíamos descubierto que tenía una biblioteca en dónde podías comprar libros y con lo recaudado del trabajo esa semana, me compré algunos de moda contemporánea y otros de arte en el diseño. Para el final del día mis padres me llevaron de regreso a la residencia ya que ellos debían volver temprano porque mañana trabajaban.

-Bueno, aquí es dónde nos despedimos.- dijo mi padre bajándose del auto, y luego nosotras hicimos lo mismo para saludarnos.

-Gracias, necesitaba verlos.

-¿Qué tal está Fernando?- preguntó mi madre.

-Bien, no hemos estado hablando mucho pero tengo pensado ir el mes que viene a verlo por su cumpleaños. Será una sorpresa.- ambos asintieron y luego me abrazaron para despedirse.

-Si necesitas algo para ese viaje nos avisas.

-Si papá, no se preocupen.

-Bueno, nos vamos yendo para no llegar tarde a casa. ¡Adiós!- los dos se subieron al auto y mientras retrocedían y salían del aparcamiento, me saludaban con la mano fuera.

Con flores y oso en mano, me dirigí devuelta a mi habitación. Debía adelantar trabajo para mañana y quería darme una ducha, aún me sentía algo sucia de anoche. Al entrar a mi habitación me encontré que Derek aún seguía allí pero solo que ahora estaba despierto. Tenía el cabello revuelto y se había puesto su ropa de ayer.

-Buenos días.- dije entrando y cerrando la puerta tras de mí.

-Hola- se limitó a decir mientras leía un libro que al instante supe que había sacado de mi estantería.- ¿Qué tal tu día con tus padres?- me sorprendió que se interesara por mi día.

-Ha estado bien, lo necesitaba.- dejé sus regalos sobre mi cama y tomé algo de ropa de mi armario.- Me iré a bañar- no sé por qué le avisaba si él era el que estaba demás en mi habitación pero simplemente lo hice.

No recibí contestación alguna y tampoco la esperaba ¿o sí? En fin, me metí en la ducha y me quedé pensando un poco sobre la pesadilla que había tenido mientras el agua fría recorría mi cuerpo. Había descifrado que su aparición repentina había tenido que ver con lo sucedido con Derek. Me había visto reflejada en aquella persona y situación, lo que generó que algunos recuerdos volvieran a mí provocándolas. Para cuando me dispuse a olvidarlas, terminé mi baño y me cambié. Me puse una remera blanca ancha y unos jeans claritos. Até mi pelo mojado en una cola de caballo y volví a mi cama. Derek aún seguía allí, ¿acaso no pensaba irse en algún momento?

-Sigues aquí- dije sin mirarlo y tomando mi computadora.

-¿Algún problema?- levantó la vista del libro y enarcó sus cejas. Ambos nos miramos y permanecimos unos instantes en silencio.

-No ninguno, solo decía.- traté de no darle importancia a su presencia y concentrarme en escribir mi trabajo de arte contemporáneo pero se me hizo imposible cuando él se sentó junto a mí.

-¿Qué escribes?- miró mi pantalla algo intrigado.

-Un trabajo que debo entregar mañana.- no quité mi vista del ordenador pero podía sentir como la suya me comía por completo.

-¿Sobre qué?

-Arte contemporáneo- esta vez quité los ojos de la pantalla y lo miré. Dios, que hermosos ojos que tenía, nunca los había visto tan de cerca. Y sus rasgos faciales eran simplemente perfectos.- ¿Acaso te gusta Stephen King?- dije señalando el libro que traía en sus manos.

-No, nunca lo había leído, pero me intrigaba saber que gustos tenías Samanta.- se levantó y dejó el libro de nuevo en su lugar para luego tomar sus cosas y dirigirse hacia la puerta.

-Es Sam, no Samanta.- dije con brazos cruzados mirándolo, él esbozó una pequeña sonrisa.

-Mira, yo te llamaré como se me plazca ¿okey?- me desafió con la mirada e imitó mi pose de brazos cruzados.- Ya debo irme, pero gracias por cuidar de mí, aunque no tenías por qué hacerlo.

-No hay de qué- ¿no podía solamente agradecer y ya?- La próxima que te ayude alguna de tus novias.- él se rio y se fue, lo que hizo darme cuenta que mi tono había sonado algo celoso.

Había algo en él que me provocaba ser así, sigo sin saber por qué pero lograba eso en mí. Para olvidarme de la situación le envié un mensaje a quién realmente era mi novio, pero se ve que era ya costumbre no contestarme, lo que hizo que me enfureciera más. Respire hondo unas cuantas veces y seguí con el trabajo. No dejaría que un par de chicos me afectaran aunque se me hiciera casi imposible.

Adicta a ti - En FísicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora