| Nueva batalla |

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Desde que formo parte de la legión de reconocimiento, me han sucedido cosas insólitas y que mayoritariamente parecen imposibles, el pastor Norman decía que los sucesos sin explicación son milagros y que está bien creer en ellos o no

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Desde que formo parte de la legión de reconocimiento, me han sucedido cosas insólitas y que mayoritariamente parecen imposibles, el pastor Norman decía que los sucesos sin explicación son milagros y que está bien creer en ellos o no. Su característica es que se desarrollan de manera inesperada y es usual que vayan y regresen con constancia, sin embargo tanto como los milagros tienen su trayecto, las desgracias suelen distorsionarlo.

Camino por el pasillo sosteniendo la bandeja de comida que le llevo a Eren mientras le doy vuelta a los sucesos estas últimas horas, la aparición del titán entre las murallas llegó a oídos de todos los ciudadanos, no obstante no era lo que me preocupaba, sino el dictamen hacia Erwin puesto que todo indicaba que podrían inculpar a la legión por varios motivos, sé que hubo muchas pérdidas, sin embargo, fueron menores a comparación de lo que se pudo perder.

Suelto un suspiro, me siento agotada y a la deriva, no he logrado procesar todo lo ocurrido en Stohess y todavía estoy lamentando la muerte del pastor que me crió, sin embargo no tengo tiempo siquiera de quejarme y lastimosamente, es un ámbito bastante habitual en nuestras vidas.

Una vez llego a mi destino, toco la puerta lentamente e ingreso posteriormente, dentro de la habitación yace un Eren mucho mejor que hace pocas horas atrás, junto a una Mikasa somnolienta, de hecho parece dormida. El joven me sonríe una vez me ve llegar y yo le entrego la bandeja para que se alimente.

— Gracias, Ayla-san.

— Hey, Mikasa.— La muevo lentamente y esta despierta.— ¿Estás bien? No pareces tener energía.

— Durmió aquí.— Dice Eren con la boca llena. Yo frunzo el entrecejo.

— ¡Hey, mocoso! Déjale pan a Mikasa, traje para ambos.— Refunfuñando le reprocho.— Sabía que estaría aquí. Mikasa ¿No tienes habitación?

— No puedo dejar solo a Eren.— Dice y yo suelto un suspiro, sonaba como si lo dijese todo en automático.

— Tú también debes descansar.— Le espeto.— Bien, los veo después. Recuerda comer, Mikasa.— Me giro a Eren.— Dale ese pan.

— ¡Sí, Ayla-san!

Me despido de ambos y salgo de la habitación con cansancio, quería hablar con Erwin lo más pronto posible, no voy a negar que me siento preocupada de que pudiesen ejecutarlo si así lo quisiese la nobleza y de hecho, todos corremos el mismo peligro.

El atardecer cae sobre nosotros, no he descansado lo suficiente y al parecer eso me está pasando la cuenta porque a veces mi vista se nubla, lo bueno es que no me ha dolido la cabeza. Dejo de pensar en ello cuando algo me saca de mi embelesamiento, específicamente percibo una presencia corriendo en mi dirección. Frunzo el entrecejo y doy una vuelta para saber quién es, no obstante no consigo dar la vuelta completa cuando Hange me rodea con sus brazos y ambas caemos al duro terreno de piedra, ella encima de mí.

Unwavering • Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora