| Eres tú |

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Cuando creíamos tener todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas.

Sentí mi garganta adolorida y por ello, mis ojos fueron obligados a abrirse. Pestañeé repetidas veces tratando de acostumbrarme a la luminosidad del lugar y también a la habitación en general, puesto que a juzgar por el ambiente aromático, lo pulcro y ordenado, es evidente que no es mi cuarto. Abrí lo ojos con pasmo y me incorporé en la cama en donde estaba durmiendo, percatándome inmediatamente que mis dedos se encontraban entrelazados con los de alguien más.

Ante mi despertar brusco, el pelinegro de ojos claros dio un brinco y se sentó también en la cama en una postura de alerta, por consecuencia, nuestras manos se soltaron. Liberó un suspiro cuando se dio cuenta que nada estaba sucediendo y de esa misma forma, nos volvimos a espantar por ver la presencia del otro a un costado y rozando muy directamente nuestros cuerpos.

— ¿Levi?— Exclamé vacilante, sin poder creer que estuve durmiendo con la persona que me gusta, de seguro mi expresión es un dilema y ni hablar de mis mejillas coloradas.

— No puede ser.— Refunfuñó y abandonó la cama.— Ayla tenemos reunión en cinco minutos.

Ahogué un grito y sin esperar siquiera su autorización, abandoné la cama de un salto, pasando a llevar un poco sus cosas en la mesita de noche y dejando todas las colchas desordenadas en el proceso. Me acomodé el uniforme y corrí fuera de su habitación sin importarme que estuviese saliendo con el cabello alborotado y probablemente con una expresión somnolienta.

¿Acaso Hange no se le ocurrió ir a buscar a Levi?

Aunque para ser sincera, no sé si estaba dispuesta a que alguien me viera de aquella forma tan íntima con el capitán.

— ¡Perdón!— Le grité al pelinegro cuando lo oí insultarme levemente por desordenar su habitación, después lo arreglaría, de todas formas, los dos tenemos que llegar a tiempo a la junta.

Cerré la puerta de la habitación tras de mí y cuando incliné mi mirada dispuesta a correr, me encontré con un par de ojos verdes observándome con confusión. Solté un grito al no esperar la presencia de mi hermano y luego de calmar mi susto y mi corazón acelerado, salté encima de sus brazos con el objeto de estrecharlo como si fuese una almohada, Eren correspondió mi agarre aferrando ambas manos suyas a mi cintura, me atrajo a su pecho y sonreí.

— ¡Te extrañé, rapazuelo!— Confesé aún sin dejar de apretar el torso del menor.

— Me viste ayer, hermana.— Murmuró y yo sonreí.

— Es diferente, estabas detrás de una celda.— Inquirí tocando con delicadeza su nariz con mi dedo índice.— ¿Qué haces aquí? Tenemos una audiencia.

— Sí sé.— Asintió y posteriormente deshizo el abrazo.— Pero Historia tuvo un percance con su carruaje, así que la audiencia se atrasó diez minutos.

Perdóneme, su majestad, pero gracias por tardarse.

Solté un suspiro de alivio y asentí, ya no tendría que literalmente volar hacia las instalaciones donde haríamos la reunión. Tenía el corazón en la garganta, pero mi propia adrenalina comenzó a disminuir gracias a las noticias mencionadas por el menor.

— Menos mal.— Susurré a lo que Eren arqueó una ceja, yo fruncí el entrecejo de nuevo.— ¿Qué?

— Así que... ¿El capitán Levi, hermanita?— Me sonrojé ferozmente, posiblemente hasta mis ojos se tornaron rojos.— No quiero saber qué estaban haciendo, pero más te vale que te peines un poco.

— ¡Sólo dormíamos!— Grité mientras peinaba mi pelo con los dedos tratando de que no se notara que estaba durmiendo hace menos de cinco minutos.— ¡Joder!

Unwavering • Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora