| Simplemente él |

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La luz colándose por la ventana impactó de forma directa en mi rostro adormilado, mis ojos se sacudieron molestos a lo que emití un gruñido mientras mi visión trata de acostumbrarse a la luminosidad de la mañana, me removí en la cama buscando nuevamente la comodidad para seguir durmiendo, aún siento el cuerpo pesado y algo de cansancio en él, sin embargo las palabras dichas por Erwin pasaron por mi cabeza obligándome a abrir los ojos casi de golpe, de esa manera me siento en la cama apoyando mi espalda en el respaldo de esta.

Relajo mis párpados y suelto un surpiro, luego tallo mis ojos y finalmente recobro mi visión en su totalidad. Paseo mis pupilas por mi habitación y me asusto cuando me percato de dos personas observándome desde mi costado izquierdo, desvío la mirada y aprieto mis manos en un puño, buscando calmar las ganas de ponerme a llorar sin razón aparente.

— No te recomiendo moverte demasiado.— Me dice el rubio acercándose ligeramente a tocar mi frente.— ¿Estás bien?

No respondo y pestañeo seguidamente, estoy confundida y no muy segura de lo que pasó, por un momento temí que nuevamente alguien hiciera algo conmigo, pero visiblemente todo parece estar en su lugar. Relajo mis manos y agacho la cabeza, avergonzada.

— Mocosa, dinos algo.— Levi es el que habla esta vez y sólo di un leve afirmación positiva con mi cabeza.

Escucho que suspira, así que me atrevo a mirarles, odié divisar expresiones de lástima y preocupación, desde que he descubierto mis poderes de endurecimiento pareció que traje más problemas que ayuda, de cierta forma me siento una carga para ellos y las pruebas son irrefutables, más de una vez me han tenido que rescatar de las manos de alguien más, ya sea directamente los enemigos de fuera de las murallas como los de dentro de ellas.

— Iré a buscar a Hange.— Dice Erwin comenzando a acercarse a la salida.— Probablemente vendrá Eren también, aprovecha el tiempo, Levi.— Se dirigió exclusivamente al pelinegro.

Erwin abandona la habitación y enseguida Levi se acerca a tomar mi mano, seguido deposita un cálido beso en ella que causa en mí un alboroto inexplicable, asimismo haciendo que olvide todas mis preocupaciones. Sonreí ligeramente mientras sus ojos volvieron a posarse en los míos, el color azul examinó mi rostro y traté de no sonrojarme porque su mirada en mí se extendió un tiempo considerable.

— Realmente nos preocupaste, mocosa tonta.— Me dice en primera instancia, aún rodeando sus dedos con los míos.

— Lo lamento.— Manifesté bajando un poco la mirada, haciendo saber que de verdad no había sido mi intención.— ¿Cuánto llevo dormida?

— Dormiste toda la tarde de ayer y la noche.

Resoplé una vez más apretando los delgados dedos de mi compañero, detesto ver en los demás expresiones de lástima, no obstante, esta vez Levi no me mira de esa forma, sus ojos sólo desbordan cierto cariño y afecto, me sentí enternecida por su actitud y quise abrazarlo, pero no me atreví a hacerlo, no hemos hablado demasiado desde la última vez que literalmente confesé mis sentimientos por él, tal vez porque ninguno entiende cómo funciona los temas amorosos y tampoco es que pudiésemos averiguarlo de una mañana a otra.

Pero de lo que sí estaba segura es que no voy a arrastrar a Levi a este abismo infinito, porque si bien anhelaba quedarme con él, temo en que mis nuevas querellas sobre mi persona le afecten directamente en su rango militar, aún cuando sería estúpido, sabiendo que su fuerza y destreza es más que necesaria en el campo de batalla.

— Ayla.— Llamó y yo le presté atención, su mano aún acariciando la mía.— Lo solucionaremos.

No consigo decirle nada porque la puerta de la habitación se abre, por esta ingresa mi hermano en evidente estado adormilado, solté una risa por sus ojos pequeños demostrando que recién se estaba despertando. Detrás de él, Erwin y Hange, esta última entró igual de rápido al cuarto a verificar mi estado.

Unwavering • Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora