Checkmate | HANMA SHUJI | TOKYO REVENGERS

19. Enemigos de la ToMan.

POV _____

- ¿Qué haces aquí fuera?

Su llamado me trajo de vuelta a la realidad, y en ese momento noté el fresco que hacía. El cielo estaba totalmente oscuro, aunque con la cantidad de luces de la ciudad era complicado poder ver las estrellas.

Iba ataviado con el uniforme de la ToMan, mono negro, cinturón y botas blancas. Se apoyó a mi lado y miró hacia fuera también. "Sólo mi persona es sagrado en el universo". Es la frase que rezaba, bordada en dorado, en el pecho del uniforme. Una oración demasiado religiosa para que ninguno de estos idiotas la llevase, la verdad.

- ¿A dónde vas? - pregunté, volviendo a apoyarme -. Creí que no podías ir a las reuniones.

- Y no puedo - exhaló profundamente, volviendo su mirada triste -. Pero hoy es especial. Vamos.

- ¿Vamos? - me sorprendí. Había estado en las reuniones en contadas ocasiones, casi siempre de casualidad o costándome una discusión con mi mellizo. No me cuadraba que me fuese a llevar hoy, por las buenas.

- Hoy entra Kisaki.

Palidecí.

- ¿Y qué vas a hacer?

- ¿Confías en mí?

Se paró a mirarme de frente. Estaba completamente serio, con el ceño fruncido. Noté tensión en el ambiente, y que incluso él mismo estaba nervioso. Fuese lo que fuese a hacer, era algo de lo que no estaba seguro. Sólo los dos compartíamos las dudas sobre Kisaki, no lo habíamos comentado fuera, a nadie. Y tampoco es que supiésemos mucho, sólo que estaba envuelto en el cambio de actitud de nuestro amigo Kazutora. Abordar el problema de frente no nos serviría, eso lo teníamos claro, no queríamos subestimar bajo ningún concepto a esta persona nueva que había aparecido, y más cuando el instinto te avisa de que es peligrosa. Mi hermano debía de tener un plan, entonces, aunque pasase por provocar al resto de sus amigos.

- Con mi vida - respondí al cabo de unos segundo, devolviéndole una mirada decidida-. ¿Qué tienes pensado?

- Si te lo digo - volvió a mirar al frente, soltando una risa amarga -, no me dejarías hacerlo. Eres demasiado mandona. Pero es un buen plan, te lo aseguro. Y voy a necesitar tu ayuda. Venga, vamos, tiene que estar por empezar.

Se dirigió a las escaleras, y yo lo seguí. ¿Qué estaría tramando? ¿Por qué no quería contármelo? Los nervios me estaban comiendo de nuevo, pero se sentía diferente. Con Shuji era un cosquilleo agradable, como estar disfrutando de la adrenalina de una atracción del parque. En estos momentos tenía un nudo en el estómago, que no me dejaba apenas respirar. Tenía un mal presentimiento, algo me estaba perdiendo, y algo iba a acabar mal esa noche.

La reunión había empezado antes de que llegásemos al santuario. El pelinegro aparcó la moto al fondo, y caminamos en silencio hasta colocarnos al final de la multitud. La gente no nos notó, y los que lo hicieron, no dieron ni un sólo comentario. La gente nos miraba con curiosidad y con respeto. Buenos, concretamente, a mi hermano con un respeto casi impuesto por el miedo, y a mi con la curiosidad más absoluta. En ese momento parecíamos la noche y el día, mi mellizo  tenía la mirada fija en su destino, mientras que yo, que ni iba vestida para la ocasión, lucía totalmente nerviosa. Nadie hubiese apostado a que fuésemos hermanos, aunque el parecido físico era indiscutible.

Mikey, el comandante, estaba subido en las escaleras, con el uniforme abierto, luciendo una camiseta blanca debajo de la gabardina. Miraba a la multitud con una expresión serena, demasiado seria para lo que estaban acostumbrados sus amigos. A su lado se posicionó Draken, ejerciendo como subcomandante. Su expresión era mucho más fría y seria que la del pequeño. Al colocarse delante, todos los presentes bajo las escaleras se cuadraron, colocando sus brazos por detrás, esperando atentamente las órdenes del día. El resto de capitanes y subcapitanes se colocaron en primera fila: Smiley, Mitsuya, Muto. Los subcapitanes se colocaron por detrás.