Buenas a todes! Ayer iba a actualizar, pero me empezó a doler mucho la mano y tuve que ir al médico... me han quitado el yeso durante unos días porque tengo ulceras en los desdos... no hay nadie más desgraciade que yo xddd
Bueno, os dejo el capítulo de hoy! Cualquier comentario es bienvenido, como siempre, y muchas gracias por leer!! Casi han leído esto 100 personas!________________________________________
POV _____
Aquella mañana me desperté más temprano de lo normal, la noche había sido movida. Me vestí y desayuné haciendo el mínimo ruido posible (lo que me faltaba era pillar a Baji con un mal despertar), y salí a correr un poco para despejarme.
Ya casi habían acabado las vacaciones de verano, y pronto volveríamos a la escuela. Tenía ganas de verlos a todos de nuevo, en un ambiente distinto que no fuesen las reuniones de la ToMan de extranjis, o dos palabras mal dichas en el dojo.
Quería volver a pasarme por el club de costura y ver a Mitsuya trabajando en cualquier modelito nuevo, a Baji desesperado por no entender las matemáticas y tener que pedirme ayuda, a Mikey durmiéndose en todas y cada una de las clases salvo para comer y a Emma regañándole al enterarse...
A la vuelta a mi casa, mi madre se había ido, a saber cuándo volvería, y mi mellizo seguía durmiendo. Seguro se quedó hasta tarde esperando a Chifuyu para que contase las novedades de la reunión. Si no tuviese tan malas pulgas, podría ir más a menudo. Menudo idiota.
- Vuelve a hacer ese ruido cuando llegas y te raparé el pelo mientras duermes – gruñó Baji abriendo la puerta de la cocina.
- Atrévete – respondí poniéndole el desayuno que había preparado antes de irme -. Si te hubieras despertado temprano no te molestaría. Duermes más que una marmota.
- Ayer se hizo largo... - bebió un sorbo de café y se quedó callado, como dudando si contarme o no de qué habían hablado -. Al parecer hay unos tipos montando broncas porque si... En fin, no es asunto tuyo.
Recordé el incidente que había pasado ayer en el parque y a ese hombre, Shuji, y como estaba pegándole una paliza a otra persona, y luego a los otros tres con los monos. Debí haber leído lo que aparecía en sus monos, por si no eran conscientes del gang al que pertenecían.
- Todos en la ToMan sois mis amigos, si puedo ayu...
- Basta, _____ – sentenció, dejando la taza con un golpe sonoro en la mesa -. No eres parte de ella, y no lo vas a ser. No te metas y ya.
"No es asunto tuyo". Pues no lo sería, no pensaba decirle nada. Parecía mentira que, teniendo la misma edad, siendo nivel alto en un arte marcial, me siguiese tratando como una niña pequeña. Era una cosa que odiaba de él. Y más cuando sabía perfectamente que podía apañármelas por mi cuenta.
- No es necesito que me protejas, Baji. Soy más que capaz de hacerlo por mi sola, y lo sabes – dejé los platos en el fregadero y salí de la cocina-. Friega tú. Me voy a ir a trabajar, estoy haciendo horas extras en verano, ya que no tengo clases de apoyo.
Baji no me dijo nada de vuelta, de hecho, ni levantó la mirada de la taza de café.
Desde que, por accidente, muriese el hermano de Mikey, Shinichiro, todo había cambiado en el grupo, mi mellizo había intentado por todos los medios que no entrase dentro de su pandilla, a pesar de que casi era miembro fundador, y se centró en intentar que nada del tema me salpicase. Había intentado mostrar que podía formar parte de ellos muchas veces, pero Baji era un muro infranqueable y había convencido a Mikey y a Draken de que no me dejasen acceder.
Al final, acabé rindiéndome y pillándole en mi interior resquemor a todo el tema de las pandillas. No pocas veces me habían devuelto a mi hermano lleno de heridas que había tenido que curar sin explicación ninguna salvo que "habían ganado" y que "el capitán de la primera visión era una persona increíblemente fuerte". Al cuerno con eso, y con todo.
Pero no tenía caso seguir dándole vueltas al tema, nada iba a cambiar.
Me puse ropa limpia para salir, y al momento de colocarme la camiseta, me fijé en las marcas que se estaban empezando a formarse en mis antebrazos. Como supuse, los puñetazos de Shuji me iban a dejar marca.
Al pasar de nuevo por el comedor, para salir de casa, me di cuenta de que Baji no se había movido de la silla, seguía con la mirada fija en el café. Con esa mirada que ponía siempre que salía el tema de la ToMan.
- No voy a unirme – dije en la puerta, calzándome -. No te preocupes por eso. Además, sois solo una panda de tontos del culo, merezco algo más -. Sonreí y le guiñé un ojo.
- Este tonto del culo te va a patear como no salgas de casa ya mismo – alzó una ceja, devolviéndome la sonrisa.
Así estaba mejor. Sabía que le seguiría dando vueltas al tema todo el día, pero por lo menos no sería tan duro consigo mismo.
El día en el trabajo fue bastante ajetreado, hubo muchos clientes en el restaurante, y algunos no fueron nada agradables. Trabajar de cara al público así no era mi sueño, pero serviría para conseguir dinero y poder pagarme la universidad, y lo que quisiera hacer mi hermano.
Por la tarde se pasaron Mikey y Draken, que quisieron tomar un helado, y unos dorayakis para el bajito. Ni yo mencioné nada de la reunión ni ellos lo sacaron, así que los ratos que podía hablar con ellos eran pequeñas bromas y chinches (uno de los cuales hizo que mi jefa me llamase la atención, y tuve que pedirles disculpas a los dos, cosa que les divirtió mucho). Se fueron después de que Mikey se terminase el helado de Draken sin permiso y se quedase durmiendo en la silla. Increíble que aquel niño fuere el comandante de una gang, si parecía una niño pequeño de cara a la galería.
Cuando estábamos a punto de cerrar, entraron dos hombres a la cafetería. La jefa me encargó el servicio a mi, ya que ella tenía que irse a cuidar de sus dos niñas pequeñas, y acepté de mala gana.
- Rayos – me quejé, volviendo a atarme el delantal-, Hanako, ¿podrías hacerlo tu, por favor?
La chica castaña que me acompañaba en el turno sonrió. Entramos a trabajar a la vez y, aunque fuera del trabajo no teníamos mucha relación, dentro nos llevábamos muy bien, y solíamos cambiar turnos y hacernos favores.
- Lo siento mucho, _____, viene mi padre de un viaje de trabajos, y quiero estar en casa para recibirlo, ¿te importa?
- ¡Es verdad! Lo dijiste el otro día y lo había olvidado – me disculpé -. No te preocupes, yo lo hago, vete corriendo y pásalo bien.
Me apresuré a salir de la salita donde hacíamos descansos cuando escuché que uno de la mesa se estaba quejando de que no le atendían "Estupendo – pensé –, encima va a ser de estos clientes desagradables. Ojalá se vayan pronto".
- Bienvenidos – forcé la sonrisa más convincente que pude -, ¿qué desean to...?
Maldición.
- Tu eres la chica de ayer – dijo uno de la mesa -. Espero que aquí te muevas mejor que en la calle, no quiero que mi comida acabe encima de mi ropa.
Volvió a activarse mi instinto de supervivencia cuando vi a Kisaki sentado en la mesa. Si él estaba ahí... Efectivamente, al otro lado de la mesa estaba Shuji, riéndose. Me extrañó mucho que me reconocieran, llevaba el pelo recogido en un moño alto, y maquillaje en la cara que me hiciera parecer dulce incluso cuando quería matar a alguien cliente.
Aguanté la compostura lo mejor que pude, aunque en ese momento deseaba irme corriendo, o romperle un extintor en la cara para borrarle la diversión. "Tranquila, son los últimos". Suspiré de forma sonora, no me molesté en ocultarlo esta vez.
- Lo lamento muchísimo – mentí -. ¿Qué puedo traerles?
Shuji no dijo nada, simplemente se quedó mirándome, como examinando mi cuerpo y mi cara. Mi ira iba aumentando por momentos. ¿Pero quién se creía que era? La jefa aún no se había ido, y yo seguía trabajando, así que no podía hacer nada. De estar en otra situación, se hubiese enterado. Le hubiese enseñado modales a base de volver a ponerle la cara en el suelo.
No ordenaron nada complicado, y yo misma me encargué de hacerlo en la cocina. Estuve tentada de echarle lavavajillas a la comida de Kisaki, no os voy a engañar.
Pasé el menor tiempo posible en el comedor, me encargué de limpiar y preparar todo para poder irme cuanto antes a mi casa. Tampoco presté atención a su conversación. Mis tripas rugían y esperaba que mi hermano hubiese hecho algo decente de comer.
- Oye, tú.
Me di la vuelta y me encontré a Shuji delante de mí. Frente a mi metro sesenta escaso, parecía un gigante, le llegaba de forma escasa a los hombros. Recordé la regla número 1: no acobardarse delante de alguien así. Debía parecer fuerte, sin miedo, aunque por dentro estuviera aterrada. La apariencia podía hacer mucho en un sitio así.
- Lo siento muchísimo, ya he cerrado la cocina – respondí simplemente -. Además, debo cerrar el local, así que le pido que se vaya, por favor.
- No quiero nada – levantó una ceja, metiéndose un cigarro en la boca -. Te espero en la puerta, voy a devolverte lo de ayer.
Maldición, es ya lo que me faltaba ese día.
- Mira – dejé la bandeja en la mesa mas cercana, me desaté el delantal y lo miré fijamente-, he estado aquí mucho tiempo, estoy cansada y no quiero líos. Así que, por favor – remarqué esas palabras, haciendo evidente que me costaba decírselas -, vete a casa.
- No era una petición – me agarró del cuello de la camiseta y juntó su cara con la mía, intimidándome -. Te espero fuera.
Me soltó, empujándome hacia atrás y salió despidiéndose con la mano y una risa demente. "Pecado".
Alargué lo máximo posible el tiempo de ordenar y limpiar todo, incluso le di dos veces a la cocina. Tenía los brazos entumecidos, los moratones se habían hecho evidentes y cualquier roce me provocaba dolor.
El aikido sólo me proporcionada conocimientos de defensa personal, y aunque con una lleva podía noquearlo, no quería tener líos en la puerta del trabajo, ni que nadie me viene y llamase a la policía. Podía meterme en un lío bien grande. Viernes noche era imposible que la calle estuviese vacía.
Cuando me aburrí de estar sentada en la salita del staff, y el móvil estaba a punto de quedarse sin batería, decidí que ya era hora de salir. Solté mi cabello, pero no me molesté en cambiarme el uniforme. En cuanto llegase a casa lo echaría a lavar.
Habían pasado dos horas del cierre, lo mismo se había aburrido y había abandonado su estúpido plan, me dije.
Salí con cuidado y cerré la puerta lo más en silencio que pude, sin ayudarme de ninguna luz, no quería delatar que estaba ahí, por si Shuji se aburría lo suficiente como para esperarme.
- Por fin sales, llevábamos tiempo esperándote.
¿Llevábamos?
Sin tiempo para pensar, noté un puñetazo en mi estómago, que me dejó sentada en el suelo. Después, una mano me agarró del pelo y me levantó, hasta acercarse a mí.
- Llevamos toda la tarde viéndote. Eres muy guapa, ¿sabes?
Debido a la oscuridad no veía nada, pero estaba segura de que esa no era la voz del chaval alto que me había retado dentro. Entonces, ¿quiénes eran? No observar mucho de mi entorno porque una mano fuerte y grande me cogió de la cara, apretándome.
- Vamos a pasar un buen rato por ahí, preciosa.
Intenté buscar en mi mente, rebuscar entre los clientes que había tenido hoy. Hubo una mesa con cuatro hombres, más mayores que yo, que fueron bastante pesados con que los atendiera, y estuvieron mucho rato. Sus miradas me hicieron sentir incómoda, hasta el punto que tuve que pedirle a un compañero que los atendiera por mí. Debían ser ellos.
- Suéltame, desgraciado – intenté patalear y defenderme, pero la sujeción del pelo era muy fuerte, y no llegaba a alcanzarlos con los puños. Maldición.
- Esa falda de camarera te queda muy bien – ser acercó de nuevo y me olió el cabello -. Estoy deseando ver qué llevas debajo de ella – susurró en mi oreja.
Algo en mi interior se revolvió, y aproveché que había acortado la distancia para darle un cabezazo en la cabeza, que hizo que me soltase. Yo caí al suelo. Me dolía la cabeza, noté como un líquido caliente caía por mi frente. A ver cómo explicaba esto en casa.
Me preparé para defenderme de lo próximo que me pudieran hacer, cuando el último de los 4, que estaba más alejado de mí, salió despedido hasta los cubo de basura que estaban al otro lado de calle.
- Ella es mía. Fuera.
"El que me faltaba ya".
Shuji estaba delante, con un cigarro en la boca y mirando a los tres con los ojos entornados, desafiantes.
- Búscate a otra fulana, esta es nuestra – el segundo de los que me habían asaltado intentó lanzar un puñetazo a la cara del más alto, que bloqueó sin ningún esfuerzo, y le respondió con un gancho de derechas, que impactó de lleno en la barriga, dejándolo en el suelo.
- Fuera – sentenció Shuji, quitándose el cigarro de la boca y dejándolo caer sobra la cara del hombre que acababa de noquear.
Aprovechando la distracción que había proporcionado, cogí el brazo del que se encontraba delante mí, y con una llave lo dejé en el suelo. Él se quejó, pero Shuji lo calló con una patada en la nariz, que la dejó sangrando.
- Fuera – volvió a repetir -. A la tercera, os mataré a todo – en su cara se formó un sonrisa sádica, y una mirada totalmente demente, que dejaba claro que no era juego. Yo permanecí pegada a la puerta, tanteando la cerradura para entrar lo más rápido posible si la cosa se ponía fea.
- Tu... - dijo el único que quedaba en pie -. ¡Tu eres el Dios de la muerte! – su voz denotaba terror total. Los otros tres se levantaron al momento de escucharlo, recomponiéndose de los golpes -. Lo... lo sentimos mucho...no volveremos a acercarnos a tu novia... lo sentimos... ¡adiós!
Los cuatro salieron corriendo, maldiciendo su suerte y rogando por sus vidas. Me quedé quita en la puerta, con la mano en el picaporte. ¿Qué pretendía hacer ahora? ¿Realmente iba a por mí?
- Andando, nos vamos – giró su cabeza y comenzó a caminar hasta la calle principal.
- ¿Perdón?
¿Qué bichos le había picado? ¿Primero me reta y ahora me propone un paso? ¿Pero de qué va?
Me dolía mucho la cabeza, me toqué la frente y noté una pequeña brecha que seguía sangrando. Dolía, y entre eso, el cansando del día y el hambre, me notaba débil. Si decía de cumplir su palabra, no podría aguantar mucho defendiéndome contra él.
- Estás herida – no se giró para hablarme -. El piso donde me quedo está cerca, vamos. Después te acompañaré a casa, por si esos idiotas vuelven.
"Ella es mía". Noté como me ponía roja por momentos.
- ¡No puedes ir diciendo esas cosas por ahí así como así! – grité -. No quiero que me relacionen contigo, y ahora lo mismo piensan que soy tu...tu...tu novia o algo así. Además, podía haberlo hecho sola, no necesitaba tu ayuda.
Suspiró, se dio la vuelta y me agarró del brazo. Hice una mueca de dolor, había dado justo donde tenía los moratones. Aflojó el agarré y me guio por la calle. Era tan fuerte que apenas puse resistencia.
El camino fue en silencio, no dijimos nada ninguno de los dos. Me llevó a un bloque de pisos, oscuro y lúgubre, subimos las escaleras y abrió una puerta. La casa estaba oscura, pero suficientemente iluminada. Me dejó en un salón y se marchó a otra habitación.
- No toques nada – ordenó, encendiéndose otro cigarro.
Al poco volvió con un botiquín, y se encargó de la herida de mi frente. Intenté evitar que viese mis brazos, pero fue imposible. En un descuido descubrió los moretones que me había dejado, y comenzó a reír. Echó un poco de pomada y los vendó. Hizo todo con una delicadeza y un cuidado que no le pegaba nada, pero aun así me sentí agradecida y... vulnerable.
- Venga, a casa.
No sentí fuerzas en mi interior para responderle, así que asentí y salimos. Yo guie el camino de vuelta, y él se limitó a seguirme, fumando. No sentía ganas de hablar, pero la idea de un paseo en silencio se me hacía bastante incómoda. Todos mis intentos de sacar conversación se disipaban cada vez que me giraba para verlo y estaba ahí, como si el mundo no fuese con él, como si estuviese por encima de todos y todo.
Después de unos minutos que parecieron horas, llegamos a mi portal. Me adelanté unos pasos y me giré para mirarlo a la cara.
- Sólo lo voy a decir una vez – me miró con cara de no comprender-. Gracias... por curarme la herida, por ayudarme y por traerme – no ocultó una carcajada -. No sé que te habrás pensado, pero no quiero tener nada que ver contigo, pero tampoco voy a pedir perdón por haberte hecho comer el polvo en el parque – él no decía nada, simplemente me miraba, con el cigarro en la boca.
Estuvimos unos segundos mirándonos sin más. Cuando por fin entendí que no iba a decir nada me despedí con un "buenas noches" y subí las escaleras. No sé que hizo después porque no miré atrás.
Desde ese día, Shuji vino más a menudo al restaurante donde trabajaba.
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Checkmate | HANMA SHUJI | TOKYO REVENGERS
أدب الهواة¡PORTADA DE @P4REIDOLIA! "Un juego de ajedrez entre dos personas, con mucho que perder y ganar". AU basado en Tokyo Revengers. Los viajes en el tiempo no aplican, así que Takemicchi será súper secundario Hanma Shuji x Female Reader. Algún día algun...