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- 1. Quiero aclarar antes de empezar que esta es una continuación no tan continuación de Number Neighbor (Vecino de número), así que para una mejor experiencia les recomiendo leer ese primero :)) -

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Yedam es un chico de no tan corriente, ciego y de dos madres, vive en una ciudad y un edificio adaptado para ciegos, por lo que vivir se le hace más sencillo. Enfrenta problemas del día a día, y un día se encuentra con Yoshi, un chico un tanto mayor que él, estudiante de enfermería en una de las mejores universidades del país, ocupado todo el día pero que aún así se hacía el tiempo de todos los días añadir a Yedam en todas sus actividades. Yedam se enamora desde la mirada del corazón, y Yoshi comienza a darse cuenta de sus propios sentimientos desde el primer día en que lo vio.

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— Mamá... por favor no otra vez, de verdad que no quiero ir... —Rogó Yedam dirigiéndole la atención a su madre.

— Hijo, se que es una molestia pero debo salir y mamá está ocupada en el trabajo. —Dijo llevándose el bolso al hombro.

Yedam siguió su silueta con la mirada, y luego puso un puchero mientras su madre sacaba las llaves del colgador.

— Cuídate hijo, pide ayuda siempre que lo necesites, te amo. —Dijo acercándose para darle un beso en la mejilla y luego salir.

Yedam dio media vuelta y avanzó lentamente hacia su habitación, conociendo los pasillos de su hogar.

— Odio esto. —Dijo buscando su bastón  con el tacto, muy cuidadosamente.

Desplegó el bastón y luego intentó buscar su celular sobre su cama, pasando las manos por encima.

Yedam tenía un nivel de ceguera no tan alto, pero que le dificultaba la vida por completo.

Podía ver sombras y luces, pero se sentía como si tuviera la vista nublada exageradamente, como si tuviera que restregarse los ojos para repararlo, sólo que más sumido en oscuridad.

Ambas madres lo habían adoptado cuando tenía tres años, pero perdió la vista en un accidente a los trece, arruinando todos sus planes ideales por delante. Pero Yedam siempre fue alguien alegre, y jamás dejó que absolutamente nada se interpusiera en su felicidad, por lo que apreciaba cada pequeño detalle positivo de su vida. Adaptarse a ser ciego le llevó unos cuatro años, y ahora tenía veinte. Por suerte, donde vivía estaba lleno de facilidades para ciegos, así que agradecía vivir en la capital de Corea.

Caminó hasta la puerta y buscó las llaves que tenían marcada su pertenencia, para luego meterlas a su bolsillo y salir de la casa.

— Dios me cuide o me atropellan. —Dijo junto a un suspiro antes de comenzar a avanzar por los pasillos del edificio.

Comenzó a deslizar el bastón y se dirigió al ascensor, para luego buscar el botón que dijera arriba y el que dijera abajo con el simple tacto. Una vez que entró, volvió a pasar sus deditos lentamente por el braille de los botones, hasta llegar al piso uno y presionar ese botón.

— Hey Yedam, soy Jihye. —Dijo una chica al ver a Yedam una vez que el ascensor se abrió.

Yedam sonrió.

— Hola... ¿Cómo estás? —Dijo haciendo una tímida reverencia.

— Muy bien,  ¿Y tú? —Preguntó sonriéndole a su tierna y perdida mirada.

— Muy bien, gracias por preguntar. —Dijo Yedam estirando su brazo para avanzar con su bastón.

— Que tengas un lindo día, ve con cuidado. —Dijo haciéndose a un lado sonriente.

your silhouette - yoshidam | sukhoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora