Capítulo XVI

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Bastián Callins

Son las... 7:45 de la mañana, no he dormido absolutamente nada porque cada vez que lo intentaba, el molesto de mi tío aparecía para hablar conmigo y prefiero pasar toda la noche despierto que hablar con él, lo conozco y probablemente se metería en mis recuerdos y me haría un interrogatorio sobre el beso que le di a Catherine y no estoy de humor para eso.

Por suerte, Cano suele tener bastante café guardado, hay ocasiones en las que tiene que trabajar demasiado para resolver casos y el café la ayuda a mantenerse despierta.

Escuché como las patitas de Venus correteaban por el pasillo, lo que significaba una sola cosa, Cano despertó, de seguro vendrá a acá en cualquier momento a decirme que me vaya porque ya salió el sol.

 Te ves del asco — Dije tan pronto como la vi en la entrada del pasillo, tenía ojeras, su cabello estaba completamente desordenado y traía una expresión de pocos amigos.

— Buenos días para ti también, imbécil — Dijo ella, entrando a la cocina — Tú tampoco te ves como modelo de revista.

— Pero al menos no luzco como si un camión me hubiera pasado por encima — Respondí mientras me volteaba y volvía a ver por la ventana.

Venus se había acostado a un lado de mí, justamente en un pequeño espacio del suelo donde pegaba la luz del sol, se veía tan tierna.

— Algún día voy a secuestrar a esta cachorra y me iré del país — Le dije a Cano.

— Bastián Callins — Respondió ella de manera pausada, su tono de voz demostraba molestia ¿Está de tan mal humor?

— ¿Qué ocurre? —Pregunté, volteando a verla.

— ¿Por qué mierda... — Dijo, sus expresiones demostraban que estaba intentando mantener la calma ¿Quizás? — ... no hay nada de café en la cocina?

Oh, mierda, estoy jodido.

— Tomé un poco — Respondí, intentando sonar lo más calmado posible.

— ¡¿UN POCO?! ¡¡AL RECIPIENTE LE QUEDABA UN KILO ENTERO! — Gritó Cano.

Cano salió de la cocina y entró a la sala de estar, se quedó parada en el medio de esta y comenzó a verme como si quisiera matarme en ese preciso instante, Venus seguía acostada, creo que ya está acostumbrada a estas discusiones.

Tomé la taza de café que estaba tomando y se la extendí a Cano — ¿Quieres? — Pregunté, aguantando la risa.

Nunca, en todos mis diecinueve años de vida, había temido tanto. La mirada de Cano era completo odio e ira y era obvio que mi comentario solo había avivado las llamas de esos sentimientos, sentía que el mínimo de mis movimientos causaría que ella explotará y se abalanzará sobre mí.

— Dime que no tienes ningún cuchillo contigo — Supliqué y justo cuando terminé de hablar, Cano comenzó a caminar hacia mi — ¡¡NO, NO, NO, ESPERA!!

Tan solo le faltaban unos dos pasos para alcanzarme cuando su celular sonó, salvándome.

— Como eso haya pasado por ti, te prometo que te mato — Me amenazó antes de salir de la sala e ir a su habitación.

— ¡Tengo demasiado sueño como para crear una ilusión, imbécil! — Grité.

Pasaron un par de minutos en completo silencio, Cano había cerrado la puerta de su habitación por lo que yo no podía escuchar nada, me quedé apoyado contra la pared de la sala mientras seguía tomándome mi café, aunque ya se había enfriado, seguía siendo café.

Caminos Cruzados (Saga Pecados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora