Catherine Smith
Los pasos de esos dos hombres eran más que audibles a mis espaldas. Tan pronto como comencé a correr, me di cuenta de que habían empezado a perseguirme. Por lo menos, no escuché ningún disparo, quiero pensar que esa pareja sigue con vida.
Correr nunca había sido mi fuerte, mis piernas ya dolían y podía sentir como mis pulmones se quedaban sin aire cada vez más rápido. Necesito esconderme en algún lugar ¿Pero dónde? Todo está en llamas.
No entiendo como es que el fuego llego a esta zona de la feria, el incendio había comenzado a mis espaldas, todo se había expandido demasiado rápido, no había una sola tienda que no estuviera siendo consumida por las llamas.
Doblé a la derecha en la próxima esquina, luego a la izquierda, izquierda otra vez y una vez más a la derecha. Me di cuenta que en cada esquina por la que había pasado, ellos se quedaban un par de segundos pensando cual camino tomar, eso me daba más tiempo para alejarme de ellos.
Finalmente me había metido dentro de una tienda que no estaba en llamas, al menos tenía donde esconderme. Escuché como dos pares de pies apresurados se detenían a un par de metros.
— A este paso nunca la atraparemos — Mencionó uno de ellos. Pude reconocer su voz, era el de la máscara de lobo.
— Tenemos que dividirnos, tú ve por la izquierda, yo iré por la derecha. Si encuentras algo, dispara al aire e iré a donde estés, yo haré lo mismo — Dijo su compañero.
Los pasos del señor-máscara-de-perro habían comenzado a oírse cada vez más y más lejanos, hasta el punto en el que dejaron de escucharse, siendo sustituidos por un caminar tranquilo y firme.
Diferencié el ruido de un encendedor al abrirse, luego, el inconfundible ruido del aparato siendo encendido ¿Acaso estaba fumando en esta situación? ¿No debería estarme buscando?
El tipo-payaso se quitó la máscara y comenzó a fumar. Aparentaba unos 23 años, quizás, tenía un cabello corto de color negro con algunas canas, su expresión llena de líneas de expresión, se nota que gran parte de su vida la pasó con el ceño fruncido, también tenía una cicatriz en la mejilla derecha, comenzaba justo en la mandíbula y acababa un poco antes de su ojo.
Aproveché lo distraído que estaba y comencé a alejarme poco a poco de dónde se encontraba. Visualicé a lo lejos un edificio que seguía completamente de pie e intacto, una casa del terror.
¡Ja! ¡Sabía que había una!
"¡No es momento de emocionarse por eso!" Me dije a mi misma, antes de acercarme a la entrada y, después de verificar que nadie me seguía, adentrarme en la casa.
Abrí la puerta con mucho cuidado de hacer el mínimo ruido posible, todo dentro de esa casa se veía antiguo y parecía que todo se vendría abajo, sentía que el segundo piso se derrumbaría sobre mi en cualquier momento. Cerré a mis espaldas, asegurándome de que el tipo-payaso no se diera cuenta.
La casa del terror se asemejaba a una cabaña antigua y tenebrosa, el piso era de madera oscura y algunas tablas estaban rotas o levantadas, tenía el presentimiento de que el mínimo movimiento causaría que el suelo crujiera. Tanteé con mis manos en busca del interruptor de la luz, toqué decenas de cosas que prefiero no saber lo que eran hasta que por fin alcancé el bendito switch.
No pasó nada.
Por supuesto que no pasó nada, es una casa del terror ¿Esperabas que hubieran luces en ella?
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Caminos Cruzados (Saga Pecados)
Ciencia FicciónLa mínima interacción entre dos personas puede terminar cambiando completamente el destino de estas, el roce más pequeño puede convertirse en la herida más dolorosa y la palabra más dulce puede volverse la más agría. Dos chicos condenados a ser pers...