Capítulo XXXIII

38 7 15
                                    

Catherine Smith

Llevamos una eternidad metidos en esta camioneta, y lo peor es que alguien se anda pudriendo y esto es una tortura.

Damián se colocó sus audifonos hace rato y comenzó a tararear en voz baja y a ignorar al resto de nosotros, Leo se quedó dormido, Ayleen está viendo un video que Emma le está enseñando sobre quien sabe qué, y yo, yo estoy viendo el paisaje y respirando lentamente para no marearme mucho.

— Cat, despierta a Leo — Dijo Damián de repente — Ya casi llegamos.

— ¿Y por qué debo despertarlo yo? Tu estás al lado de él — Me quejé.

— Porque yo estoy conduciendo y...  — Dijo mostrándome como colocaba de nuevo su música — Escuchando mi canción favorita, así que dale.

Volteé a ver a las chicas en busca de ayuda, pero me ignoraron completamente.

Dios, no se ni siquiera porque estoy pensándolo, tanto, es Leo.

Desde aquí no alcanzo su asiento, así que hice lo que cualquier persona razonable haría en mi situación, lanzarle un zapato.

— Uy coñoetu... — Comenzó a decir Leo mientras volteaba a vernos enojado — ¿Quién fue?

Las chicas y yo intercambiamos miradas un par de segundos antes de ver a Leo y encogernos de hombros, eso solo lo hizo enojar más.

— Claro, ahora no fue nadie — Dijo volviendo a voltear adelante y agarrando el zapato — Ponte el zapato Catherine, que estás apestando la camioneta.

— Tu llevas cagándote desde hace rato y nadie te ha dicho nada — Espeté, volviendo a ponerme mi zapato.

— El culo tuyo lleva cagándose desde hace rato — Respondió él.

— ¿Cómo? — Dije enojada.

— Llegamos — Interrumpió Damián frenando la camioneta de golpe y bajándose de ella.

Todos nos quedamos en silencio por lo abrupto que hizo eso, para cuando volvimos en sí, ya el momento de pelearnos había pasado.

Bajé de la camioneta y observé a mi alrededor, estábamos frente a una gran y hermosa cabaña, en frente de ella habían unas cuantas tiendas de artesanía, unos pequeños puestos de comida típica y la entrada a lo que parecía ser una especie de museo, a la derecha de la cabaña, unas escaleras de piedra y un cartel que decía "Zona de Pesca" y por último, justo en medio de la cabaña y los puestos de artesanía, un gran sendero de tierra y un enorme cártel con la palabra "Cabañas" en él.

Damián y Leo fueron los primeros en entrar al edificio, por dentro era sumamente acogedor y tenía un estilo abierto muy cautivador. Una pequeña zona de espera junto a un televisor y una chimenea estaba al lado derecho, tan pronto como entrabas, en frente, al lado izquierdo, una pequeña tienda de souvenirs, vendían globos de nieve, camisetas, gorras y ese tipo de cosas y en frente de la puerta, una recepción con una chica morena de cabello negro sentada, afinando un ukelele.

— ¿Damián? ¿Leo? — Exclamó la chica cuando levantó la vista y los vio. Espera, ¿Se conocen?

— ¿Andrea? — Preguntaron ellos dos al unísono.

Andrea se puso de pie y rodeó el mostrador para darle un fuerte abrazo a cada uno de ellos. Ayleen, Emma y yo estábamos confundidas, aunque Emma se veía entusiasmada por ver quien era esta nueva chica.

— ¿Qué hacen aquí? ¡Llevaba mucho tiempo sin verlos! — Exclamó Andrea.

— Desde la última vez que vinimos — Respondió Leo con una sonrisa.

Caminos Cruzados (Saga Pecados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora