Caminos Cruzados (Saga Pecados)

Capítulo XXVIII

Diana Cano

¿Qué? ¿Bastián es el padre de Ikarus? 

Estoy en blanco, Bastián no tiene una apariencia que te haga pensar que puede ser el padre de alguien, si, parece un poco mayor de su edad, pero no luce como un padre, luce como un chico despreocupado que no le da importancia a nada.

— Mira, comprendo que justo ahora tienes miles de preguntas que hacer — Dijo Bastián, colocando sus manos sobre mis hombros. A veces odio que él me conozca tanto — Y prometo responderte todas y cada una de ellas, pero justo ahora necesito que me dejes ir, debo protegerlo, Cano, no puedo permitir que le hagan algo a él.

— Yo tampoco puedo permitir que te hagan algo a ti — Susurré. Mirándolo directamente a los ojos, él simplemente bajo la mirada y soltó una risa.

— Cano, no conoces al Bastián Callins que el mundo mágico conoce — Dijo — No soy el mismo cuando no tengo que seguir las reglas de la policía... Confía en mi.

El silencio llenó la habitación, inclusive Venus se había quedado callada, se encontraba sentada en el suelo justo a nuestros pies, viéndonos.

— Está bien... Pero iré contigo.

— Ni en sueños — Espetó Bastián inmediatamente. 

— ¿Por qué no? — Salté — ¡Qué sepan usar magia no significa que sean inmunes a las balas! 

— ¿¡Puedes hacerme caso por una vez?! — Gritó él — Diana, no te estoy pidiendo esto como el chico al que has estado cuidando y guiando por todos estos años, te lo estoy pidiendo como tu compañero, aquél que ha estado espalda a espalda contigo en medio de tiroteos, emboscadas, persecuciones y borracheras. Confía. En. Mi.

» Tú no conoces a Crimson como mi tío y yo lo hacemos, tú no tuviste que soportar sus gritos y castigos por simplemente no ser capaz de hacer levitar una maldita pluma de la manera que él quería, a ti no te obligaron a arrodillarte sobre brasas para despertar "tu potencial" mientras veías con lágrimas en los ojos como los demás niños solamente tenían que colocar sus manos a medio metro de una fogata para poder controlar el fuego ¡Crimson es un monstruo, un despiadado! Es la persona más insensible e intolerante que he conocido dentro de este mundo... No pienso permitir que él se acerque a ti.

Caminé hasta acercarme a él, aún cuando era más alto que yo, en este momento se veía muy pequeño, sus ojos se habían cristalizado un poco y tenía el cuello y los hombros demasiado tensos, al igual que su mandíbula, lucía como un niño asustado de llorar.

— Bastián... — Susurré, colocando su cara entre mis manos — Está bien, no intentaré evitar que vayas, pero permíteme ir contigo, déjame ayudarte.

Él cubrió mis manos con las suyas y ejerció una ligera presión en ellas, cerró los ojos y permaneció así unos segundos, luego, alejo mis manos de su cara para después verme a los ojos con una fuerte mirada de determinación.

— Hay batallas que debemos luchar solos — Sentenció.

 — ¡No! ¡No es así! ¡No estás sólo, no tienes que luchar sólo! — Grité. Bastián estaba de lado, tan solo podía ver su perfil, luego de un silencio, levantó la cara en mi dirección, elevó su brazo izquierdo y extendió su dedo índice y corazón, apuntándome, me alejé inmediatamente — ¡No te atrevas a hacer esa mierda conmigo! 

— Es la única forma de que me dejes ir — Dijo él, frío. Su voz sonó como si hubiera levantado decenas de muros entre ambos. Ambas manos suyas tenían la misma posición, cerradas en puños con el índice y el dedo corazón extendidos.